viernes, 8 de abril de 2011

Eurocaraduras

Según los últimos sondeos de opinión, la tercera preocupación de los españoles, después del desempleo y de la economía, que vienen a ser lo mismo, es la clase política. Siempre he sido de la opinión que en España los que se dedican al servicio público están mal pagados. No hay más que comparar sus salarios con los que se perciben por el desempeño de idéntica responsabilidad en la iniciativa privada. Y considero que los primeros funcionarios, en sentido estricto, son los políticos.

Por tanto, como soy de los que sí creo en la clase política, no tengo ningún empacho en proclamar mi profunda decepción ante la negativa de los europarlamentarios de congelarse el sueldo el próximo año y renunciar a otros privilegios que disfrutaban, como pueden ser la acumulación de dietas o viajar en clase preferente.

He tenido la mala fortuna de asistir a la ardorosa defensa que han hecho algunos de nuestros representantes políticos sobre la necesidad de la contención del gasto público, la reducción de los salarios a los funcionarios y a los trabajadores de las administraciones públicas, la congelación de las pensiones, etc.

En su momento entendí que los parlamentarios europeos de uno y otro signo político participasen en el debate nacional sobre estas cuestiones aunque no les fuera mucho en ello. El cargo y sobre todo la disciplina de partido supongo que algo tendrían que ver con que estos señores pisaran la arena para defender aquellas medidas tan impopulares. El país lo necesitaba, nos dijeron. Hay que apretarse el cinturón, insistían. Otros incluso, en su momento, consideraron los recortes insuficientes y pedían más.

Los sindicatos han mantenido una postura contundente contra estas medidas. No sólo por considerarlas injustas, sino y más bien, porque consideraban que era necesaria una medida de fuerza para cortar de raíz los intentos de futuros gobiernos de profundizar en los recortes, que algunos, sin embargo, dan por seguros. Es decir, los funcionarios públicos verán dentro de no mucho tiempo un nuevo recorte de sus sueldos. Yo no tengo ninguna señal que me haga pensar que esto va ha suceder; pero lo que me apena, de ahí la mala suerte que invoco es que he escuchado en la radio a los otrora defensores a ultranza de los recortes salariales convertidos ahora en "descuidados" opositores de la aplicación de la misma medicina. Decepción que llega a la irritación cuando un líder político incluso atribuye su voto al desconocimiento de lo que votaba. Hablo de que he oído a los mismos políticos en corto espacio de tiempo defender una cosa y su contrario, según a quien se le aplique. Inaudito. Inaceptable. In-dig-nan-te.

Hay que ver cuánta claridad y contundencia para imponer restricciones y recortes a los demás y cuánta caradura para justificar el mantenimiento de los privilegios de los propios. ¡Cuanta caradura!

Por eso hay que felicitar a los 4 catalanes y a los socios de Izquierda Unida por su coherencia y su voto a favor de terminar con los privilegios. Es un ejercicio de responsabilidad que les honra. A los otros: que rectifiquen ya.

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