miércoles, 22 de julio de 2015

Fin de la emisión

Si estás leyendo esto, te recomiendo que busques algo más provechoso, porque hoy se cierra este espacio que inauguré en el mes de marzo de 2011. Desde la primera entrada de salutación que publiqué han pasado ya cuatro años y medio. El blog, sin tener por ello que dar más detalles, cumplió su función. Me quedan cosas por decir. Me había propuesto cerrar el círculo que en su día abrí; pero también me había propuesto hacerlo sin dañar ni molestar a nadie. Ahora no estoy seguro de poder continuar escribiendo sin herir el sentimiento de algunas personas o provocar malestar en otras. Lo que me queda por decir, quizás éste no sea el medio apropiado para divulgarlo. Antes de hacer daño o molestar a alguien prefiero retirarme. Hace algún tiempo, en otra plataforma de las redes sociales, anuncié que tenía la intención de desaparecer del mundo virtual y entregarme a otras actividades que me llenaran más, quizás más tangibles, más pegadas a la realidad (incluso anuncié algunas de ellas). Hoy he sentido la necesidad de culminar ese deseo, que lo he mantenido vivo desde entonces: el deseo de desligarme en cuanto pudiera de este intríngulis cibernético, plagado de "postureo" (una horrorosa expresión que he aprendido en esta andadura). Hoy puedo, y lo hago materializando de esta forma la despedida.

!Se acabó¡ Esta aquí hemos llegado. Ha sido un auténtico placer.


jueves, 9 de julio de 2015

La Real Academia Española y el carbono

Hace ya más de siete años que me dirigí a la Real Academia Española para sugerirles un cambio en su diccionario de la lengua. A los pocos días me contestaron que no sé qué comisión estudiaría el asunto: hasta hoy. Ni una palabra más. Desde entonces han renovado su diccionario y ya van por la 22ª edición. Y mantienen el mismo error. Esto quita las ganas a uno de seguir mandándoles sugerencias, sobre todo en el ámbito de las ciencias de la tierra y de la ingeniería. En estos temas los errores de definición y concepto del DRAE son proverbiales.

La sugerencia no atendida a la que me refiero es la que hice en su día a la definición de "carbono". El diccionario (22ª ed.) trae textualmente la siguiente: 

"carbono. 1. m. Elemento químico de núm. atóm. 6. Es extraordinariamente abundante en la naturaleza, tanto en los seres vivos como en el mundo mineral y en la atmósfera. Se presenta en varias formas alotrópicas, como el diamante, el grafito y el carbón [...]" 

Porque me interesa, he subrayado las palabras "elemento químico", "formas alotrópicas" y "carbón" con la finalidad de remarcar en primer lugar que el CARBÓN no es ningún elemento químico, como se puede desprender de la lectura del texto. El carbón es, como el petróleo (y como todo el mundo sabe), una roca. Por tanto, el carbón, al no ser un elemento químico, dificilmente puede ser una forma "alotrópica" de nada. Las formas alotrópicas del carbono son sólo algunas de las que se cita como el diamante y el grafito. Pero si la Real Academia quiere completar la lista (además de retirar la molesta intrusa) debería también incorporar el "fullereno". Lo que ya sería mucho pedir es que también tuviera en cuenta como forma alotrópica del carbono, que lo es, al "grafeno". A eso esperaremos a la corrección del diccionario que hagan en el siglo que viene.

Lo que a estas alturas, después de tantos años de protesta, no tiene ninguna explicación ni ningún sentido es mantener con contumacia y contra viento y marea que el carbón es una forma alotrópica del carbono. Esto es un ejemplo de lo que me refiero cuando hablo de un error de concepto proverbial: el verlo daña la vista.

martes, 7 de julio de 2015

Cuando Alemania locuta, causa finita

Acabo de conocer una noticia de alcance. La actual crisis de Grecia tiene una fácil solución. Y ésta ha sido desvelada a modo de revelación hoy mismo por la mañana por el ministro de finanzas alemán: "Todo depende de la decisión que tome el Gobierno griego", ha dicho. Schäuble conoce perfectamente y mejor que nadie cuál ha sido la respuesta mayoritaria dada por los griegos en el referéndum celebrado el pasado domingo. El ministro alemán ha realizado estas declaraciones nada más conocer que el Gobierno griego, tal y como se había comprometido, ha realizado una nueva propuesta para poner en marcha el tercer rescate, ya que el segundo finalizó con el resultado que todo el mundo conoce. El portavoz económico de Merkel también ha avanzado que la reestructuración de la deuda y de los plazos que pretenden los griegos no es posible. Alexis Txipras ya tiene la respuesta. Sin anestesia. Sin necesidad de esperar a que se reúna el Eurogrupo, FMI, etc. No es necesario ni videoconferencia. NO. ¡Cuando Alemania locuta, causa finita!
El Eurogrupo, las videocoferencias, el FMI, etc. no son más que lugares comunes en los que Alemania reúne a la prole para darle las instrucciones precisas. ¿Qué posición debe adoptar Portugal o España respecto a las nuevas propuestas griegas? Espérense, hombre, a que el ministro Alemán haga unas declaraciones en clave interna o a que convoque una videoconferencia. No sean ustedes impacientes. Ya se les dirá lo que tienen que hacer (y decir).
Aquí cada vez está más claro cual es papel de Alemania como señor feudal y el del resto de los estados integrantes de esta ficticia Unión como vasallos. Esta Unión Europea no es un consorcio de socios iguales, es una relación feudal de vasallaje, en la que uno dispone y los demás obedecen.
Schäuble se lo ha dicho bien claro hoy a los griegos: "todo depende de ellos". Es decir, de si aceptan o no la rendición incondicionalmente. Esa es la única decisión que deben tomar. Y entonces habrá tercer rescate o lo que es lo mismo un nuevo paquete de deuda, recortes y obligaciones para los griegos. ¡Planazo!

miércoles, 1 de julio de 2015

El politiqués

Solamente ganaron cuando sus rostros no eran conocidos y sus nombres se perdían en una lista encabezada por un hombre del pueblo, cargado con una mochila de ideales. No tardaron en aprender el oficio. Llegaron para quedarse. Sustituyeron, no siempre de la mejor de las maneras, a los que les precedieron. No les dolieron prendas a la hora de acuchillar a los que les abrieron camino, para hacerse sitio entre las telas del poder. A diferencia de los primeros estos venían desprovistos de mochila de ideales, pero traían las alforjas vacías, dispuestos a llenarlas. Y las llenaron. Durante más de treinta años hemos soportado sus caras en todos los carteles electorales. Da la impresión de que si no existieran ellos no habría democracia, aunque es justamente al revés: su insistencia en mantenerse al timón y considerarse los timoneles es la que ha terminado casi por hundir el barco y por deteriorar la democracia. En treinta años no han aportado nada. Ni una idea. Ni una sola propuesta que haya mejorado la vida de sus conciudadanos. 
Cada día que pasa resulta más insoportable su presencia, pero no se dan por aludidos. Ellos no se van.  Pero, adónde habrían de irse, si no tienen otro oficio y todavía no han llenado las alforjas. Lástima de país. Lástima de nosotros. Sólo cuando terminemos con los políticos profesionales: los que llevan en las instituciones 30 años o en la dirección de los partidos otros tantos, se abrirá el cielo, surgirá un rayo de luz y este país empezará a tener una esperanza. Hasta entonces que nadie espere nada. Estos que nos gobiernan son de otro planeta, no hablan nuestro mismo idioma. Hablan el politiqués: un dialecto que sólo ellos conocen y dominan, que se aprende por transmisión oral de padre político a hijo político.

lunes, 15 de junio de 2015

Un Guernica en Ourense

La obra de la que hablo se pintó allá por el año 1979. Yo tenía 15 años. La inspiración nos cogió a todos en la Universidad Laboral de Ourense. No recuerdo bien de quien fue la ocurrencia; pero sí quién dirigió la operación: un compañero de nuestra misma edad que tenía unas asombrosas habilidades innatas para el dibujo y la pintura. Un buen día, los seis compañeros que compartíamos la habitación 204 del Ribeiro, nos levantamos decididos a pintar un GUERNICA a tamaño original. Decidimos conjuntamente la estrategia que debíamos seguir. Planificamos el trabajo. Nos aprovisionamos de más de ocho metros de papel de estraza y de las pinturas necesarias para embadurnarlo. Para ello, hicimos una "recolecta" entre todos los alumnos, con el satisfactorio resultado de una enorme caja de pinturas de cera (nadie nos preguntó cómo las habíamos conseguido y a nosotros tampoco nos interesó desvelarlo). El papel lo compramos a escote en una galería de Ourense.




