lunes, 19 de diciembre de 2011

Número 22235, de la Divina Providencia

Puede ser el número de una resolución, de un auto o de una sentencia judicial. Puede ser el número de un cojinete de un vehículo marca SAB. Puede ser la página del Boletín Oficial en el que aparezcan publicados los presupuestos Generales del Estado para el próximo año. Precediéndolo de las siglas ID, puede formarse el nombre de un gen de un ratón o el de la molécula de carbono que forma un nanotubo. 

No es un número primo. No es un número perfecto. No es un número de Catalán. No es un número de Bell. Pero sí podría ser, si existiese, el código postal de una localidad de la provincia de Huesca.

Lo podríamos transformar en binario, y tendría este aspecto: 101011011011011. O en uno "octal", que tomaría la forma 53333. También lo podríamos transformar caprichosamente en uno Hexadecimal, adquiriendo el siguiente aspecto: 56db.

El seno del número 22235 existe, y es -0,92940. El coseno también existe y es 0,369057 y la tangente es el resultado de dividir el seno entre el coseno, es decir: -2,5183. Haciéndole mil perrerías podría determinar su raíz cuadrada, cúbica o las operaciones aritméticas que más me placiese, que para eso son los números, para hacer con ellos lo que uno quiera. Por ejemplo, podría dividirlo entre dos y resultaría el número 11118. Operando también lo puedo reducir a un sólo dígito: 2+2+2+3+5=14; 1+4=5. El número cinco puede representar al número de hijos que tuvieron mis padres, o los años de un lustro o el período de un mandato presidencial en los Estados Unidos de América. Con los números uno puede hacer juegos malabares, sólo hay que tener cuidado de que no se te caigan.

Los números pueden ser mágicos, amigos o perfectos (para Juan José Millas, también pueden ser IDIOTAS). Mis dos hijos nacieron en un día 28, que es un número perfecto (en realidad, el segundo de los números perfectos conocidos. El anterior es el 6). Los números también pueden ser deficientes, abundantes, pares, impares o primos.

Si yo fuera un espía. Si esto fuera la Guerra Fría, el número 22235 podría contener un mensaje cifrado. Y los servicios secretos de medio mundo estarían destripándolo sobre sus mesas. 

Lo cierto es que el 22235 es el número del código postal de la localidad de la Divina Providencia, en Tijuana, en el Estado de la Baja California Norte, en México.

Tal como se puede ver, en el imperio de los números nunca se pone el Sol.

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