martes, 15 de noviembre de 2011

Extrañas coincidencias

Cuando aparecieron los primeros síntomas serios de la crisis, el primer ministro francés habló de la necesidad de refundar el capitalismo. Para la izquierda, sin embargo, la ocasión era propicia para anunciar el fin del capitalismo e incluso esa misma izquierda recuperó el viejo discurso marxista en el que se decía que las contradicciones del capitalismo acabaría con este sistema. Y el momento había llegado. ¿Pero realmente estamos ante una contradicción o por el contrario estamos ante la visión más pura (y descarnada) del capitalismo? Es obvio que la respuesta a la crisis en absoluto ha consistido en alguna de estas dos opciones: ni re-fundación ni salida por la "izquierda", sino más bien todo lo contrario: más capitalismo de manual: aplicación de más ajustes, reducción de déficit públicos, etc.

A pesar de todas las medidas aplicadas por los Gobiernos de los países periféricos, los mercados se muestran insaciables. Quieren más. Hacen quebrar a Islandia, Grecia, Portugal... Y es posible que también a Italia y a España. ¿Y después qué?

Todo apunta a que si los mercados siguen presionando la Unión Monetaria, la Unión Económica, la Unión Europea se van directamente al garete.

Lo más sorprendente es la respuesta que ha dado a esta situación el Gobierno europeo (Sarkozy-Merkel). Esta ha consistido en retirar de la dirección política a los políticos y poner en su lugar a los técnicos, a los gurús del mercado, a los tecnócratas. La Unión Europea no se ha cortado un pelo y ha puesto primeros ministros en Grecia y en Italia. Así, sin más, y sin despeinarse. Y en los países en los que no pone primeros ministros, susurra a éstos en el oído las políticas que deben hacer, y si no hacen lo que se les dice echan regañinas del tipo "malo Berlusconi", "lento Zapatero", "tu tiempo ha terminado, Sócrates"...

Quién iba a decirnos hace tan solo unos meses que coincidirían en algo tan importante los indignados del 15M y los mercados: en la defenestración de los políticos. Ya advertimos en su momento de este riesgo. Algunos se equivocaron al lanzar precipitadamente proclamas contra todo político que se mueva y por extensión contra la política. Los que gritaban ¡fuera políticos¡ hoy les han escuchados los mercados, que han aceptado la sugerencia y han dicho: pues sea: fuera los dirigentes de Grecia e Italia, nos lo pide el pueblo (y el bolsillo).

Desde luego a mí no me gustaba nada Berlusconi; pero eso no es óbice para advertir que tanto en Italia como en Grecia debían haber sido los ciudadanos de sus respectivos países quienes decidieran sobre su futuro y el de sus dirigentes; pero no ha sido así. Han sido sustituidos, relevados, sin consultar a los ciudadanos y sin convocar elecciones, y todo ello por órdenes de la superioridad. ¿Este es el modelo que queremos para salir de la crisis? Insisto: ya advertimos de este peligro y ya dijimos que la solución no está en la denigración de la política, en la desidia o en la abstención. La solución consiste en todo lo contrario, en un mayor compromiso social, en una mayor implicación de los ciudadanos en las decisiones de Gobierno. La solución, en definitiva, es más participación y más democracia.

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