viernes, 18 de enero de 2013

No al cierre de la Escuela de Minas de León

No hace mucho tiempo firmé un documento de apoyo que se oponía al cierre de la Escuela de Minas de Almadén. En este mismo espacio di cuenta de ello. Entonces dije, como así es, que no me unía nada a la citada institución académica; pero el peso de la historia era tan grande, que me parecía un auténtico disparate cerrar aquél emblemático establecimiento docente.

Entonces veía los toros desde la barrera. En cambio, ahora los veo desde la arena, porque durante estos últimos días, la noticia ha sido que la Junta de Castilla y León pretendía cerrar la Escuela de Minas de León por falta de alumnado. Las únicas razones que se apuntaban para adoptar tal decisión eran de carácter económico. Ahora no puedo decir lo mismo que dije para la Escuela de Almadén. Esta vez sí que me afecta directamente, porque es la Escuela en la que yo me formé. Y de la formación y la instrucción allí recibidas estoy muy orgulloso. Tanto que, probablemente, el único equipaje y el único soporte científico y técnico que tengo se le debo íntegramente a este centro. Será mucho o poco; pero se lo debo a los profesores de esta Escuela. Por eso, en esta ocasión, no puedo ser objetivo.

Cuando escribo estas líneas lo hago sabiendo ya que probablemente no se consume esta desafortunada propuesta. En realidad no sé ni si quiera si la administración educativa la llegó a poner sobre la mesa. Sólo sabemos lo que los medios de comunicación han publicado. Y como digo, a esta hora, afortunadamente, todo apunta a la permanencia de estos estudios impartidos por la Universidad leonesa.

A pesar de ello, quiero hacer una reflexión. La Escuela Superior y Técnica de Ingenieros de Minas de León es el único centro de enseñanza público de Castilla y León en el que se imparte esta rama de la ingeniería. Por tanto, es un hecho diferencial respecto a otras titulaciones que debe tenerse en cuenta. Si se suprimieran estas enseñanzas, ¿de dónde pretende sacar la Administración regional los titulados para ocupar los servicios territoriales de minas? Las empresas del sector en la Comunidad ¿de dónde van a sacar los profesionales para dirigir y desarrollar sus procesos productivos? Resultaría paradójico que la Comunidad Autónoma forzase a los jóvenes a salir del territorio que administra para buscar formación y empleo y, a la vez, importase titulados formados en otras universidades por no disponer en casa de estos estudios. Sería una franca contradicción.

Por otro lado, la minería, empleado este término en el sentido más amplio de la palabra, es un sector estratégico para la comunidad, no sólo por la extracción del carbón con el que se alimentan las centrales térmicas, las canteras que abastecen el sector de la obra pública y la construcción o todas las cuestiones relacionadas con las energías renovables, sino también, por ejemplo, porque la Comunidad Autónoma dispone de uno de los acuíferos más grandes de Europa, asociado a la cuenca del Duero, que es necesario gestionar. Son múltiples los campos en los que se justifica la presencia de un ingeniero de Minas, debido a que es una de las ingenierías más multidisciplinar que existe. El uso racional del agua, el acceso a las energías renovables, la preservación del medio ambiente, la explotación sostenible de los recursos naturales, combustibles y no combustibles constituyen valores que se cuidan en la Escuela de Minas de León, cuyos titulados, al finalizar sus estudios, adquieren un firme compromiso en su defensa.

Los titulados de minas históricamente han sido un motor de la economía de esta región. No me voy a remontar a los tiempos en los que España disponía de colonias en América y explotaba sus abundantes recursos naturales, principalmente oro y plata; pero la aportación de la ingeniería de minas al PIB nacional ha sido muy importante, igual que los es en estos momentos al PIB regional. Y en un futuro, sin lugar a dudas, lo seguirá siendo. Se puede decir sin ningún tipo de rubor que la sociedad castellano y leonesa necesita de los profesionales de minas para situar la economía donde le corresponde. Y no por otra, sino por esa razón, la Administración regional precisa de los titulados de minas y de la Escuela de Minas de León, de la que no puede prescindir. 

Lo que me parece, especialmente en estos momentos, un error estratégico con mayúsculas de nuestros gobernantes es no fortalecer la titulación de minas. Es decir, no se trata sólo de que no desaparezca del mapa de titulaciones que se imparten en esta Comunidad, sino que, en sentido contrario, la de Minas debe ser una titulación prioritaria, que debería contar con el apoyo explícito y declarado de los responsables de la Consejería de Educación. Esta crisis económica que estamos padeciendo en Europa y en España se superará y entonces debemos estar preparados para que los sectores estratégicos que dinamizan nuestra economía cuenten con las personas más cualificadas para ello.

Tampoco me quiero apartar del argumento esgrimido para un hipotético cierre: el reducido número de alumnos interesados en cursar estos estudios. La Escuela de Minas nunca fue un centro que atrajese a las masas de estudiantes. Bien al contrario, cuando existía una única Escuela, la de Madrid, hubo años en los que no ingresó ningún nuevo alumno. ¿Se imagina alguien que, en aquéllos tiempos, por este único motivo el Gobierno cerrase la Escuela de Minas? Más bien todo lo contrario, lo que se hizo fue estimular las "vocaciones" de los jóvenes para que se animasen a iniciar y concluir estas enseñanzas. De igual manera hoy la administración y las instituciones académicas deberían promover los estudios de Minas, que en ningún caso suscitarán un interés mayoritario; pero ni falta que hace. Lo relevante es que la formación de las promociones de titulados que concluyen sus estudios sea del nivel y la calidad que la sociedad demanda.

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