lunes, 14 de marzo de 2011

Primum vivere, deinde filosofare

Se acercan inexorablemente los comicios municipales. La fiesta de la democracia, como le gustaba llamar a este día a Pablo Castellano. En esta ocasión la fiesta estará pasada por agua. La situación económica obligará a los partidos a recortar gastos. Los bancos ya no están para prestar dinero ni a los amigos. Ni tan siquiera el ave fénix de Ruiz Mateos consiguió ablandar el corazón de su amigo Botín para obtener fondos para "no dejar caer" el nuevo emporio. Según ha revelado el propio José María Ruiz Mateos, Botín no contestó a las misivas del marido de la jefa del Rayo Vallecano, a pesar de las misas ofrecidas por la familia en su honor. Lo que sí debió hacer el banquero fue pensar en el viejo adagio latino, PRIMUM VIVERE, DEINDE FILOSOFARE. Es decir, lo primero es comer y después los ideales.

En la política ocurre algo parecido. Los candidatos, como los estudiantes a principios de curso, en el mes de octubre, se proponen grandes proyectos, sustentados en honorables ideales. FILOSOFARE. La campaña electoral se envuelve en papel de colores de celofán. El altruismo, la entrega a los demás son el denominador común que define el carácter de todos los candidatos. FILOSOFARE. El día después al de las elecciones el cansancio del cuerpo  requiere restauración. VIVERE. Es el momento de reponer fuerzas. De recibir la composición por la dedicación a la causa pública. No existe cosa más noble que la dedicación a los demás. Y de igual manera estos desvelos deben compensarse adecuadamente. VIVERE. Lo que ocurre a partir de entonces es que muchos de nuestros representantes no encuentran la ocasión de colmar todas las ilusiones que depositaron en el ejercicio de su cargo. Las retribuciones no siempre son la compensación justa y nuestro modélico representante se ve expelido  a explorar otros procelosos territorios. En definitiva, VIVERE.

Lo malo del asunto es que nunca llega el tiempo del filosofare. Vivere, vivere y vivere. Siempre el vivere. A veces a este vivere algunos lo llaman pragmatismo. No corren buenos tiempos para los ideales. Por eso yo vindico ahora más que nunca la necesidad de que los partidos articulen sus campañas sobre ideas y principios. Los principios libremente expuestos nos permitirán a los ciudadanos ser partícipes de las decisiones que se tomen para sacarnos de la crisis. Es posible que no seamos de gran ayuda; pero servirá para que comprendamos mejor la situación. Cuando en la fiesta de la democracia nos pregunten quién queremos que gobierne nuestro ayuntamiento, escapemos del pragmatismo y pongamos al frente a alguien con ideales, con principios. ¡Huyamos de la corrupción como de la peste! Ahora estamos a tiempo, después no nos quejemos.

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