Izquierdo (creo recordar que ese era el apellido del compañero) dibujaba al carboncillo el primer boceto, iniciaba con trazos firmes el dibujo con la silueta que debíamos colorear y nos daba instrucciones de lo que debíamos hacer todos los demás. El resultado fue sorprendente: una impresionante reproducción del cuadro de Picasso, con un asombroso parecido al original.

La ejecución nos llevó varias tardes. La obra también trajo algunos daños colaterales. Las yemas de los dedos con las que difuminábamos la pintura de cera quedaron enrojecidas y afectadas. El trabajo lo ejecutamos sobre el suelo.

Lamentablemente disfrutamos poco de nuestra genial obra. La dirección del Colegio quedó igualmente impresionada y hasta donde supimos fue inmediatamente traslada a la Universidad de Vigo. A partir de ahí  le perdimos la pista.

La obra que aparece en la foto no es la misma. Esta está realizada sobre madera y no sobre papel como la nuestra. La ordenanza de la Universidad Laboral de Ourense, sobre cuya pared de la entrada cuelga, nos dijo que había sido realizada hace muy pocos años también por los alumnos, bajo la dirección de una profesora "muy buena" de Plástica.

¡Cuántos recuerdos se agolparon en un sólo instante al entrar nuevamente en la laboral de Ourense!

sábado, 30 de mayo de 2015

Ten siempre en el corazón la idea de Ítaca

Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.

A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.

A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.
Desea que el camino sea largo.

Que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades Egipcias
a aprender y aprender de los sabios.
Siempre en tu pensamiento ten a Ítaca.
Llegar hasta allí es tu destino.
Pero no apures tu viaje en absoluto.
Mejor que muchos años dure:
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que riquezas te dé Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Otras cosas no tiene ya que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te ha engañado.
Sabio así como llegaste a ser, con experiencia tanta,
ya habrás comprendido las Ítacas qué es lo que significan.

viernes, 29 de mayo de 2015

Lizania

Casi como si fuera una premonición, la entrada anterior en este post la dediqué a Jesús Lizano (10 de mayo de 2015). El poeta sobrepasaba los ochenta años y me preguntaba qué sería de él. Recordaba lo que me costó encontrar un libro suyo (tuve que esperar meses). Recordaba el regocijo y la felicidad de mis hijos cuando les leía-interpretaba alguno de sus poemas o "poemos". Alguna de sus composiciones las he reproducido y repartido por la oficina al resto de compañeros: "a mí me gustan las ideas curvas, las manos curvas, los culos...curvos". Jesús Lizano un poeta marxista, existencialista, anarquista, un pensador, un filósofo, un HUMANISTA, un escritor con mayúsculas, nos abandonó físicamente el pasado 26 de mayo de 2015. No tenía ni idea que estaba enfermo. A estas alturas todavía no sé de qué murió. De lo que estoy seguro es que su obra perdurará en el tiempo. También me gustaría que su creación póstuma, Lizania, viera más pronto que tarde la luz.

Sin meter ruido, este barbudo inconformista, este iconoclasta artista de la belleza nos ha dejado a todos un poco huérfanos. Se nos ha ido otro grande de la palabra. Ahora me lo imagino donde sea disfrutando de la compañía de Chicho Sánchez Ferlosio y de Agustín García Calvo. ¡Qué trío de poetas, de filósofos, de humanistas! ¡Qué grandes los tres!


Que descanse en paz. Que descansen en paz.

lunes, 11 de mayo de 2015

El circo vuelve a casa por Navidad

Soy de la generación que creció con los payasos de la tele: Gabi, Fofó y Miliki, a los que a no muy tardar se le unieron Milikito y Fofito. Cinco payasos que hicieron las delicias de todos los niños. Sin embargo, el escenario natural de trabajo de los payasos no es la tele. Es el circo. Para que el número tenga gracia, y el público disfrute verdaderamente, es necesario que actúen justos dos o tres. El dream team formado por la familia Aragón lo bordaba. El inconveniente, por ponerle alguno, es que la trama y el papel que juega cada uno de ellos en la comedia es conocido y por tanto previsible, igual que el desenlace final. Si uno de los tres, en plena actuación, se come un plátano, pocas dudas hay que la monda arrojada descuidadamente sobre el suelo, en breve tomará un protagonismo especial.
Pero debo reconocer que el número circense más espectacular es el que llevan a cabo los trapecistas. Pese a los arnés, el magnesio y las redes que garantizan la seguridad de los artistas, uno nunca sabe cómo terminará el número. El espectador observa con asombro el ágil balanceo de los trapecistas que van de extremo a extremo de la pista, saltando y volteándose en las alturas desafiando a la gravedad.
Hay tres tipos de piruetas: la voltereta simple, la voltereta y media, que consiste en que uno de los trapecistas sostiene por los talones al otro, y la acrobacia más espectacular de todas, la que a mí más me gusta: la doble voltereta, también conocida como doble salto mortal (lo del triple salto mortal, queda sólo para las películas).
Los trapecistas además de entretener mantienen el alma de los espectadores en vilo. Para que las acrobacias culminen con éxito resulta imprescindible la sincronización y la confianza mutua de los artistas, en caso contrario, la menor duda y la desconfianza proporcionará un resultado fatal.
El circo nos visita. Generalmente lo hace como complemento de las ferias más destacadas de cada localidad y lo hace en fechas señaladas: en verano, en Navidad o en Semana Santa. Es en estas fechas cuando más se nota y se aprecia su presencia. Es sorprendente lo rápido que montan y desmontan las lonas, casi sin darnos cuenta, y las estructuras que envuelven el coso del circo. Todo circo que se precie tiene varias pistas, una de ellas la central, en la que los trapecistas hacen las delicias del agradecido público. Como todo el mundo sabe, en las auxiliares se representan actuaciones menores.
Nada resulta gratuito, que esto quede claro. Este, además, es un espectáculo caro. Para sostenerlo es necesario abonar la correspondiente entrada. Algunos dirán que el espectáculo bien merece la pena pagar el precio, otros discreparán y lo encontrarán caro. En cualquier caso, cuando el circo nos visita a nadie nos deja indiferentes. No sé por qué creo que este año el circo nos visitará en varias ocasiones. Preparémonos para disfrutar del espectáculo, de los payasos y de los trapecistas. Gabi, Fofó, Miliki, Milikito y Fofito, ya están aquí, ¡bienvenidos! Esta es vuestra casa.

lunes, 27 de abril de 2015

!Ya se arreglará¡

Pedro Sáinz Rodriguez, ministro del primer gabinete franquista, que pasó al exilio portugués de Estoril cundo se enfadó con Franco, artífice de la sucesión del dictador por Juan Carlos de Borbón a título de rey, al fallecimiento de Franco decidió "vender" la correspondencia que el padre del anterior Rey había mantenido con el "Generalísimo de los ejércitos", con la única finalidad de obtener réditos económicos. Esto enfadó mucho al entorno de Don Juan. En una ocasión Luis María Anson me contó cómo le reprochó personalmente a Pedro Sainz esa acción. No voy ahora a entrar en detalles de las razones que motivaron el reproche, porque lo que me interesa destacar fue la respuesta del insigne consejero real. Le dijo Sainz a su amigo Anson: "No se preocupe usted, hombre, en España nadie lee y este libro mío como todos pasará desapercibido". Y así fue.

