sábado, 26 de mayo de 2012

Antífona del otoño en el valle del Bierzo


Hace ya varios años, en el Auditorio de León, acudí a un recital de Amancio Prada y Juan Carlos Mestre. En aquella ocasión escuché por primera vez la palabra "dulcedumbre" pronunciada a través de los labios de un trovador. Fue apoteósico. En el coche siempre llevo un CD con música de Amancio Prada. Hoy he aprovechado mi viaje a Ponferrada para escucharla una vez más. Para mis hijos ese "una vez más" debería enfatizarlo. Para ellos oírla una vez y otra vez y otra vez, a veces, supone una auténtica tortura. En eso al menos coincidimos. Eso mismo es lo que opino yo de lo que ellos escuchan. Es sólo una cuestión generacional. Yo no desespero, y estoy convencido de que dentro de no mucho tiempo echarán de menos estas melodías, e incluso disfrutarán conmigo de una tarde apacible escuchando esta delicia.





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