sábado, 30 de abril de 2011

¿Wolframio o tungsteno?

Siempre me asombró el conocimiento y la familiaridad con la que mi padre hablaba de los minerales Scheelita y Wolframita. Fue él el primero que satisfizo mi curiosidad sobre el aspecto externo de estos minerales. Transcurrieron muchos años hasta que pude hacerme con algunos ejemplares de Wolframita. Para entonces mi padre ya había fallecido; pero quedé maravillado al comprobar lo exacta que había sido su descripción. El asunto no tiene mayor misterio. Mi padre había conocido de cerca explotaciones de este mineral en diversas zonas del Bierzo.

En las ocasiones en las que hablé con él del asunto jamás empleó el término Tungsteno para referirse al metal obtenido a partir de estos minerales. Acertadamente siempre lo llamó Wolframio.

Sin embargo, cada vez se oye más el término Tungsteno, desapareciendo, incluso de la literatura científica la denominación más adecuada de Wolframio. Por ejemplo, en los textos modernos de metalurgia que se estudian en nuestras universidades ya se ha sustituido el término Wolframio por el otro invasor. Además, los profesores más jóvenes lo aceptan sin más discusión.

La razón de este despropósito reside en las recientes recomendaciones del organismo internacional IUPAC, que recomienda que al elemento 74 de la tabla periódica se le designe con el símbolo "W"; pero se le nombre como "Tungsteno". ¡Qué barbaridad!

El Wolframio, como es por todo el mundo reconocido, fue un descubrimiento realizado por los Ingenieros de Minas españoles, Juan José y Fausto Elhuyar, en 1783. Fue el segundo elemento químico descubierto por un español, después de que Antonio de Ulloa describiera el Platino en 1748.

Cuando los hermanos Elhuyar lograron sintetizar el Wolframio en los laboratorios que la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País tenía en la localidad de Vergara decidieron darle su nombre. Nadie entonces (ni ahora) cuestionó ni la autoría de su descubrimiento ni el derecho que les asistía a darle un nombre. ¿A qué viene, entonces, ahora, la recomendación de la IUPAC? Es inaceptable. La comunidad científica española debe resistirse a modificar el nombre del Wolframio y todos sus miembros deben procurar que se respete el original y genuino dado por los hermanos Elhuyar. Los profesores universitarios deben alertar a las editoriales españolas de los errores que tienen las traducciones y los libros de texto que lo identifican de forma inadecuada. El Wolframio es Wolframio y no otra cosa, por más que la IUPAC se empeñe en llamarle Tungsteno.

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