viernes, 2 de septiembre de 2011

Dar

Dar: verbo transitivo que significa entregar, donar. Se pueden dar muchas cosas, tanto bienes materiales como inmateriales. Dar una limosna a quien lo necesita es una acto de generosidad poco practicado; pero muy valorado en la cultura cristiana. Para otros, más que un acto de generosidad es una obligación moral contraída con los más desfavorecidos. Los que dan son los buenos. Pero incluso, los hay que han hecho de este "dar" su profesión, y estos son los mejores.

Por ejemplo, dan los maestros. Los maestros de educación infantil, los de primaria. Los maestros de secundaria y de bachillerato. Son profesionales del desapego los profesores de la Universidad. El denominador común de todos ellos, es la dedicación de su vida a la entrega permanente, y sin contraprestación alguna, de sus conocimientos. Habrá quien objete que para eso se les paga un sueldo. Pero se equivoca. Ningún maestro ni profesor, desde las tempranas edades de educación infantil hasta la enseñanza universitaria superior, está unido a un contrato que le obligue a aportar ni un ápice más de lo que viene en el programa. Y si se ciñeran a ese exclusivo papel: dar el programa,  eso no es enseñar. Por tanto, todos los docentes saben muy bien que en cada clase que dan deben volcar todos los conocimientos adquiridos y la experiencia acumulada en años en la ingrata tarea de "enseñar". Esa acumulación de conocimientos y esa experiencia no se paga, aún siendo la que más vale.

Cuando un joven ingresa en la Universidad da por descontado que va a recibir de forma generosa una instrucción en la que como valor añadido se incorporará toda la experiencia acumulada del profesor. En no pocas ocasiones el alumno irá buscando el auxilio del profesor en asuntos que requieren una gran experiencia. Esta experiencia es especialmente apreciada cuando el alumno termina su etapa universitaria y comienza su nueva actividad profesional.

La generosidad es algo consustancial con la transferencia de conocimientos y por tanto con la enseñanza reglada.

En otros ámbitos de la vida, la transferencia de conocimientos y experiencias también tienen una importancia capital. Por ejemplo, ¿qué padre de familia negaría un consejo cimentado en la experiencia acumulada a un hijo, cuando éste lo precisa o lo requiere? Más aún cualquier sensato padre entiende como una de las ineludibles obligaciones del "cargo" aconsejar convenientemente a sus hijos.

Lo que a menudo se olvida es que esta transferencia de conocimientos y experiencias no es unívoca. Va en las dos direcciones: del padre al hijo y del hijo al padre. Del profesor al alumno y del alumno al profesor o al sistema educativo. Del sistema educativo a la empresa y de la empresa al sistema educativo.

Hoy he estado en la Universidad (en uno de los centros universitarios que la integran) y he quedado sorprendido al ver cómo profesionales que desde hace muchos años se han desentendido absolutamente de la institución académica, profesionales de una gran valía, que desarrollan puestos de relevancia en empresas importantes para la sociedad, acuden a protestar por el desconcierto actual con el sistema de doble o triple titulación de Grado, Máster, Doctor, etc., conviviendo las enseñanzas con las antiguas titulaciones. Ellos quieren saber cómo situarse lo más alto posible en el nuevo escalafón. Están en su derecho.

Estos personajes dicen: "¿Qué pasa, que la experiencia acumulada en años de ejercicio profesional no es mérito suficiente para acceder sin más trámite al grado de doctor? ¿El plan de Bolonia no se trata de eso, de que los nuevos titulados adquieran experiencia práctica en la empresa? Pues yo ya la tengo".

Estos individuos después de muchos años vuelven a las aulas a demandar lo suyo. Y a mostrar "su gran experiencia".

Yo pienso que tienen derecho, ya lo dije más arriba. Pienso que todo el mundo está en su pleno derecho a defender sus intereses como mejor le convenga. Pero también digo, ¿Estos ilustres individuos, dónde han estado escondidos todos estos años, agazapados en sus empresas, sin abrirlas a la sociedad ni al mundo universitario y del conocimiento? ¿Dónde ha estado su aportación al sistema educativo para que este mejore? ¿En qué cajón cerrado han guardo toda la experiencia acumulada? Estoy pensando en tantísimos profesionales en puestos de alta responsabilidad que una vez que han abandonado las aulas han vivido a espaldas del sistema educativo. Y me pregunto, ¿cuándo piensan devolver algo de lo que a ellos generosamente el sistema les ha dado?

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