viernes, 13 de diciembre de 2019

Greta Thunberg

He leído con atención un reciente artículo de Almudena Grandes sobre esta activista adolescente. Es uno más, que viene a agrandar ese río de tinta, que en las últimas semanas nos ha inundado con informaciones sobre esta joven que ha puesto patas arriba los foros en los que se discute sobre el clima. En su artículo, Almudena Grandes nos advierte que no es bueno fijar la atención en Greta Thunberg, entrando en consideraciones personales sobre su juventud, su enfermedad, etc. La escritora dice que eso impide que nos centremos en los auténticos responsables del desastre climático que denuncia la joven adolescente: el Gobierno chino, Bolsonaro cargándose la Amazonía, etc. Almudena resume su posición indicando que mientras hablamos y fijamos la atención mediática en Greta ocultamos a los verdaderos responsables. Tiene razón la escritora, pero falla su argumento, porque personalmente creo que justamente son esos responsables del desastre climático quienes han creado , cebado y exagerado el fenómeno Greta Thunberg para pasar ellos desapercibidos. No me atrevería a afirmar, como hacen otros, porque no tengo ningún dato al respecto, que sean algunas multinacionales entre ellas las más contaminantes las que financian los movimientos de la joven activista sueca, pero de lo que no hay duda es que el coste mediático que supone llevar el mensaje de Greta alguien lo tiene que pagar. Este asunto no es nuevo. Relacionar los productos con las emociones para hacer propaganda es un viejo invento de aquél conocido sobrino de Sigmund Freud, que consiguió, en los años veinte, convencer a las mujeres para que fumaran cigarrillos. La Compañía Americana de Tabaco contrató al publicista Edward Bernays para conseguir incorporar a las mujeres al mundo del tabaco. Hasta entonces estaba mal visto por la sociedad americana (y mundial) que una mujer encendiera en público un cigarrillo. Bernays consiguió que un grupo de feministas al final de una manifestación encendieran un cigarro bajo el eslogan "encender una antorcha por la libertad". Aquel acto tuvo una enorme repercusión mediática porque el propagandista había contratado las cabeceras y primeras páginas de todos los periódicos diarios para que la reivindicación feminista se publicara en todos los tabloides. También pagó grandes sumas de dinero a directores y productores de películas para que aparecieran mujeres fumando. El final de la historia lo conocemos. La Compañía Tabacalera americana consiguió el objetivo y se normalizó la incorporación de la mujer al tabaco. Las ventas subieron.

Creo que el fenómeno de Greta Thunberg debe verse desde cierta distancia para observar el papel de todos los actores. Es necesario analizar sus discursos, bien documentados, con datos de paneles internacionales y sin duda con buen asesoramiento científico, para determinar no solo lo que dice sino también lo que en ellos no se dice y se oculta. Es una niña. Es una adolescente que está preocupada por el deterioro ambiental y el daño que estamos haciendo al planeta. Eso está bien. Yo participo de la misma idea, pero creo que hay que ir más allá y no quedarnos en la autocomplacencia de los discursos bien hechos y las poses. A Greta, que habla tan claro, no le he oído señalar a los responsables del desastre climático para que la mirada justamente se concentre en ellos y no en ella tal y como denuncia Almudena Grandes. De igual manera, tampoco he visto excesivo interés en los medios de comunicación y en los líderes de opinión que trabajan en estos medios por denunciar y poner al desnudo a los responsable del desastre ecológico.