sábado, 4 de junio de 2011

Mladic, el carnicero de Srebrenica

Por fin el Gobierno serbio ha entregado al general Mladic, acusado por el tribunal internacional de genocidio. Hasta hace bien poco el Gobierno democrático y constitucional de aquella República no sólo le facilitó al criminal cobijo en sus fronteras sino que lo premió con una pensión vitalicia. Este militar todavía hoy es considerado como un héroe para una buena parte de la población Serbia. Por eso urge tanto esclarecer cuál fue su participación en hechos execrables de la reciente historia de aquél país. Urge sobretodo que los jóvenes conozcan la historia.

La historia es sencilla de entender: la antigua Yugoslavia fue forjada por el mariscal Tito a partir de 6 repúblicas independientes más un territorio indefinido, Kosovo. Durante el proceso de unión, durante la segunda Guerra mundial fueron masacrados los judíos, los gitanos y también los serbios. Mladic, como su mentor Karadzic (juzgado ya por el tribunal internacional), es serbio. Ambos creían firmemente en la República ex-Yugoslava de Tito. Ambos lucharon por mantener la unión de todos los territorios. No lo consiguieron. 

La República Socialista Yugoslava finalmente se dividió en sus seis reinos originales, formando otras tantas repúblicas, las mismas que Tito había mantenido unidas desde finales de la 2ª Guerra Mundial.

Mladic nunca aceptó la independencia de estos territorios.Tenía un poderoso instrumento para oponerse a ello: el ejército. Y encontró una escusa para justificar su cobarde actuación.  Como he dicho los judíos, los gitanos y de forma singular los serbios sufrieron una dura persecución étnica, Ahora a Mladic se le presentó una ocasión única para vengarse. Tenía para ello dos poderosas razones: la primera, la unión de la patria, la formación de la Gran Serbia, es decir una reformada Yugoslavia con los territorios independientes que quedaban. La segunda razón es la religiosa. Él, como el 90% de los Serbios, es cristiano ortodoxo. Los enemigos del Estado, los Kosovares son musulmanes. La venganza está servida. Nuevamente el inapelable, viejo y conocido argumento de la Santa Cruzada.

Cuando se le presentó la ocasión, Mladic con una mente fría separó a las mujeres y niños de los hombres. Reunió aproximadamente a 8.000 hombres de religión musulmana que se resistían a reconocer el predominio de la Gran Serbia y ordenó su cobarde ejecución. Asesinó a sangre fría a más de 8000 hombres. No existía ninguna razón (nunca existen razones para asesinar a nadie), pero en este caso tampoco hay que buscarlas. No fue más que el instinto por satisfacer su sed de venganza.

Por fin hoy Serbia ha dado un paso importante, no como dicen algunos para incorporarse a la Unión Europea, que había exigido como paso previo la entrega del criminal, sino para ser realmente esa  Gran Serbia soñada. Al tribunal internacional le corresponde la tarea ingrata; pero necesaria de esclarecer los hechos ocurridos en Srebrenica, de los que fue triste protagonista el carnicero de Mladic y otros 8000 musulmanes, que desgraciadamente no van a poder sentarse en el banquillo para acusarlo y dar testimonio de la brutal masacre.

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