viernes, 16 de septiembre de 2011

Pilar de Valderrama tomó café en casa de mi hermano

Esta mujer salió del anonimato en 1981 al publicar la obra autobiográfica "Sí, soy Guiomar". En este libro ella misma se desvelaba como el amor secreto del gran poeta Antonio Machado, al que según ella conoció en un hotel de la ciudad de Segovia. En los años 30 el mundillo intelectual andaba revolucionado con la posible noticia del nuevo estado de enamoramiento en el que de forma no declarada se podía encontrar Machado, reflejado en sus poemas a su amada Guiomar. Concha Espina estuvo durante muchos años detrás de la pista. Habló con Machado y tuvo acceso a algunas de sus cartas dirigidas a su anónima amada. En los años 50, Concha Espina publicó un extraño libro intitulado "De Antonio Machado a su grande y secreto amor". A falta de programas y televisión telebasura, todavía por inventar, publicó esta especie de novela rosa que generó un auténtico revuelo entre la intelectualidad de la época. El libro fue el pistoletazo de salida que dio inicio a la búsqueda y captura de la identidad y del rostro de la musa de Machado.

Como ya he dicho, Pilar de Valderrama, esposa del ingeniero Rafael Martínez Romarete y cuñada del gran escultor palentino Victorio Macho, desveló el secreto al afirmar que la musa y amada de Machado, es decir, Guiomar era ella. Y lo hizo cuando ya había fallecido su marido, sus hijos tenían una edad adulta y la sociedad española, según ella, estaba preparada para recibir esta información sin reproches hacia su persona, puesto que era muy recatada, casta y puritana.

Yo he leído con atención, hace ya tiempo, el libro y puedo afirmar con rotundidad que no me gusta nada su autora. Como me parece indecente que Pilar haya entregado los originales de las cartas de Machado manipuladas, suprimiendo párrafos enteros o corrigiendo expresiones que a ella le parecían impúdicas o muy fuertes o críticas hacia su actitud. Sin entrar en más detalles mantengo lo dicho: no me gusta un pelo Pilar de Valderrama.

Según los biógrafos de Machado, sobretodo Ian Jibson, y las manifestaciones realizadas por la propia Pilar, Machado y ella se encontraban secretamente en un café de la actual calle Pablo Iglesias, de Madrid, cerca de la confluencia con Reina Victoria. Ante la familia yo siempre he presumido de conocer perfectamente este barrio de la capital. Allí, en esa misma calle, en un edificio próximo a Reina Victoria, vivió un hermano y muy cerca mi hermana, por tanto he paseado con frecuencia por sus aceras. Y siempre que lo hago me gusta fantasear con la idea de ver paseando a Machado del brazo de su amada, pese a la hostilidad que le profeso (a la amada, no al poeta). Incluso Machado y Pilar pudieron tomar café en el mismo solar sobre el que hoy se levanta la casa de mi hermano.

Evoco todos estos recuerdos porque mi hijo mayor acaba de comenzar el curso de cuarto de la enseñanza secundaria. Ojeando su nuevo libro de lengua y literatura (Ed. Santillana), en la breve descripción que se hace de Antonio Machado dice que conoció a Pilar de Valderrama, su musa, en la localidad jienense de Baeza. Sin ser un experto en la cuestión, me inclino a pensar que todo ha sido un desliz o un error de los autores de la obra. Como he dicho este encuentro se produjo en Segovia. Por tanto debe corregirse porque a pesar de todo, una parte importante de la obra de Machado se debe a este encuentro con Pilar y a sus innumerables paseos y cafés de fin de semana en Madrid.

Yo he cumplido con mi obligación al ponerlo en conocimiento de mi hijo para que lo consulte con su profesor de instituto y se resuelva el conflicto de forma pacífica. Se lo he anotado en el propio libro para que no se le olvide cuando llegue ese capítulo; pero por la cara que me ha puesto al decírselo intuyo que llegado el momento reusará hacer comentario alguno: ¿Para qué?

Yo no insistiré más en el asunto por varias razones. La primera porque de Machado sólo me interesa su poesía no la novela rosa y la segunda porque no falta quien mantiene que Pilar de Valderrama, incluso, podría ser una impostora. Y esta opinión, aunque ciertamente algo improbable de que sea cierta y se mantenga con el tiempo, me hace feliz. Albergo la remota esperanza de que cuando mi hijo pequeño, dentro de un par de años, llegue a cuarto de la ESO en su libro de literatura aparezca: "Antonio Machado no conoció a Pilar de Valderrama, mujer pura y casta, casada con un "Donjuan", de profesión luminotécnico del teatro María Guerrero, cuñada del gran escultor Victorio Macho: por tanto, debemos seguir buscando a Guiomar". ¿Se me nota mucho la tiña que le tengo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario