viernes, 5 de agosto de 2011

La prima de riesgo y los riesgos de la prima

Estos días tenemos el corazón en un puño. Estamos pendientes de las cotizaciones de las acciones en bolsa y del diferencial del bono español con el alemán. Cuando las cosas parecen que empiezan bien; por ejemplo ayer, terminan mal. O cuando las cosas empiezan mal, por ejemplo hoy, parece que marchan (a estas alturas) bien. Pero ocurra lo que ocurra al final de la jornada, nada termina de tranquilizarnos. Nuestra economía se siente débil. Es decir, la percepción que nosotros tenemos de nuestras propias cuentas no es muy elevada y la que tienen los de fuera tampoco. Falta confianza. Esa falta de confianza es justamente lo que  mide el diferencial de la prima de riesgo.

la confianza es un concepto psicológico. No es posible restaurarla con meras declaraciones de intenciones: se confía o no se confía según uno empatice o no con el otro. Pero imaginémonos que el otro termina por empatizar con nosotros. Imaginémonos que se hacen todos esos recortes tan anunciado del gasto público. Imaginémonos que se realizan las reformas pendientes. Imaginémonos que se flexibiliza el mercado laboral y se reducen los impuestos para reactivar la economía. Imaginémonos que por fin cumplimos con todas las demandas del Mercado. Imaginémonos que en ese escenario ideal hemos reestablecido la confianza en la economía española, baja nuestro diferencial con el bono alemán y la bolsa sube a 12 ó 13 mil puntos. ¿Se han resuelto todos nuestros problemas?

Una pregunta más ¿las decisiones que se han adoptado y que de aquí a las elecciones se deberán tomar, reestablecerá la confianza de los españoles en su Gobierno, en los partidos políticos que los sustenta, en el País? Otra pregunta: ¿Puede tener futuro un país en el que sus ciudadanos no tiene confianza ni en sus representantes ni en sus instituciones?

Una estadística hecha pública en estos días indica que un trabajador español aporta a la economía nacional un 73% de lo que hace un trabajador sueco. Sin embargo, la aportación de las grandes fortunas españolas al sostenimiento económico es sólo del 19% de lo que lo hacen las grandes fortuna suecas a su país. Esto indica que en España el peso de la crisis no se reparte por igual. Si finalmente la situación económica se recupera, y esta recuperación es a costa de reducción de gastos y sacrificios de los asalariados, sin tocar para nada los ingresos de los que más deben aportar, la fractura social se producirá inevitablemente. Y francamente no sé cual es el peor de los escenarios: el dibujado por la crisis económica que padecemos y el de la fractura social que está planeando.

Ayer una vecina me hizo reflexionar. Me dijo: lo que tiene que hacer el gobierno es reducir los gatos, quitar políticos y echar a sus países a los trabajadores emigrantes. A los trabajadores emigrantes. Por fin, ya hemos encontrado al chivo expiatorio. En realidad siempre lo tuvimos a la vista. El emigrante. Ese es el gran responsable de nuestra situación. Ahí estaremos totalmente de acuerdo los que más tienen y los que menos, eso sí todos españolitos de, al menos, tercera generación. Así se empieza y ya veremos cómo acabamos si seguimos por esa senda. A mí por ejemplo, como no tengo vecinos de otros países próximos, me molesta uno que vive alado que es de Cáceres y ocupa una plaza en la Universidad de León, que bien podía ocupar yo.

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