jueves, 30 de junio de 2011

Razones para la indignación

Hoy por la mañana concluyó el debate del Estado de la Nación que anualmente se celebra en el Congreso de los Diputados. Este encuentro, promovido por Felipe González, sirve para que Gobierno y oposición ventilen sus diferencias y el resto de los ciudadanos nos acerquemos al menos una vez al año al estado de la Cosa Pública. Pero este año el debate ha estado de más. Sobraba. No es que se deba prescindir de él. No. Lo que ocurre es que desde el 9 de mayo de 2010 no ha pasado ni un sólo día que uno no esté atento a todas y cada uno de las noticias de alcance económico, se produzcan donde se produzcan: deuda soberana, prima de riesgo, agencias de calificación, ultractividad, Portugal, Grecia, Ángela Merkel y sus ocurrencias, etc. La situación económica lo ocupa todo. La razón no es que de repente haya nacido en nosotros un inusitado interés por leer la prensa económica. La razón es que todos, en la medida que nos toca, sufrimos las consecuencias económicas. Cuando se habla de deuda soberana y de prima de riesgo todos pensamos en nuestras hipotecas o en la imposibilidad de obtener crédico para tenerla o del coste que nos va a suponer obtenerlo.

El debate de ideas está muy bien. Los reproches partidistas, cuando la economía es favorable, nos pueden resultar graciosos y ocurrentes; pero en la situación actual no parece lo más edificante ver tirarse los trastos los unos a los otros. A la mayor parte de parados, de damnificados por esta crisis, a estas alturas de partido poco les importa quién tenga la culpa. Lo que exigen es una pronta recuperación. Una solución. Y esta sólo puede salir del consenso.

Resulta bochornoso observar cómo en Grecia, a punto de entrar en banca rota, si no lo está ya, los políticos de la oposición, los que en su día gobernaban y maquillaron las cuentas y mintieron con descaro sobre la situación de su contabilidad, ahora desde los bancos de enfrente se oponen a cualquier medida que viabilice la salida económica del país. ¿Con qué objeto? Con el de que caiga el Gobierno. Igual sucedió en Portugal.

Grecia, Islandia, Portugal... ¿Italia? Por si no fuera poco hoy Barak Obama ha anunciado que si el Congreso de los Estados Unidos no amplia la capacidad de endeudamiento de las cuentas públicas, por primera vez en la historia, este país se podría ver abocado a la suspensión de pagos. La oposición de Obama le da una alternativa para desbloquear la situación y autorizar los préstamos necesarios. Los Republicanos exigen reducir los costes en prestaciones sanitarias. Los Estados Unidos no es una nación que destaque justamente por la cobertura sanitaria a sus ciudadanos, pero a pesar de ello los republicanos exigen rebajarla. Hay que recortar gasto sanitario, dicen los que mandan en el Congreso americano, sabedores de que la apuesta de Obama ante su electorado fue justamente la mejora del sistema público de sanidad. Es decir, hay que darle donde más le duele. ¿Finalidad de la propuesta? Sin duda, alejarlo de sus seguidores y deteriorar su imagen y espectativas electorales ante los próximos comicios.

Los analistas dicen que si Estados Unidos entrase en suspensión de pagos las consecuencias para el resto de la comunidad internacional serían desastrosas. No se precisa entrar en más detalles.

Lo lamentable de esta situación es que el presidente Obama hace tan solo unos días hacía públicos los costes de la intervención de Estados Unidos en Afganistán. ¡8.000 MILLONES de dólares americanos al mes! Esta astronómica cifra es lo que cuesta mensualmente pagar los gastos militares por la permanencia de los soldados en este país. A esta cantidad habrá que sumarle las cuantiosas cifras que representan las intervenciones de Irak, Libia, etc., etc.

Oyendo estas cosas, viendo que los políticos se sientan en sus escaños para decir semejantes memeces, que en ningún caso son representativas de la opinión pública, conscientes de la crítica situación que vieven familias y empresas cómo no va a estar uno INDIGNADO. Vamos, es como para correrlos a gorrazos. ¿Es tan difícil entender las razones del cabreo?


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