domingo, 27 de marzo de 2011

Fukushima pasará factura electoral a Ángela Merkel

A Merkel se la va a llevar por delante Fukushima. El partido de Ángela Merkel, después de haberlo hecho durante 58 años consecutivos, hoy puede dejar de gobernar el estado de Baden Wüttermberg, un feudo electoral de la Unión Democrática Cristiana, CDU, hasta ahora inexpugnable. Esta más que previsible derrota, según todos los sondeos, en el estado federal, locomotora de la economía alemana, también conllevaría la pérdida de la mayoría absoluta del partido de la canciller Merkel en la Cámara Alta o Bundesrat. Y esta es la cuestión que ha encendido las alarmas en el partido de la canciller.

La campaña electoral prácticamente ha estado monopolizada por el giro radical que el Gobierno federal ha dado a su política nuclear. Lo que más ha indignado y desconcertado al electorado son los continuos vuelcos experimentados por la canciller, actitud que no ha gustado ni a la oposición ni a sus votantes y ni siquiera a los dirigentes de su propio partido. A estos últimos, a los dirigentes del CDU, les cuesta explicar a los ciudadanos de forma coherente las cambiantes posiciones de la "Jefa".

Es conocido el hecho de que Ángela Merkel procede del ámbito universitario y científico. Es doctora en ciencias Físicas, por tanto, puede asegurarse sin miedo a errar que dispone de avalados y suficientes conocimientos para valorar los riesgos que conlleva la producción de energía eléctrica mediante tecnología nuclear. No parece creíble que el desastre sufrido en la central de Fukushima I le haya abierto de repente los ojos a una realidad para ella desconocida. Más bien el electorado ha interpretado que su nueva posición, este nuevo giro, no es más que la consecuencia de un minucioso cálculo electoral. La canciller alemana había derogado la ley de su antecesor que limitaba la vida útil de las centrales nucleares y por la que se establecía un calendario para verificar su definitivo apagón. Como he dicho la Canciller prorrogó la vida útil de estas centrales y lo hizo de una forma valiente y decidida: llevó la prórroga en el programa electoral que votaron mayoritariamente los ciudadanos, gracias al cual accedió a la presidencia del Gobierno.

Ahora, con su nueva posición Merkel tan sólo pretende frenar el efecto electoral negativo que está provocando en su partido el contrataque de los grupos antinucleares. La canciller ha decidido no explicar o defender su opinión. Ha preferido acomodarse a los nuevos tiempos y adoptar una posición timorata: ni sí ni no ni todo lo contrario. Una actitud que ya en el pasado le dio buenos resultados. Doblemente lamentable. Lamentable que un estadista emplee cálculos electorales para fijar su posición en un asunto de esta trascendencia. Y lamentable que el país que aspira a seguir siendo un ejemplo de desarrollo económico, mantener el liderazgo político y económico en la Unión Europea  esté sometido a la voluntad cambiante de su primer representante. Qué decepción. Sólo espero que el electorado no lo olvide hoy y le mande un recado cuando introduzca su papeleta en las urnas. Con las cosas de comer no se juega.

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