jueves, 19 de mayo de 2011

¡Levantad los adoquines, que debajo está la playa!

Cuando me preguntan qué es lo que persiguen los convocantes de la plataforma Democracia Real ya, no dudo ni un minuto en responder que lo que buscan es "La playa que se esconde debajo de los adoquines". Es pronto para hacer comparaciones; pero ya es inevitable recordar los sucesos de otro mayo, el del 68. Hay quien estos días ha encontrado similitudes entre las protestas en el mundo árabe y las reivindicaciones del Movimiento 15M. Yo sinceramente no veo ninguna. Más aún, me inclino a pensar que, salvando todas las distancias, se asemejan más a los acontecimientos de mayo de 1968.

Como se recordará, los jóvenes que protagonizaron las protestas del mayo francés en 1968 convocaban a sus seguidores al grito utópico de "levantad los adoquines, que debajo está la playa". Jóvenes en la denominada primavera en Praga o el mayo francés o simplemente protestas en Londrés o Nueva York protagonizaron en 1968 revueltas revolucionarias de estudiantes que fueron secundadas por trabajadores de los sectores peor tratados. Vistos estos acontecimientos con el tiempo, se puede decir que fueron movimientos efímeros; pero de lo que no hay duda es que removieron conciencias y obligaron a cambiar Gobiernos, a diseñar nuevas políticas y apearon del conformismo en el que se habían instalado los gobernantes. Introdujeron aire fresco y sabia nueva en las estructuras del poder.

En España, como también es bien conocido, este movimiento tuvo una escasa repercusión. Fue duramente reprimido por el régimen franquista (los de la democracia orgánica). Los jóvenes que tímidamente se manifestaron en el 68 o estuvieron atentos a los acontecimientos fueron después los protagonistas de la transición en España. El profesor de filosofía de la UNED, Jaime Pastor, que entonces era un joven estudiante universitario que participó de la protesta, recientemente dijo que "El espíritu del 68 era de rebeldía, el de la capacidad de indignación". También destacaron Agustión García Calvo (extraordinario poeta, cuyos versos han sido magistralmente musicados por el berciano Amancio Prada) o Enrique Ruano, un estudiante que tras el intento por zafarse de sus perseguidores del régimen, la policía dijo que se había suicidado.

De aquella generación poco se ha hablado; pero sí se pude decir que tras la caída del régimen en España impulsaron el cambio democrático y alguno de ellos incluso fue protagonista de la transición. Hoy están retirados de la actividad pública. Por decirlo en términos económicos, están amortizados. El relevo generacional vino con la movida madrileña de los años 80. El testigo se lo entregó Enrique Tierno Galván. Estos que hoy se manifiestan son otros. Creo que es algo cíclico. No vienen a tirar ningún sistema. Piden la regeneración, la oxigenación. Piden que se les escuche, que se les atienda y que se gobierne para todos, también para ellos. Sin ellos este país no tiene futuro. ¡Estos son de los nuestros!

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