jueves, 14 de julio de 2011

De ingenieros, economistas y políticos

Hoy un amigo me trajo tres hermosos ejemplares de volframita que él mismo encontró en las minas de la Peña do Seo. Yo mismo estuve cerca de ellas recientemente; pero no me atreví a llegar hasta la bocamina. Me lo impidieron un grupo de parsimoniosas vacas que subían solas a su ritmo en la misma dirección que yo. Supongo que ellas en busca de alimento físico y yo de alimento espiritual. Finalmente, se impuso la cordura: "Primum vívere, deinde philosofare". O dicho de otra manera, no me atreví a adelantarlas en las estrecheces del camino, al embargarme un miedo atroz a ser envestido por alguna de ellas. Es lo que tiene despertarse todas las mañanas con la imagen de los encierros de San Fermín. Me quedé en el poblado minero de la Piela con mi bocadillo de tortilla francesa.

Mi amigo, recién llegado de Chile, recolector nato de especies minerales, meteoritos y otros productos del reino mineral, me preguntó sobre algunos ejemplares de minerales que tenía sobre las estanterías. Fui dándole cuenta de la procedencia, que tengo cuidadosamente anotada en la base de cada piedra. Muy extrañado fue corrigiéndome el origen de cada ejemplar. Por ejemplo, yo le decía: esta es de la mina de Rubiales, en Lugo; y él inmediatamente me contestaba: "imposible", por su aspecto, por los minerales que lleva asociados, debe ser de las minas de Áliva de Cantabria. Inmediatamente revisaba la base de la piedra y efectivamente en ella figuraba la procedencia indicada. Así una y otra vez. Esto confirmó algo que yo ya sabía y es que mi amigo es un auténtico especialista en minerales.

Esto es lo que suele ocurrir en la Ingeniería. Uno se topa con un especialista que cuando te pones en sus manos todo parece infinitamente más sencillo. Todo es más claro. Las explicaciones son comprensibles y lógicas. Todo cobra sentido.

Ojalá en la economía todo fuera igual. Durante estos días, cuando la prima de riesgo española ha superado el umbral de los 350 puntos básicos, hemos oído explicaciones de ilustres economistas que en vez de tranquilizarnos nos generan mayor zozobra. He escuchado de todo: desde los que opinan que todo es muy sencillo de entender hasta los que creen que el asunto tiene su enjundia y debe dejarse sólo a los especialistas, a los mismos que nos han metido en el lío.

Yo era de los que pensaba (sin ser economista ni especialista de nada) que la cosa era muy fácil de entender y corregir. Si el Estado está endeudado hasta las cejas sólo hay dos opciones: o se bajan los gastos, reduciendo salarios, inversiones, Estado de Bienestar, etc. Es decir, realizando grandes sacrificios, o se suben los ingresos, mediante el aumento de las tasas e impuestos. Es decir, haciendo grandes sacrificios. Se elija el camino que se elija, reduciendo gastos o aumentando los ingresos vía impuestos, habrá que realizar grandes sacrificios. Pero todavía nadie nos ha dicho durante cuanto tiempo será necesario realizar estos sacrificios para equilibrar nuestras cuentas: un año, dos años, tres, cuatro, un lustro...

Pero estos días, al escuchar a algunos "especialistas" me he dicho: esto no es tan sencillo. Hay otros muchos factores que entran en juego y que no he tenido en cuenta. Yo desconozco qué impedimentos existen para que el Gobierno cuente a los ciudadanos qué es lo que está haciendo y cuánto tiempo estaremos en esta situación. Se habla de cosas incomprensibles para el ciudadano medio para justificar la actual situación económica. No se es nada claro. El presidente del Gobierno dice que la economía ha crecido en este último trimestre, el jefe de la oposición dice que no. Y mientras estos no se ponen de acuerdo absolutamente e irresponsablemente en nada, los únicos que ganan son esos grandes desconocidos que llamamos "mercados". El ejemplo más paradigmático lo tenemos con la situación griega, que mientras la Unión Europea discute qué día se reúnen y cuál será la empresa de cátering que les servirá el vino o la cerveza alemana, para que todo quede en casa, los mercados devoran a grandes dentelladas el país heleno.

Si como parece ser todos perdemos y sólo ganan ellos, los mercados. ¿Por qué no se aborda de una vez por todas la cuestión de la regulación de los mercados, de las agencias de calificación que tanto daño están haciendo, que son el brazo visible y ejecutor de los mercados, y de paso se le otorga una beca vitalicia a Ángela Merkel para que se dedique a tiempo completo a su cátedra de física de la Universidad de Berlín?

Al final, si los políticos, empezando por ese extraño belga que está al frente de la Comisión Europea, continuando por esa joya inglesa que se ¿ocupa? de las relaciones exteriores europeas y terminando por todos y cada uno de los presidentes de Gobierno, no abordan la cuestión que más preocupa a los ciudadanos, es posible que tengamos que ser los ciudadanos quienes por fin nos ocupemos de ellos.

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