Salvando las distancias, del mismo modo, algunos conocidos me han reprochado un post que colgué en estas mismas páginas en el que criticaba varias erratas que en mi opinión aparecen en la página oficial de la Universidad de León. El reproche no tiene relación con el acierto en proponer la corrección, sino más bien con la acidez de los comentarios que se hacen.

En mi descargo debo decir que antes de publicarlo he intentado sin éxito que la Universidad rectifique la información claramente errada. Y lo he intentado por varios conductos. Ninguno ha fructificado. Tampoco es preocupante, el asunto no tiene la enjundia suficiente como para rasgarse las vestiduras. Si se quiere, mis comentarios lo único que ponen de manifiesto es que la página oficial de la Universidad de León por este o por otros motivos en los que no voy a entrar es manifiestamente mejorable, nada más.

Por eso traigo aquí a colación el comentario de Pedro Sáinz Rodríguez. Queridos amigos, no os preocupéis, que en este país nadie lee. Y este comentario mío como tantísimos otros pasará desapercibido. Las cosas se arreglarán cuando estén para arreglarse.

sábado, 11 de abril de 2015

La carpeta marrón

El recuerdo que tenía de ella era ese: su color marrón. También se grabó en mi recuerdo la imagen de mi hermano mayor anotando sobre ella mi nombre, el colegio en el que estudiaría y residiría en los próximos años y un misterioso número.

SECUNDINO PRIETO TERCERO
"EL ROBLE"
Expte.: 2989

Recuerdo también la insistencia de mi hermano en que memorizara el nombre de "El Roble" y el número 2989. Durante semanas del verano de 1975 vi a mi madre coser pacientemente ese número en toda mi ropa: camisetas, camisas, pantalones, calcetines. Nada se libraba de la estampa de ese número.
La carpeta, de color marrón, contenía varios documentos. Debía conservarlos y entregarlos a mi llegada al lugar de destino, aunque a mi hermano se le olvidó decirme cuando los debía entregar y a quién. Lo que sí recuerdo es que esos mismos documentos los debía traer de vuelta. Era ya el mes de septiembre. Yo tenía 11 años y me preparaba para partir en dirección a Valencia.
Sin yo saberlo me esperaba el negro de Guadix para recogerme del parking de autobuses, en la zona próxima al centro docente, para acompañarme al colegio "Roble". Entorno a las 9 de la noche de aquel 27 de septiembre, en la Universidad Laboral de Cheste, empezaron a tener sentido las indicaciones y consejos de mi hermano.
El negro de Guadix y Vicente Carmona, de Jaén, fueron los compañeros encargados de dirigirme a la habitación en la que pasaría 3 años de mi vida. Elegí la litera libre de arriba, hice la cama, deshice la maleta y coloqué las cosas en el armario, que no era más que una simple taquilla. Ya he contado en alguna ocasión lo que pasó a partir de ahí.
Aquella carpeta que inició el viaje conmigo hace casi 40 años me ha acompañado en la memoria todo ese tiempo, hasta tal punto que a veces he creído que nunca existió y que sólo forma parte de mi imaginación. Sin embargo, hoy puedo reivindicar que la historia es absolutamente cierta.
Hace tan solo unos días visité a mi madre. Ella sacó unos documentos que tenía guardados en una carpeta de tamaño medio folio. La reconocí inmediatamente. Se la solicité. Era de color marrón como yo me la imaginaba y sí, ponía mi nombre y el del colegio y el número de expediente que nunca se me ha olvidado. 40 años después nos reencontramos y nos reconciliamos. La acaricié con las manos más arrugadas que la primera vez y pensé: "cumplí con el encargo de mi hermano: la carpeta volvió a casa". Tengo que acordarme de contarle esta historia a mi madre.

sábado, 28 de marzo de 2015

Luna y Salma

Misión cumplida. El pasado martes hice una promesa y hoy la he cumplido. Me invitaron a dar una charla en la localidad leonesa de Santa María del Páramo. Al finalizar tomamos un café en un bar próximo. Me sorprendió la decoración del establecimiento que incluía una colección de piedras de diversas y peculiares formas. La dueña me contó que ella misma elegía los guijarros por su peculiar forma y les pintaba "ojos". No me atreví a preguntarle por qué esta grafía. Dado mi interés por las piedras me regaló una de ellas. En ese momento me percaté que en el establecimiento había una niña de unos 5 ó 6 años. Yo salí al coche en el que habitualmente me acompañan algunos minerales y tomé uno. En realidad era la única piedra que tenía. Se trataba de un pequeño meteorito. Entré de nuevo en el bar y se lo ofrecí a la niña. Se quedó encantada, le brillaban los ojos y su entusiasmo aumentaba a medida que yo le contaba la historia de esa pequeña piedra: se llama Campo del Cielo, cayó en Argentina, procede del cinturón de asteroides de Júpiter..., en ese momento apareció a una velocidad supersónica una espectadora inesperada. Luna tenía una amiguita, Salma, que como una metralleta pidió ver la piedra y a continuación, después de un profundo interrogatorio, me pidió el suyo. Tuve que decirle que lamentablemente no tenía otro en ese momento para podérselo dar; pero le prometía que muy pronto le haría llegar uno. Salma, de otros cinco o seis años, no quedó muy convencida, no obstante, en una hojita me puso su nombre: Salma, el de su amiguita agraciada con un meteorito: Luna y el nombre del bar, para que algún día pudiera llevarle su piedra.
Hoy he cumplido. Por la mañana me he desplazado, he recorrido los tres cuartos de hora que me separan de la localidad y le he llevado a Salma la piedra prometida.
Lamentablemente, el bar cierra los sábados por descanso, así que la bolsa con el meteorito, con otros minerales más y con una nota explicativa se la he dejado al propietario del establecimiento de al lado, con el ruego de que haga la entrega por mí. La regente de la pajarería conocía perfectamente a las dos niñas y me confirmó la sospecha que tenía de que les haría una enorme ilusión.
De vuelta a casa he sentido una enorme satisfacción.

domingo, 22 de marzo de 2015

El 11 de marzo, como es lógico, pasó

El miércoles día 11 de marzo ya pasó. Y el jueves 12, también. Esto en los días anteriores era previsible pensar que ocurriría, y visto desde la perspectiva de los días que les sucedieron, también. Y esto siempre ocurrirá así. El tiempo no hay quien lo pare, avanza inexorablemente hacia adelante sin remedio. Sin embargo, conviene tener en cuenta que el tiempo al igual que el espacio no es un valor absoluto, depende de la posición y de la velocidad del observador. Einstein lo explicó muy bien a principios del siglo pasado, y en fechas muy recientes pudo ser demostrado.

En un ejemplo clásico, si tenemos a dos observadores: uno en posición fija en una estación de ferrocarril viendo pasar un tren a toda velocidad y a otro dentro del propio tren dirigiéndose al vagón de la cafetería, el primero, sentado en el banco de la estación, dirá que el segundo se desplazaba a una velocidad endiablada, mientras que el pasajero del tren dirá que lo hizo como siempre a paso parsimonioso. En función de la posición del observador y de la velocidad, el espacio y el tiempo que transcurre entre dos eventos será mayor o menor. Es decir, el tiempo es una magnitud relativa.

Todo esto es coherente con las sensaciones que a veces tenemos ante acontecimientos importantes o a los que por la razón que sea les damos esa cualidad de importancia. Para los estudiantes, generalmente, la fecha del día del examen se acerca a velocidad vertiginosa. Las semanas son días y los días son horas (especialmente en los últimos instantes). Sin embargo, a veces esperamos hasta la desesperación a que llegue una fecha señalada del calendario. En ambos casos el tiempo debería transcurrir a la misma velocidad, pero no sucede así o, al menos, esa es nuestra sensación.

Lo sé. Sé que todo esto no son más que sensaciones y sé también que para que el tiempo transcurra más despacio deberíamos ir a la velocidad de la luz. Lo sé. Pero en el último año han ocurrido tantos acontecimientos que en algunas ocasiones creo haber llegado a alcanzar esa velocidad. 

La espera se me hizo larga. El día llegó y ahora la fecha se aleja en el recuerdo a una velocidad vertiginosa. Misterios de la física... y de la naturaleza humana.

viernes, 20 de marzo de 2015

La felicidad

Hoy 20 de marzo ha sido declarado por la ONU como el Día Internacional de la Felicidad. El ser feliz es el objetivo que persigue todo ser humano. Si hubiera que buscar algún sentido a la vida, probablemente éste estaría relacionado con la felicidad: con la nuestra y con la de los demás, porque yo soy de los que pienso que uno no puede ser feliz si a su alrededor no hay más que sufrimiento y desolación. Por esa razón es tan difícil sentirse plenamente feliz, porque en la consecución de ese objetivo tenemos un doble trabajo: ser nosotros felices y conseguir que los demás también lo sean. Pero hay que tener mucho cuidado porque esta íntima dependencia entre unos y otros, en ocasiones, nos puede conducir a una reacción en bucle: uno sufre aparentemente sin necesidad al observar que el de al lado no consigue su dosis de felicidad en la medida que se espera, y éste a su vez no la obtiene porque observa que el primero no es feliz. Es decir, ambos sin saberlo realimentan su pesimismo.

En realidad, nuestra felicidad y la de los demás dependerá de la percepción que tengamos de los acontecimientos. Para algunos una catástrofe humanitaria no representará más que un episodio en un telediario, desde ese punto de vista no existirá obstáculo externo alguno que le impida ser plenamente feliz. Para otros, una simple circunstancia anecdótica la contemplará como una tragedia. Esto significa que la felicidad no depende de las circunstancias externas sino de cómo las consideremos.

Yo quiero ser feliz, pero sé que en buena medida esto depende de la felicidad de quienes me rodean y de la capacidad que yo tenga para, en su caso, insuflarles el optimismo necesario frente a la adversidad de la vida. La mayor dificultad para mí reside ahí: en la manera de concebir los actuales acontecimientos y las incertidumbres que encierran con positivismo. Esto podría explicar perfectamente el porqué las personas mayores, que tienen menos incertidumbres de cara al futuro, también tienen una visión más positiva de la vida, y relativizan mejor los acontecimientos negativos.

Recuerdo mis días de estudiante de ingeniería cuando creía que un suspenso en la asignatura de álgebra era el fin del mundo, por la sombra que arrojaba sobre mi futuro. Pasados ya muchos años, ahora a aquel suceso lo veo como una simple anécdota sin a penas importancia.

Me han preguntado hoy, al margen de acontecimientos personales como el nacimiento de los hijos y las vivencias personales con ellos y con la familia más cercana, cuál ha sido el momento más feliz de mi vida. He tenido muchos y podría dar una respuesta elaborada de manual, pero sobre todos ellos me vino uno a la cabeza. Es algo que me ha acompañado desde entonces toda mi vida. Se trata del día que me anunciaron que me seleccionaban para formar parte del equipo de fútbol de mi colegio en Ourense. Tenía 14 años y todavía hoy recuerdo perfectamente el momento preciso y la emoción y satisfacción que me produjo la noticia y recuerdo cómo saboree aquel instante en la más pura soledad, paseando por los campos de fútbol de la laboral de Ourense. No andaba, levitaba.

Desde aquél día he sido muy afortunado porque se han visto cumplidos muchos de mis sueños: obtener un título académico universitario, independencia laboral y económica, éxitos en algunos proyectos personales y colectivos y sin embargo, ninguna de estas cosas me han producido tanta felicidad como aquél otro simple acontecimiento deportivo.

La felicidad es un estado de equilibrio. Cuando estamos preocupados, cuando la presión ambiental nos puede, cuando las incertidumbres son mayores que las certezas no podemos ser felices. Pero nuestra mente diabólicamente hace que a medida que vamos consiguiendo objetivos, superando obstáculos, despejando incertidumbres, se creen nuevas necesidades que abren nuevas opciones y nuevas oportunidades para ser infelices. Y el cerebro de nuevo inicia la ruta para reequilibrar nuestro estado de ánimo y remover los obstáculos.

A pesar de que algunos dicen que todo es química, no conozco ninguna pastilla cuya ingesta nos haga ser felices. Estoy convencido que la felicidad reside en algún lugar recóndito de nuestro cerebro. Supongo que existen distintas vías y conductos para llegar a ella. Lo que sí tengo muy claro es que la felicidad no es una meta en la vida, sino la forma de estar y sentirse en ella.

Visto así, ser feliz es muy fácil: sólo se trata de estar bien y sentirnos bien con nosotros mismos. Y si tuviese que prescindir de una de estas dos condiciones diría por resumir que sobretodo de lo que se trata para ser felices es de sentirnos bien.


martes, 17 de marzo de 2015

Paralizado

Llevo unos días paralizado por la carga de trabajo que tengo que soportar. Este último viernes terminé agotado. Al finalizar la jornada laboral estaba desnortado. No sabía qué hacer. La jornada había terminado, pero el trabajo seguía acumulándose sobre la mesa. La única forma de despejarlo era dedicándole más horas. Afortunadamente era viernes. Podía tomarme un respiro esa misma tarde y programar la actividad para el fin de semana. El sábado podía dedicarle unas horas. Y el domingo, otras. Con eso, pensaba yo, sería suficiente para darle un impulso a las tareas pendientes y avanzar. Los fines de semana que paso en la oficina tienen otra ventaja y esta es que no existe el teléfono. No tengo que atender llamadas de teléfono. Puedo concentrar toda mi atención en lo que estoy haciendo. Resulta gratificante ver cómo progreso en el trabajo cuando no tengo interrupciones telefónicas, de correos electrónicos, etc.

Esta forma que tengo de ver las cosas es peligrosa, porque hace que vea como normal y habitual algo que en realidad es extraordinario. Sólo debería soportar la carga de trabajo correspondiente a las horas establecidas en mi contrato, es decir, cuarenta horas semanales. Ni una más. Sin embargo, con esta dedicación el trabajo no sale. Los asuntos se acumulan y requieren una respuesta. No queda más remedio que prolongar artificialmente la jornada laboral. Un día y otro día. Esta actitud mía ha terminado por cundir con el ejemplo y mis compañeras hacen lo propio. Ellas también, por obligación
 o por solidaridad, amplían su tiempo de trabajo, haciendo de lo extraordinario algo habitual.

Me he dado cuenta (desde hace ya tiempo) que en el día a día prácticamente sólo me dedico a lo urgente. Todo es urgente. No hay tiempo para meditar las cosas con tranquilidad. Todo tiene que salir ya. Todo tiene plazos y éstos terminan.

A veces uno se encuentra inspirado y con el cuerpo a tono. Entonces es capaz de enfrentar el reto, el de resolver los asuntos con esa celeridad que se demanda. Pero otras veces esto no ocurre así. El que haya pasado por este proceso me entenderá. Me encuentro paralizado. No sé por dónde empezar. No consigo concentrarme porque, sin haber terminado una, ya estoy pensando en la siguiente tarea.

Esto es lo que me lleva ocurriendo por ejemplo desde mediados de la pasada semana y se prorrogó durante el fin de semana. Esperaba disponer de tiempo el sábado y el domingo para trabajar. Pero no fue así. No hubo ninguna circunstancia que me lo impidiera. No hubo ningún motivo que imposibilitara acudir a realizar la tarea que me esperaba en la oficina. No hubo llamadas extraordinarias, acontecimientos imprevistos, etc. No. Simplemente el cuerpo se negó a trabajar. Dijo, !vasta¡, hoy, no y mañana tampoco.

Por más que cambiaba un papel de un lado para otro de la mesa. Por más que cambiaba de posición e incluso de mesa, no encontraba la forma de concentrarme.

"Lo tengo que hacer", pensaba yo. Lo tengo que hacer, me decía. En caso contrario empezará la semana con una mochila llena y muy cuesta arriba. Intenté inútilmente convencerme. Una parte de mi cerebro le ordenó a la otra que se pusiera en marcha; pero la otra se resistió y desobedeció la orden. En esta ocasión el reptiliano se impuso al neocortex. La parte más primitiva e irracional del cerebro se impuso a la más reflexiva y racional.

