domingo, 4 de marzo de 2012

Vaca leonesa, aguja y ternera argentina

Este sábado fui a Ponferrada a degustar una variedad de carnes que me habían anunciado se preparaban en un conocido restaurante. Cometí, al menos, dos errores. El primero, pasar por casa de mi madre. No pude resistirme a probar un poco de las sobras del cocido del medio día y un trozo, quizás alguno más, de bizcocho hodierno . El segundo consistió en la compañía elegida. Estas dos circunstancias hicieron que la comida quedara en un segundo plano, de manera que no me es posible certificar la calidad de la cocina.

Me he traído para casa deberes. El último libro de Saramago, Claraboya, la novela perdida, que su autor se negó a publicar después de que fuera rechazada por una editorial cuando se la envió en su juventud, y dos libros más, de Jorge Ibargüengoitia que, me perdone el escritor, sus admiradores y mi hermana que me los regaló, no tengo ni puñetera idea de quién es. No sé el orden por el que empezaré su lectura; pero de lo que sí estoy seguro es que ésta será a partir de mañana. Hoy ya es muy tarde.

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