sábado, 2 de abril de 2011

¿Por qué se va Zapatero?

Zapatero acaba de anunciar esta misma mañana, en el transcurso del Comité Federal del PSOE, su unilateral decisión de no presentarse como candidato a la reelección en las próximas elecciones legislativas de 2012. Podía haber anunciado lo contrario, y probablemente la respuesta de su partido hubiera sido la misma: felicitaciones y asentimiento unánime. Dicho de otro modo: Roma locuta causa finita.

En los últimos días, las ministras Leire Pajín y Trinidad Jiménez anunciaron que en la decisión de Zapatero pesaría primero el interés de España y luego, en un segundo lugar, el del partido. Otros líderes socialistas se han manifestado en similares términos sobre el orden de prelación que regiría en la toma de decisiones del aún presidente del Gobierno. Del anuncio se pueden extraer dos consecuencias claras. La primera es que a) José Luis Rodríguez Zapatero renuncia a la reelección por el bien de España y solo por el bien de España: es el corolario lógico de lo que nos han anunciado de forma insistente y reiterada. La segunda es que b) en la toma de decisión nada ha influido la opinión de los barones del partido o la de los dignos representantes de la oposición o la de los ciudadanos. Ha sido consecuencia única y exclusivamente de un proceso de reflexión personal. 

Sin embargo, en el anuncio realizado, que hemos podido escuchar a través de los medios de comunicación, el presidente y secretario General de los socialistas no ha dado ni una sola pista de las causas que, en beneficio de España, justifican su decisión. Más bien al contrario. Zapatero vino a decir algo así como que era una cuestión madurada por él desde hacía tiempo, dado que consideraba que para un presidente, con dos mandatos es suficiente. Vino a decir también que las circunstancias económicas y el devenir político, en los últimos meses, no habían hecho otra cosa que reafirmar esta opinión. Del interés de España y del partido ni una palabra, aunque no tengo ninguna duda que a no mucho tardar Leire Pajin nos lo aclarará.

Zapatero, según sus más próximos colaboradores, los más acérrimos amigos y enemigos y según él mismo (para ello puede leerse la entrevista que aparece publicada hoy en El País) ha ejercido un hiperliderazgo, que es algo así como un "hago lo que me da la gana, porque nadie rechista". El mismísimo Felipe González en alguna ocasión ha hecho referencia a esta circunstancia, y ha señalado que él, en su momento, tuvo mucha más oposición y resistencias internas de las que ha padecido Zapatero. Se puede decir sin miedo a equivocarse que ningún líder socialista, desde los tiempos de Pablo Iglesias, ha disfrutado de un período tan largo de "Pax romana" interna, en ausencia y sin espacio para la disidencia.

A la vista de estos argumentos ¿puede concluirse que Zapatero ha ejercido plenamente y de forma omnímoda el poder? 

En mi modesta opinión, no. Creo que en democracia un buen indicador del poder que uno detenta es el contra-poder crítico que convive en los aledaños de aquél. Por tanto, a ausencia de contra-poder necesariamente ausencia de poder. Lo mismo podríamos decir del binomio Gobierno-oposición. Un Gobierno sólo es fuerte cuando existe una oposición fuerte y viceversa: una oposición fuerte es síntoma de que existe un Gobierno fuerte. Y aquí no hay ni poder ni contrapoder ni gobierno ni oposición fuertes.

De lo que no hay duda, entre otras cosas porque así lo afirman los afectados, es que el hiperliderazgo de Zapatero se manifiesta en todas las esferas de su Gobierno. Zapatero gobierna la parcela que le dejan. Zapatero administra ese Gobierno: elige, nombra y cambia los ministros a su antojo. Pero no detenta el Poder. El poder está en otra parte. Hoy la política es una sucursal del poder económico y éste es un inferior jerárquico del financiero. Mandan las corporaciones financieras. Manda el FMI. Manda Coca-cola. Manda el Corte Inglés. Pero si lo que se quiere es personalizar, diré que mandan Bill Gates, Botín, César Alierta, Botín, Isidoro Álvarez, Botín. Botín. Botín. Botín. Por eso nos tranquiliza tanto ver a todos esos presidentes de grandes corporaciones cerca de nuestro presidente de Gobierno. Ellos son los que verdaderamente detentan el poder. Zapatero no es más que el Comisario Político de este poder real, del que sólo se habla en privado, el que los japoneses denominan honne. La fachada, el escaparte del edificio del poder, el tatemae japonés, lo que se puede hacer público es lo que representa Zapatero y nos anuncian sus ministros. Ninguno de los altos ejecutivos nombrado se presenta a las elecciones o es elegido por los ciudadanos para el puesto que ocupa. La democracia es un elemento extraño a su gestión. No tienen porqué darnos cuentas.

Zapatero no ha gobernado con los ciudadanos. Por lo que parece, por las unanimidades que se registran en sus órganos de dirección, tampoco lo ha hecho con su partido. La política de cada momento se la han dictado, la ha tomado, ha sido inspirada o llamémosle como se quiera desde otro lugar. Zapatero nos va a legar menos democracia de la que los electores en su día le hicimos depositario.

Una de las pocas unanimidades que existen dentro y fuera del PSOE es que Zapatero no ha hecho su política o al menos la que a él le hubiera gustado. Si el hiperlíder, el superlíder, el megalíder sin parangón en su partido, el gran hacedor que hace y deshace a su antojo no ha podido, en esta ocasión, hacer lo que le hubiera gustado hacer (por ejemplo, cumplir su programa electoral). Y lo hecho ha sido a pesar de su gusto e interés (por ejemplo, reducir prestaciones sociales). ¿Quién le ha dictado la política a seguir a Zapatero?

¿Qué tipo de democracia es esta en la que no participan los ciudadanos? Y más en tiempos de crisis en los que debería ser aún más visible esta participación. Nunca mejor dicho, la salida de la situación debería ser discutida, pactada y sometida al refrendo de todos los ciudadanos. Esa debería ser la verdadera democracia. Esta otra democracia, la formal, no por repetido es menos cierto, es el sistema de Gobierno menos malo. Sin embargo, nunca he oído decir a nadie que demás sea el mejor. Entonces ¿por qué conformarnos con esto que nos dan? ¿Por qué no inventar algo mejor? Yo creo que, al menos, hay que intentarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario