viernes, 26 de agosto de 2011

Reforma exprés de la Constitución o Despotismo ilustrado


El Gobierno y el partido mayoritario de la oposición han decidido modificar la Constitución. Y lo quieren hacer ya. La grave crisis económica que soporta este país no ha sido argumento suficiente para que los partidos del gobierno y de la oposición se pongan de acuerdo en una sola medida que sirva para paliarla. Cada uno ha mirado por sus intereses y para su lado. Y ello a pesar de que España, según los especialistas, debe hacer frente al pago diario en concepto de intereses por los préstamos recibidos de más de 60 millones de euros. O lo que es lo mismo, más de 10.000 millones de las antiguas pesetas. Esta desorbitada cantidad es a la que debe hacer frente España ¡cada día! para abonar sólo los intereses por los préstamos recibidos. Durante estos dos últimos años, a los partidos políticos no les ha sido posible encontrar un lugar común que actúe de cauterio para atajar esta sangría económica del país. A ninguna de las administraciones, gobernadas por partidos de distinto color político, les ha sido posible cumplir con la legislación vigente en materia de déficit público. Todas ellas, en menor o mayor medida, sin excepción, lo han incumplido. Algunas incluso han anunciado que en los años venideros seguirán incumpliendo los objetivos marcados.

No es la primera vez que surge la idea de meter mano en la Carta Magna. En diversas ocasiones se ha puesto sobre la mesa la necesidad de reformar la Constitución: para adaptarla a las exigencias de la incorporación de España a la Unión Europea, para establecer un nuevo orden de prelación en la sucesión a la Corona, con la finalidad de incorporar criterios de igualdad para ambos sexos, etc.

Sin embargo, a la hora de la verdad, todas esas pretendidas reformas constitucionales, aparentemente necesarias y que gozaban de consenso mayoritario, han quedado aparcadas. La razón fundamental es el miedo escénico de los Gobiernos a abrir el melón constitucional: una fruta muy delicada.

Eso hasta ahora. De repente, el presidente Zapatero anuncia la necesidad de reformar la Constitución para incorporar un límite al déficit máximo que pueden alcanzar las administraciones públicas. Lo anuncia un día y al cabo de dos más su proyecto de reforma ya ha encontrado el consenso necesario y ha iniciado la tramitación parlamentaria. Todo ello en pleno mes de agosto, en vacaciones y con el anuncio de unas elecciones generales a la vista. ¡ Un récord, sin precedentes! Lo más paradógico es que con la reforma se pretende incorporar a la constitución una obligación que ya figura en la legislación vigente. Una reforma cuyo único objetivo explicado es el de "tranquilizar" a los "mercados". Única y exclusivamente tranquilizar la voracidad de los mercados.

Desde mi punto de vista, en todo este asunto sólo hay un hecho incontestablemente cierto y este es que el país, España, vive una auténtica situación de EMERGENCIA nacional. Sino cómo es posible que el presidente del Gobierno se descuelgue al final de su mandato con semejante iniciativa y encuentre inmediatamente, en ese mar de desencuentros que ha sido la última legislatura, el consenso del partido mayoritario de la oposición y cuando menos la comprensión de prácticamente, salvo alguna excepción, del resto del arco parlamentario.

El argumento más sólido que existe para mantener esta posición es que no hay nada más contrario a una situación de emergencia que la "pérdida" de tiempo en consultas populares o referémdums. Pero si esto es así. Si la situación tan delicada exige un reforma exprés a qué esperan a decirlo a los ciudadanos. Por qué se empeñan en seguir durmiéndonos con cuentos. ¿Es que acaso no ha quedado claramente expresado el interés de los ciudadanos en participar de forma activa en las decisiones que les incumben? ¿No habíamos quedado en que necesitamos más democracia y menos tutelas?

Nuestros gobernantes, remando a contracorriente, practican la misma filosofía política que la del despotismo ilustrado: "todo para el pueblo, por el pueblo; pero sin el pueblo". Ya veremos que leche da esa vaca. 

Para los pesimistas como yo rescato del baúl de los recuerdos un viejo poema de León Felipe, titulado "Sé todos los cuentos". Dice así:

Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.

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