Este pasado fin de semana visité la oficina, pero no reconocí mi sitio en ella. Todo a mi alrededor me era extraño.

Tomé un papel en blanco. Anoté las tareas pendientes. Las ordené primero en función de la urgencia, después en función de mis apetencias para abordarlas. Después concluí que, en realidad, había cuestiones que no me correspondía a mí materializar. Taché aquellas que no requerían mi inmediata atención. Me quedé solo con una de ellas. Tomé los papeles, los miré y una vez más me quedé paralizado.

Hoy es lunes (o quizás ya martes de madrugada). Por fin he terminado de leer aquellos papeles seleccionados entre otros sobre los que debía haber trabajado el pasado viernes o el sábado o el domingo. Acabo de terminar y me he puesto a reflexionar sobre las posibles razones que me han tenido paralizado durante tres días. No las he encontrado; pero en cambio he observado que escribir sin la responsabilidad del cirujano que debe afinar su corte con el bisturí me relaja.


lunes, 9 de marzo de 2015

La intrahistoria de la Universidad de León

De antiguo, existe una tan vieja como estéril polémica entre los mal llamados titulados y títulos de grado medio y los de grado superior. Siempre me pareció una absoluta payasada subtitularse uno así mismo como "Ingeniero Superior" para remarcar la diferencia con aquél otro "Ingeniero Técnico". Recuerdo una ocasión en la que a un alto funcionario de una administración local que firmaba sus escritos e informes en calidad de "Arquitecto Superior" le requerí para que me indicara en qué parte de su título de arquitecto figuraba la expresión "superior". Todos los que yo he visto en mi vida pone "Arquitecto" o "Ingeniero", o, en su caso, "Arquitecto Técnico" o "Ingeniero Técnico". Nada de superior. Este añadido que él hacía era para diferenciarse de los "Aparejadores" o "Arquitectos Técnicos". Sobre esta cuestión, en los años 60 y 70 del siglo pasado mucho se ha escrito. Recuerdo incluso textos de insignes lingüistas (Ramón Carnicer) que abordaban esta, para ellos y sólo para ellos, trascendental cuestión. Parecía que los "inferiores" graduados querían robarles el alma a los "superiormente" formados. Como si el común de los mortales no supiese distinguir bien lo que es una "maestro" o un "aparejador" de lo que es un ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Qué memez.

En aquellos tiempos, mucho antes de la existencia de los Planes de Bolonia, cuando los alumnos de una Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica o de Aparejadores debían dedicar hasta ocho horas diarias de clase, distribuidas de lunes a viernes, en horario de mañana y tarde, e incluso los sábados por la mañana, los alumnos de las llamadas "Licenciaturas", por ejemplo, Derecho, debían asistir a clase  tan solo tres horas diarias (no tenían más de 4 o 5 asignaturas por curso).

Con independencia del álgebra, el cálculo o la física que debían superar los alumnos de ingenierías y que les tenía bastante ocupados, el prestigio social residía en las Licenciaturas. Los unos eran alumnos realmente Universitarios: los licenciados, llamados a ocupar la alta dirección de instituciones y empresas. Los otros no se sabía muy bien qué es lo que eran: ayudantes, subalternos... Ya he contado en este mismo espacio que un Rector Magnífico de la Universidad de León (al que le quedaba enormemente grande el cargo), en fase de campaña electoral, en los años 90, se acercó a pedir el voto de los estudiantes de las ingenierías técnicas sin tener la más pajorera idea de los programas de estudio o de cuántas horas de clase se impartían ni el número de asignaturas por curso. Por eso se permitió el lujo de criticar a aquellos alumnos que según él se matriculaban de ¡siete! y hasta de ocho asignaturas por año, desconociendo que en las ingenierías había cursos de hasta 10 asignaturas. Así le fue a la Universidad de León con semejante desinformado.

Pero la historia siempre la escriben quienes mandan. Y en la Universidad de León mandan las licenciaturas y sobre todas ellas las de Veterinaria o Biológicas. Por eso desde su constitución en el año 1979, de los SEIS rectores que ha tenido en total la Universidad de León, que yo recuerde al menos ha habido cuatro rectores profesores procedentes de estas Facultades: Andrés Suárez, Miguel Cordero Campilllo, Nieto Nafría y Angel Penas: dos de veterinaria y dos de Biológicas.

Por tanto, no ha de extrañar a nadie que en la página "oficial" de la Universidad de León se diga que los primeros estudios impartidos en León fueron los de Veterinaria, que se iniciaron, según el redactor se esta errada pagina, en el año 1943, seguidos de los de Biológicas...y después Magisterio... y después Minas.

Tanto la fecha como el orden de prelación son un manifiesto error. Yo he dicho hasta resecárseme la boca que en la ciudad de León los primeros estudios, muy a pesar de algunos prebostes que se empeñan en ignorarlo, fueron los de Magisterio, que se iniciaron en el año 1843 (siglo XIX). Después efectivamente fueron los de Veterinaria en 1852 (también en el siglo XIX, no en 1943 como se cita) y posteriormente no fueron los de Ciencias Biológicas (que son del año 1969), como se sugiere en la página web oficial de la Universidad, sino los de Minas (ahora sí en el año 1943). Lo que ocurre es que, efectivamente, tanto los de Magisterio como los de Minas están relacionados con escuelas Universitarias de "menor rango", y da más lustre citar en la página oficial a los de Veterinaria y Biológicas, dónde va a parar.

Solo espero que en la redacción de esta tan pequeña como errada síntesis de los antecedentes de los estudios universitarios en la ciudad de León no haya tenido nada que ver aquél desinformado Rector de la facultad de Filosofía e Historia al que he aludido, porque ya sería la bomba.

Solo quiero apuntar una cosa más, ¿qué se puede esperar de una Universidad que conoce tan mal su reciente historia?

miércoles, 4 de marzo de 2015

El valor de las piedras

El pasado fin de semana, mi amigo Manolo me regaló unos magníficos ejemplares de galena argentífera, procedentes del yacimiento del que él es Director facultativo. Manolo y yo compartimos  aficiones y también algunas cosas de las que no nos sentimos especialmente orgullosos, como puede ser una ignorancia supina sobre mineralogía que mal llevamos y tratamos de disimular. Al entregarme algunas piedras me hacía la siguiente observación: "¡Fíjate en este color verde!, ¿a que parece malaquita? Pues, no lo es. Es "auricalcita". ¿Habías oído hablar alguna vez de este mineral?, pues yo tampoco". Por lo que parece, según los entendidos, la misteriosa "auricalcita" es un mineral común que aparece de manera abundante en este yacimiento, junto a la galena argentífera, y al aragonito azul, y a la smithsonita, y a la hemimorfita...

Ante su insistencia, finalmente, he tenido que terminar por reconocer que salvo el aragonito azul, por razones obvias, y la galena, esta última, además, por el peso, me resultaría difícil reconocer el resto de minerales asociados que se dan con tanta abundancia y generosidad en ese yacimiento.

Como siempre, hemos apurado nuestros cafés retorciendo el gesto y lamentándonos de nuestros escasos conocimientos sobre la materia.

Manolo y yo compartimos otras cualidades: los dos somos igual de miedosos. Él no se atreve a adentrarse en las galerías y pozos mineros de explotaciones abandonadas. Y yo tampoco. Cuando hablamos de ello, siempre decimos lo mismo: "para adentrarnos debemos ir bien equipados, con botas, cuerdas, medidores de gases, etc". Sin embargo, cuando encontramos compañía bien pertrechada nos situamos un paso por detrás.

Al finalizar la jornada, hablamos de los maravillosos reportajes fotográficos que han realizado los demás, los que sí se atrevieron a entrar, de las maravillosas estructuras cristalinas que tapizaban las paredes de las galerías y los magníficos ejemplares recolectados.

