viernes, 15 de julio de 2011

Nothing is no thing

Tal como reza el título, nada es nada. En Inglaterra no hace mucho tiempo se pusieron de moda los nothing books, que consistían en un libro cuyas páginas se encontraban en blanco. Por tanto, lo más sugerente del libro era el título. En España hay quien ha importado la idea y trabajando un poco más ha rellenado algunas de sus páginas. Así aparecieron en su momento, por ejemplo, el "Libro de las cosas que no existen". Yo he tenido la oportunidad de hojear este tipo de libros. Entonces no eché en falta nada. Entre otras razones porque los títulos de las obras así lo aconsejaban. Hoy, sin embargo, pondría una objeción. Concretamente en el "libro de las cosas que no existen" falta la descripción de los MERCADOS, que como las brujas, haberlos hailos.

Estos "mercados", aunque nadie los haya visto, son los causantes hoy de tantos dolores de cabeza. Hay quien dice que funcionan por su propia inercia, que carecen de toda lógica y que son imprevisibles. ¿Por qué ese comportamiento tan feroz con España y sin embargo no se manifiestan con la misma contundencia con otros países, por ejemplo con Estados Unidos?

Para responder a esta pregunta cada uno puede arrimar el ascua a su sardina. En todas las respuestas, casi siempre aparece la palabra "confianza". Los mercados no tienen confianza (ni compasión, por lo que se ve) en los gobernantes españoles. Esa falta de confianza es justamente lo que mide el diferencial con el bono alemán en la prima de riesgo. Dicen los entendidos, hay que dar confianza a los mercados para que se tranquilicen. No hay ideología en su funcionamiento, no hay especulación dirigida, sólo funcionan de forma autónoma al margen de gobiernos y empresas. Así son los mercados.

Pero yo me hago una pregunta básica: ¿A quién favorecen sus actuaciones y a quién perjudican? Porque de esta voracidad de los mercados alguien saldrá perjudicado, sino que se lo pregunten a los 4 millones y medio de parados, y alguien saldrá beneficiado. Sería bueno ponerle ojos y cara tanto a los beneficiados como a los damnificados.

De lo que no tengo ninguna duda es que el gran perjudicado en España es el Estado del Bienestar. Ya sólo teníamos "medio" Estado del Bienestar; pero sin duda el gran ataque va contra él. Esos mercados, que no tienen ni ojos ni cara ni responden a ningún mandato ideológico, están enviando misiles a la línea de flotación de nuestro Estado del Bienestar. 

Estos mercados no quieren tanto Estado, mejor dicho no quieren ningún Estado. Estos mercados no aceptan tanta cobertura social. Los mercados exigen mayor flexibilidad en la contratación laboral, menos sanidad y educación pública, menos gasto en becas, en pensiones, etc., etc.

Cuanto más cobertura social tiene un Estado mayor ataque sufre. Se trata de doblegar al sistema. Se trata de hundir el modelo de Estado. No pararán hasta conseguirlo si se les da alas.

¿Quién dice que sus movimientos especulativos no responden a una posición ideológica determinada?, ¿Quién dice que no hay una lógica en los movimientos que realiza?, ¿Quién dice que no son previsibles? A estas alturas ya nadie se lo cree. Lo que se pretende está muy claro, por eso las tibiezas de los Gobiernos conservadores y liberales. Escuchemos a la canciller Ángela Merkel: pobrecillos, los mercados, es que los españoles no les entendemos. Oigámosles y hagámosles caso. Entonces cesarán a buen seguro los ataques. Cesarán los ataques y otras cosas claro.

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