miércoles, 22 de junio de 2011

En los Picos de Europa de nuevo

Esta vez han sido dos días seguidos visitando este bello paraje natural. Los cerezos ya han echado flor y los árboles se encuentran a rebosar de fruto. El cerezo se aclimata mal a estas tierras. La altitud hace que la fruta madure más tarde. Las habituales heladas en este tiempo dan muchas veces al traste con una prometedora cosecha.

Las depuradoras de aguas residuales contienen una menor carga de purines y de excretas de animales. Eso es síntoma de que las bestias han sido enviadas a los montes a pasar el verano. Por la carretera, entre Riaño y Puebla de Lillo, a la altura de los Puertos de Tarna y de las Señales, nos encontramos con el parsimonioso balanceo de vacas, yeguas y caballos por la carretera. Es un placer y un auténtico espectáculo contemplar la indiferencia con la que estos animales nos hacen esperar su paso.

Ha sido un día fresco por la mañana, caluroso a ratos, con una niebla intensa en Oseja de Sajambre. Niebla que nos incomodó y acompañó durante un buen trecho. De vuelta a Riaño contemplamos desde la lejanía la estela que las nubes bajas dejaban entre los valles.

Comimos en el restaurante "El molino de Huelde". Huelde no existe. Es una de las localidades que fueron inundadas por el embalse de Riaño. Del molino, en el restaurante, sólo queda la redonda piedra de moler. En el local, en una zona preferente, se muestra la fotografía de una visita del actor Inmanol Arias, acompañado con la que entonces era su mujer. Creo que el actor era originario de Riaño, del viejo Riaño, de aquél que se encuentra sumergido por las aguas. También recuerdo que fue Inmanol Arias uno de los muchos manifestantes que resistió hasta el último día sobre los tejados de las casas exigiendo que no se inundase el valle. Lucha que parece resultó inútil. Esto debió ocurrir a mediados de los años ochenta. Yo tengo el recuerdo de una imagen que me quedó grabada de un jovencísimo Ramiro Pinto, con una cinta en el pelo, en lo alto de un tejado retando a la policía nacional, que le exigía su inmediato desalojo.

No importan los recuerdos con los que uno se acerque a Picos de Europa. No importan las prevenciones con las que se haga. No importa la opinión que se tenga sobre la necesidad y la rentabilidad de la presa. Poco importa la belleza de los pueblos inundados y de los que quedaron al margen. La visita a Picos de Europa siempre mejora nuestro estado de salud. Pienso que la explicación sobre la formación de esas grandes masas calizas no la beberían dar los ingenieros de Minas o los geólogos sino los psicólogos. Ellos sabrán explicarlo mejor.

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