Apesar de nuestra generalmente escasa aportación a la recolección y a los hallazgos, disfrutamos por igual contemplando un ejemplar de mano de esa maravilla de la naturaleza, de ese prodigio que constituye la cristalización de un mineral. Buscamos la estructura cristalina y si no la encontramos nos conformamos con pensar que si dispusiésemos de una lupa con los aumentos adecuados seríamos capaces de distinguirla: "mira, en esta muestra apenas se ve, pero si tuviésemos una lupa veríamos unos cristales perfectos y maravillosos". El mero hecho de contemplar esta posibilidad, la de ser capaces de ver los diminutos cristales, es suficiente para hacernos sentir felices durante un buen rato.

He lavado y preparado mis ejemplares de galena argentífera, que sé que contienen plata porque me lo ha dicho Manolo. Y él lo sabe muy bien porque se lo ha dicho el que sí se atrevió a adentrase en la galería, a quien a su vez se lo dijo uno que le acompañaba que se dedica profesionalmente a su comercialización. Para nosotros esto es garantía suficiente.

He contemplado a la luz natural el brillo acerado de la muestra con una fractura fresca y recién lavada. La he sopesado en la mano: "¡Cómo pesa!". ¡De aquí sale el plomo! La he colocado en la estantería en un lugar privilegiado, el que corresponde a los últimos hallazgos.

Estas piedras entran a reposar en mi estantería con la misma facilidad que salen de ella. A la pregunta "distraída" de quien se deja caer sutilmente por allí de "¡Qué piedra más bonita!, ¿tienes alguna más como ésta?", siempre le sigue la misma respuesta:  ¡sí, esa justamente es la tuya, puedes llevártela! Exactamente igual que mi amigo Manolo, que el otro día en su casa de Donillas me dijo, "¡elige todas las que te gusten y llévatelas!"

miércoles, 25 de febrero de 2015

Júnior y la comparsa

Contratos verbales, pactos de caballero, influencias políticas, paraísos fiscales, traidores y amiguitos “íntimos”, herencias misteriosas, bancos incompetentes, gabinetes jurídicos inexistentes, mensajes y recados cifrados, avisos para navegantes, etc., etc. Todas estas cosas hemos podido oír sin que los comparecientes ni los comisionados se inmutasen.
Júnior, que es como llaman los allegados al mayor de los hijos del cada vez más cuestionado y menos honorable Jordi Pujol, pasó por la Comisión de investigación del Parlamento catalán como el que va de picnic o a pasar una jornada de golf con los antiguos compañeros de trabajo de “papá”. Lo dijo claramente, para que nadie se llamase a engaño: “Artur Mas es muy amigo mío” y con él comparto “intimidad intelectual y espiritual”.
Lo que traigo a estas páginas no es la trascripción de la declaración de este individuo, la de su padre o la de su madre. Sobre esta cuestión creo que cada uno ya tiene formada su propia opinión. Lo que me interesa destacar es el “papelón” de los otros componentes de la Comisión de Investigación de la cámara catalana. ¿De dónde habrán salido?
Que los Pujol se defiendan no tiene nada de extraño, más aún, era de esperar. El que hablen con medias verdades, tampoco. El que oculten aquella información que no les interesa que se conozca me parece hasta razonable, máxime teniendo en cuenta que el asunto está en sede judicial. Este es un derecho que les asiste: el de no declarar contra sus propios intereses. Lo ha dicho y tiene razón Pujol padre: "es a ustedes a quien les corresponde probar las acusaciones". Lo que me resulta inaceptable es la actitud de sus señorías los Diputados, que dejan pasar una ocasión de oro para esclarecer la “oscura” conducta de los comparecientes implicados en la gestión de sus negocios, porque ese, justamente, es su trabajo y es un deber y una obligación que han contraído con todos los ciudadanos. Si se quiere, esta obligación de sus señorías se eleva a la enésima potencia si tenemos en cuenta que, juegos florales aparte y medias denuncias que nunca cristalizaron, los supuestos negocios del Clan Pujol se pudieron materializar gracias a su incompetencia y a la falta de control de quienes como ellos tenían la obligación de realizarlo, especialmente los Diputados que se sientan en los escaños de la oposición.
Ninguna de sus señorías, en los cortes televisivos que he podido ver, le preguntó al mayor del Clan por quienes son los traidores del partido que, como él denuncia, han permitido que el escándalo salte a la primera página de los medios y cuáles son sus ocultos intereses, o por qué su fortuna habría estado a mejor recaudo si la hubiese custodiado un gabinete jurídico o cuál fue su papel como gestor de la presunta herencia de su abuelo. (Presunta, porque no aporta ni un solo documento que la avale)
Sus señorías dejaron escapar a Júnior sin despeinarse un pelo, al que trataron con guante blanco a pesar de que dijo cosas tan asombrosas como que él no está acusado por delitos de corrupción, sólo por delitos fiscales, sin que nadie le reprochara inmediatamente que una jueza de Andorra sí que ve indicios claros de corrupción en su actividad. No le incomodaron cuando soltó el improperio de que él no hace negocios en Cataluña ni en España para no manchar el legado de su padre o que él no sabía que el dinero estaba depositado en paraísos fiscales, cuando, en realidad, el más tonto en este país sabe que cualquier banco informa a sus clientes del lugar en el que están invertidos o depositados sus ahorros.

Durante la comparecencia, la actitud de los señores Diputados fue bochornosa, tan bochornosa como la del propio compareciente, con la diferencia que la de éste era de esperar, la de los otros, no. Ambas actuaciones a la misma altura: por los suelos. ¡Qué país!

jueves, 19 de febrero de 2015

Pobres, tradicionales y religiosos

Así es como nos ven los alemanes. El último barómetro de la imagen de España realizado por el Real Instituto Elcano ha dado este resultado. Los alemanes nos ven como un país pobre, con costumbres tradicionales y religiosos (sólo les faltó decir y bárbaros). El lado bueno de la noticia es que ha pasado a un segundo plano aquella otra estereotipada imagen que tenían de nosotros de ser un país de charanga, pandereta, toros y fiesta. La parte negativa, en mi opinión, está en que no creo que con esta nueva imagen salga bien parada la "Marca España". Los franceses según este mismo barómetro no nos ven de modo diferente, incluso suben un grado algunas apreciaciones alemanas al considerarnos no ya "religiosos" sino "muy religiosos" o, incluso, "débiles" (No hay duda que los franceses también nos tienen estima).

¿Es correcta esta imagen que se proyecta en el exterior sobre los españoles? ¿Somos pobres? ¿Somos tradicionales? ¿Somos religiosos?

Lamentablemente no creo que nuestro perfil de país se aleje mucho de ese estereotipo. Algunos incluso se habrán sentido reconfortados y muy satisfechos con este resultado.

El resultado del barómetro de Elcano yo sólo lo matizaría en una cuestión: en España hay muchos pobres; pero de ninguna de las maneras creo que seamos un país pobre. De la misma manera que no creo que a pesar de las evidentes restricciones que sufre su población Venezuela o Cuba sean países pobres. Lo que ocurre sencillamente es que la riqueza-país está poco aprovechada o mal repartida. En España nos encontramos con personajes que ocupan las primeras plazas en las listas que recogen los hombres más ricos del mundo y a la vez nos encontramos con bolsas de pobreza verdaderamente alarmantes. Un día aparecemos en una revista americana como el país en el que reside uno de los hombres que atesora una de las fortunas mayores del mundo y otro día aparecemos en un reportaje televisivo de otra emisora americana con imágenes espantosas de familias rebuscando comida en los contenedores de basura. Las imágenes que han circulado por medio mundo en las que se recogen los violentos deshaucios de familias sin recursos integradas por niños pequeños, no han ayudado a cambiar esa sensación de pobreza. Esa tragedia está presente en el día a día de cientos de familias españolas y nos afectan a todos. Por tanto, yo considero que España no es pobre; pero los españoles sí somos pobres.

