domingo, 25 de marzo de 2012

El trabajo bien hecho

Para algunos existen actividades muy importantes, algo importantes y poco importantes. Una adecuada jerarquización de los encargos de trabajo en función de su importancia, con permiso de la nueva reforma laboral del Gobierno, nos puede ayudar a retener por algún tiempo más nuestro puesto de trabajo. Es habitual que ante un encargo de trabajo cualquiera, antes de acometerlo, uno se pregunte en primer lugar por su grado de importancia. Si es poco importante nos podemos relajar y despacharlo en unos minutos, juntando unas cuantas letras, en algo que se podría parecer a un "informe"; pero que en realidad no es más que una relación inconexa de frases que el oficio y la práctica nos dictan casi de forma mecánica.

Sin embargo, para mí todos los trabajos son igual de importantes. O mejor dicho, el último de ellos, el que tengo en estos momentos entre manos es el más importante. Para mí, el último encargo es siempre el más importante. Y como tal lo acometo con la misma ilusión del principiante.

El empeño y la ilusión puestos en su elaboración son factores determinantes para que el trabajo resulte bien hecho. Pero no son los únicos ingredientes. Un trabajo bien hecho debe aportar siempre alguna novedad. Debe ser creativo o lo que es lo mismo, debe ser heurístico. Además, en su desarrollo, en la fase de elaboración debe proporcionar al que lo realiza (además de satisfacción) conocimientos y, por tanto, debemos obtener de él alguna enseñanza: es decir, debe ser propedéutico. Finalmente, si queremos que el trabajo esté realmente bien hecho debe servir también para que los demás, a quien va dirigido o a cualquier otra persona que lo lea, puedan aprender y obtener de él alguna enseñanza, debe servirles de modelo o lo que es lo mismo, debe ser ejemplarizante o paradigmático.

En definitiva, para que un trabajo esté bien hecho debe acometerse con la misma ilusión que el primero, dándole la misma importancia que al más importante, se debe disfrutar durante su elaboración y el resultado debe ser "heurístico", "propedéutico" y "paradigmático".

Esta es una fórmula maravillosa. La aprendí de un viejo profesor de la escuela de ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, para que no me acusen de corporativista. La he leído, en palabras escritas por su hijo, en innumerables ocasiones. Y otras tantas veces la he difundido. La divulgo como si su paternidad fuese mía, convencido de su utilidad, porque yo la aplico y sé que funciona. Es la fórmula mágica para realizar un trabajo bien hecho.

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