viernes, 24 de junio de 2011

Gambusinos y fiscadores

Cuando recorro parajes escondidos por la naturaleza  y en ellos encuentro vestigios de antiguas labores mineras, me resulta inevitable hacerme la pregunta de cómo fue posible su hallazgo. Me pregunto, por ejemplo, cómo los romanos pudieron encontrar el oro en las Médulas o el cobre en la mina profunda de Villamanín, ambos criaderos situados en la provincia de León. Me pregunto qué extraño influjo los hizo desplazarse hasta esos territorios, algunos de muy difícil acceso. Y otra pregunta que surge es quién se ocupaba en aquellos tiempos de buscar y localizar  los yacimientos. Qué características tenía el buscador de minas.

El padre Bartolomé de las Casas en sus crónicas dejó escrito que Cristóbal Colón en su segundo viaje a las Indias embarcó más de un centenar de mineros, algunos expertos trabajadores reclutados en Almadén, y utensilios para escavar en la tierra. El inicio de la explotación minera en América corrió paralela a la marcha del descubrimiento de nuevas tierras. En el Nuevo Mundo la verdadera minería comenzó en el Golfo de México, en el territorio que los conquistadores españoles bautizaron con el nombre de Nueva España. Lo que  hoy se conoce simplemente como México. Es en este país donde aparece el término "gambusino" para designar al buscador de minas, un término con el que se designaba a algo parecido a lo que hoy denominaríamos empresario minero. Un término equivalente que podemos encontrar en Brasil es el de "fiscador". El gambusino o fiscador no sólo se ocupaba de localizar los yacimientos minerales sino que también era el encargado de planificar las labores de extracción y de financiar los costes necesarios para llevar a cabo el beneficio de la mina. Gambusino o fiscador son los términos que responden a nuestra pregunta. Son los artífices de los primeros descubrimientos mineros planificados. Los dos términos están en desuso, pero ambas palabras están cargadas de contenido minero.

Los gambusinos y los fiscadores no tenían una formación académica. Esos antiguos mineros eran una rara especie humana, formada por una compleja mezcla de cualidades, en cuyos ingredientes entraban en diversas proporciones la intuición, la imaginación, el valor y la perseverancia. También la resignación ante la adversidad. Todo minero sabía (y aún hoy sabe) que la adversidad acecha y que tarde o temprano, en algún momento de su vida, se presentará y deberá hacerle frente: cara a cara. 

Los fiscadores o gambusinos no han desaparecido del todo. Lo que hoy podríamos llamar nuevos mineros son herederos y continuadores de aquellos; pero han incorporado a su acerbo cultural y profesional el conocimiento científico, la técnica y los principios de prevención y cautela. A estos modernos mineros hoy también se les puede llamar ingenieros. O mejor dicho, un parte de la ingeniería minera recoge lo mejor de la tradición y del espíritu del gambusino y del fiscador.

En el nuevo minero se conjugan y conviven en armonía el valor y la cautela; el conocimiento y la intuición. Esta característica los hace más sólidos, más fuertes y, en mi opinión, con una preparación distinta a la de otros profesionales de la ingeniería.

En la América latina existen otros términos para designar a los buscadores de fortuna, a los buscadores de oro y metales preciosos, a los buscadores de minerales y piedras preciosas.

En el habla de algunos distritos mineros se pueden encontrar términos como "poquitreros""buscones", "berequeros", "cateadores", "rebotalleros", "garimpeiros", etc. Todas estas voces con la misma acepción: buscadores de mineral; pero a estos individuos no se les debe confundir con aquellos otros que se ocupan de localizar primeramente el yacimiento y ejercen la noble profesión del minero. No es lo mismo garimpeiro que "gambusino". No es lo mismo buscón que fiscador. Les separa un abismo.

Reivindico la valorización del términos gambusino (y también la de fiscador). España se reinventó así misma en el crisol de la Nueva España. En Nueva España, antes de transformarse en México, nació el término gambusino. Hoy tenemos la obligación de conservarlo.

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