Por otro lado, a mí me parece innegable que los viejos usos y tradiciones circulan por la masa de nuestra sangre. No sólo me refiero a esas tradiciones que día a día aparecen destacadas en los telediarios como son el vandálico trato dado al toro en Tordesillas o las tiradas desde los campanarios de distintos "bichos" en otras tantas localidades por aquello de mantener la tradición, sino a esas otras costumbres que también por tradición y contra toda modernidad mantenemos con gran arraigo en nuestro país: "el no sabe usted con quién habla", el enchufismo como modo de acceder a determinados servicios y prebendas en la administración, la corrupción y el fraude en toda actividad pública, sin distinguir personas, partidos, sindicatos, etc. Esa puñetera manía de no tributar al fisco por los beneficios obtenidos en las rentas ¡Siempre se ha hecho así!, dicen, a qué vienen ahora a cuestionarlo. No se me quita de la cabeza la imagen del futbolista Mesi vitoreado a su entrada en los juzgados en los que debía dar explicación por no tributar por los beneficios obtenidos en los últimos ejercicios o el amigable recibimiento dado por los diputados al honorable Puyol en el parlamento Catalán cuando se le llamó para que diera cuenta de sus cuentas en el extranjero y de la descomunal fortuna acumulada en ellas. Pienso en Marbella y en cómo los ciudadanos elección tras elección le daban la mayoría absoluta a los mayores saqueadores de la ciudad. Me vienen a la mente imágenes de políticos encumbrados, jaleados y sostenidos por toda la población, contra viento y marea, en Valencia, en Andalucía, en Galicia, en Castilla y León, etc. Pienso en la gestión económica realizada por los gerifaltes de los partidos políticos, los sindicatos, los Gobiernos regionales, etc. Alguien podrá reprocharme: "esto no tiene que ver con la tradición, sino con la corrupción". Y yo debo decir que en España la corrupción es ya una vieja costumbre que se ha convertido en tradición, desde los tiempos en los que Lucas Mallada a finales del siglo XIX escribió los "Males de la patria". De hecho no sé por qué algunos de los personajes que en estos días han desfilado como si se tratara de la pasarela Cibeles por la Audiencia Nacional para dar cuenta del saqueo a Bankia, no se han acogido al Derecho consuetudinario para poder estafar, aunque alguno de ellos sí que ha mencionado para justificar esa actitud que "era costumbre" en la Caja gastar de forma tan desaforada como incontrolada, incluso que la dirección les animaba a hacerlo.

Somos efectivamente un país religioso, apesar de vivir en un Estado aconfesional. Hoy mismo, en el diario de mayor tirada de León, aparece una noticia relativa a un posible candidato a una importante alcaldía en la que entre los méritos que le arropan destacan los relacionados con su ferviente fe, su participación en diversas cofradías religiosas locales y su papel como Abad en alguna de ellas. Y al final se dice, además, es abogado. Pero si a su partido, y debemos reconocer que los partidos políticos en esto no son tontos, lo que le interesa destacar de sus cualidades como alcaldable son todos esos valores religiosos de su candidato, será porque es consciente del tirón que estos méritos tiene entre el electorado. Esta es la realidad, al margen de que esta actitud religiosa, se estereotipe y se difunda en el exterior a través de otras imágenes, como pueden ser las "procesiones de Semana santa", los múltiples actos religiosos que organizamos como nadie: Jornadas Mundiales de Jóvenes Cristianos, etc. A este respecto yo no tengo nada que decir, porque estoy absolutamente convencido que obedecen a un profundo sentimiento religioso de la población española, guste o no guste oírlo. Todos estos eventos tienen cabida en nuestro país, en nuestros pueblos y en nuestras ciudades porque en el fondo no sólo no nos estorban sino que comulgamos con ellos. ¿O es que alguien cree que el Toro de Tordesillas se celebra en contra de la opinión de los tordesillanos? ¿O que desde el mismo nacimiento un padre inscribe a su hijo en una cofradía por desafección religiosa?

La imagen que proyectamos sobre los alemanes, los franceses, los ingleses y los italianos no es la mejor de las posibles; pero es la que más se aproxima a lo que realmente somos y cuanto antes lo asumamos antes nos pondremos en marcha para intentar cambiarla. A no ser, claro, que eso sea lo que queramos ser: pobres, tradicionales y religiosos. En ese caso ¡Viva España! O dicho en palabras del insigne Rafael Sánchez Mazas, ¡Arriba España!, tradicionalista y de las JONS.

viernes, 6 de febrero de 2015

Pregúntenme sobre la deuda griega

Grecia no puede pagar al resto de Europa la deuda que supera los trescientos mil millones de euros. Eso es lo que ha dicho su actual presidente. También lo han dicho los anteriores mandatarios griegos, por eso tuvieron que aceptar un suplemento económico de los socios europeos para disponer de liquidez para hacer frente a los pagos en los plazos convenidos. Todos los analistas consultados por los distintos medios de comunicación, que dan cuenta de la situación económica del país heleno, dicen que con toda seguridad Grecia no podrá hacer frente al pago de su descomunal deuda, que casi duplica su PIB anual. Parece que en este asunto todo el mundo está de acuerdo.

La discrepancia aparece cuando se plantea la solución a este grave problema. Para el Gobierno de Tsipras y para su ministro sin corbata el asunto se resuelve pactando una quita. Para Ángela Merkel la cuestión se soluciona con el cumplimiento íntegro de la condena (condena a la humillación, a la dependencia o beneficencia, a la pobreza del país). O lo que es lo mismo, el cumplimiento de los compromisos de pago en los plazos pactados por los anteriores gobernantes griegos, sin atender y menospreciando la actual voz de su pueblo. La mandataria alemana ha dicho alto y claro que el cambio de Gobierno en un país no le hará cambiar el rumbo de su camino.

Hay soluciones intermedias. El ministro de economía griego ha adelantado alguna de ellas basada en ingeniería financiera. Los franceses y los italianos también verían con buenos ojos algunas de estas medidas, como por ejemplo vincular el pago de la deuda al crecimiento económico del país, con todos los matices que se quieran poner.

El resto de Europa lo que quiere es que haya un acuerdo y que Grecia no se salga del euro y que todo el mundo cumpla con sus compromisos.

Al poco tiempo de tomar posesión, el ministro de economía griego recibió al representante de la Troica o lo que es lo mismo, al Camarlengo de Merkel (empleo el término de Camarlengo con el significado germanófilo que le da el DRAE. Es decir, camarero). Aparte de otras cuestiones, para mi lo más relevante de aquella conversación fue que el Gobierno de Atenas le dijo que no reconoce la autoridad de la Troica en este asunto. Inmediatamente han aparecido autorizados portavoces de prestigiosas instituciones que aclaran que en realidad la Troica como tal no existe, que no es más que una denominación que se le ha dado a un grupo de instituciones que operan en común; pero que no responden a una única organización. Sólo les ha faltado decir que es un espejismo. Si eso es así, me parece una pérdida de tiempo entrar ahora a discutir aquí en calidad de qué estos señores se han paseado con total impunidad por España, Portugal, Italia y Grecia dando órdenes a sus Gobiernos, y lo peor de todo: en calidad de qué estos gobiernos los han recibido y han reconocido su autoridad. La autoridad de los "hombres de Negro" como los ha llamado el ministro español Montoro.

Grecia lo tenía muy claro y le ha dicho al Camarlengo que quiere hablar con el que manda. Y éste (ésta) se ha puesto al teléfono. El que manda, como a estas alturas todo el mundo sabe, no es otra persona más que Ángela Merkel. Por fin esta señora ha tenido que bajar a la arena y sin mensajeros ni intermediarios ha tenido que ponerse a pecho descubierto a torear al toro griego (y más que tendrá que torear) y correr el desgaste y los riesgos inherentes a esa actividad, incluido que te den una cornada. Parece que por lo menos esta vez va a tener que despeinarse.

Alemania dice lo mismo que España. Merkel dice lo mismo que Rajoy. "Nosotros le hemos prestado mucho dinero a los griegos y queremos que nos lo devuelva". Cuando lo prestaron por primera vez sabían que era muy difícil que lo devolvieran; pero la segunda vez, los gobiernos eran plenamente conscientes que le prestaban el dinero a Grecia para que con él hiciera frente a las obligaciones del primer préstamo y ¿después qué?  ¿Cómo van a pagar este segundo préstamo, con otro préstamo más? Y así ¿hasta cuando?

Ese dinero prestado sale de los bolsillos de los alemanes, de los portugueses, de los italianos, etc., etc. y también de los españoles. Por tanto, de lo que se habla es también de mi dinero. Y Grecia pide que del dinero prestado se haga una quita para que pueda hacer frente a su deuda. Pues como esto sí me incumbe, yo digo que sí. Que si se trata de dinero prestado por el Gobierno español, que afecta a mi calidad de vida, yo estoy dispuesto a apretarme el cinturón en la parte alícuota que me corresponda y condonar esa parte de la deuda que reclama el Gobierno de Atenas. En definitiva, pienso como los griegos, no soy partidario de prestar más dinero a quien dice que no lo quiere y que además no lo puede devolver. 

Es mi dinero. Afecta a mi bolsillo. Se trata de la calidad de vida de mi familia. Y yo digo que la solidaridad consiste en eso, en ayudar cuando el que lo necesita lo pide y el que lo tiene que dar puede. Y pienso que ahora España puede (al menos eso dice Rajoy). Que me pregunten, que mi Gobierno me pregunte. Yo sí soy partidario de condonar parte de la deuda a Grecia, tal y como propone Alexis Tsipras. Alemania y los alemanes que hagan lo que les dé la gana.

domingo, 18 de enero de 2015

Pablo Iglesias vs. Pablo Iglesias

Me anticipo a la opinión que pueda dar uno de los protagonistas, el experimento fue un tanto engañoso y las consecuencias deben extraerse con cuidado, pero ahí queda la prueba. Tengo un amigo ferviente seguidor del ideario del Partido Socialista Obrero Español, PSOE. Hace años ya que es difícil vernos sin entrar en controversias partidistas. Es lógico sus largos años de militancia le han hecho acreedor del reconocimiento del mayor defensor del Partido, tanto cuando gobierna como cuando está en la oposición. En nuestros cada vez más escasos encuentros, suele recordarme que a socialista no le gana nadie y que no acepta lecciones de socialismo de ningún recién llegado, en alusión clara a Podemos y a su joven líder, Pablo Iglesias.

Lo que más me ha llamado la atención en los últimos encuentros es la especial inquina que tiene por este neófito político y la rabia con la que arremete contra su proyecto, al cual lo califica en ocasiones de fascista, otras de comunista, chavista e incluso lo compara con algunos comportamientos nazis. No lo entiendo, la experiencia de este veterano militante le debería facilitar mantener cierta distancia del argumentario que el partido reparte a diario para que sea repetido como un mantra, pero no. Él se ha convertido en un ferviente seguidor.

En esta tesitura le propuse un reto. Este fin de semana, yo me comprometía a recopilar y llevarle unas cuantas frases elaboradas por Pablo Iglesias sobre temas de actualidad: la participación española en guerras y misiones extranjeras, el espinoso asunto catalán, el papel de las castas políticas que han gobernado España en los últimos años, etc., etc. Con ello me proponía recopilar ocho o diez frases para que me diera su opinión y sobretodo me dijera lo apartado que estaba Pablo Iglesias del ideario y si se me apura de la ideología socialista o socialdemócrata. Aceptó el reto.
Tomé diez proposiciones elaboradas sin ningún género de dudas por Pablo Iglesias. Se las leí una a una y escuche sus comentarios. Todos ellos desaprobatorios. Me argumentó frase a frase los errores en los que incurría su autor y lo errado que se encontraba. Yo había seleccionado un cuestionario ideológico. Lo que se recogía en cada frase era la ideología de quien la defendía. El veterano militante socialista quedó satisfecho con la prueba. En su opinión había conseguido desmontar la falsedad de los argumentos y la poca solidez ideológica del líder de Podemos. Yo también, por distintas razones, claro, quedé satisfecho con la prueba.
Antes de despedirnos, todavía me quedó tiempo para que le indicará de dónde había sacado las memorables frases. Como me había comprometido habían sido proferidas por Pablo Iglesias, pero no el líder de Podemos, sino el fundador del Partido Socialista Obrero Español, PSOE. Yo las había extraído de la biografía del fundador del PSOE publicada en 1984 por la editorial gallega Sálvora.
En realidad el experimento no demostraba nada, porque en él había algo de trampa, pero sí en mi opinión una cuestión muy clara: el alejamiento de los dirigentes socialistas de las bases ideológicas sobre las que se fundó el partido.
El PSOE se encuentra hoy más preocupado de mantener su posición electoral, de mantener el número de escaños que de escuchar a los ciudadanos en su relato de los problemas que sufre. Esa falta de atención a los ciudadanos es la que finalmente  terminará con las espectadoras de voto del PSOE y no Podemos o su joven líder.

sábado, 10 de enero de 2015

De visita en el Hospital de León

Hacía mucho que no pasaba tanto tiempo en un hospital. En los últimos años todas las visitas habían sido fugaces. Sin embargo, en esta ocasión ha sido distinto. El 24 de diciembre inicié el periplo en el de Ponferrada. La Noche Buena y el día de Navidad, en el de León. Han pasado más de 15 días, y ahora mismo, por ejemplo, acabo de llegar a casa desde el hospital. Parafraseando al gran Chicho soy un gran profesional, un visitante profesional. Como no soy yo el que tiene quebrantada la salud esto me ha permitido observar el abnegado trabajo de todo el personal del hospital. Es increíble la labor que realizan sin perder siquiera la sonrisa. Los diarios locales hoy por ejemplo destacan como noticia principal el "absoluto caos y colapso" del área de urgencia del hospital de León. Yo lo he podido comprobar. Ese trajín de camillas y enfermeros, ese trasiego constante de camas sobre ruedas por los pasillos. Las llamadas de alarma de los enfermos pidiendo atención y los familiares buscando un médico que les informe sobre el estado de salud del pariente. Una auténtica locura. De todo, lo que más me ha sorprendido ha sido la profesionalidad de todo el personal facultativo. Pese a ese caos cierto y que se denuncia, nunca ha faltado la amabilidad en el trato, la sonrisa y la compostura. Me pregunto cómo podrán hacerlo.
Durante estos días he sentido que tenemos un sistema sanitario fabuloso, extraordinario, dotado de unos profesionales entregados. Pero también he sentido que lamentablemente eso no es suficiente. La falta de medios es clamorosa. Por ejemplo, a las 2 de la madrugada es necesario improvisar un espacio para acomodar otro paciente en una habitación en la que ya no hay sitio. El paciente tiene una dolencia respiratoria y el habitáculo que le asignan no tiene conexión alguna con los sistemas de respiración asistida. Tengo la sensación que por mucha visita de la enfermería al paciente, mucho gotero de paracetamol y vías para evacuar líquidos corporales, la efección respiratoria no se reducirá.
Estoy satisfecho de la dedicación, del trato, de las atenciones recibidas por el personal desde el primer día; pero alguien debería explicar cómo es posible que a las 18 horas se traslade a un paciente de urgencia, en una ambulancia medicalizada, el día 24 de diciembre desde Ponferrada a León, se le aloje en el hospital de esta última ciudad en un box, en urgencias, se le realice la primera visita a las 23.30 horas y no se le intervenga hasta dos semanas más tarde. Quien debe responder no es el joven neurocirujano que lo diagnosticó esa misma noche, ni la médico que advirtió a los dos días de la necesidad de intervenirlo quirúrgicamente con urgencia, ni el residente que decidió trasladarlo por unos días a la UCI, sino el responsable político del hospital o de la política sanitaria de la Comunidad para explicar con qué efectivos y con cuantos medios contaban en ese momento y cómo piensan arreglarlo. Tenemos una buena sanidad pública, pero el cabreo de los pacientes cada vez es mayor. Quizás haya que plantearse seriamente que ha llegado el momento de apartar de la dirección a todos aquellos inútiles que no creen en la sanidad pública. Se ha sobrepasado la línea roja, esa a partir de la cual todo hace pensar que va a ser peor. Hay que pararlo ahora que estamos a tiempo. Que doten de una vez a los hospitales públicos de más personal, de más camas, de más medios. Nos va la vida en ello.