lunes, 11 de febrero de 2013

El próximo Papa: Rouco Varela

El jefe de los obispos españoles, el cardenal Rouco Varela, nada más conocer la decisión de Benedicto dieciséis de presentar su renuncia al papado, ha convocado una urgente rueda de prensa para valorar la iniciativa (la ocasión lo merece, debió pensar el purpurado). Al ser preguntado por las razones íntimas del Sumo Pontífice fue cauto. Dijo que no podía hablar de algo que no conocía y por tanto había que atenerse a las propias palabras del afectado. Pero lo que dijo a continuación os aseguro que no me lo he inventado ni es una broma, aunque lo pueda parecer. Rouco confesó que nada más haber sido elegido el cardenal Joseph Ratzinguer como sucesor de Pedro, los obispos que no lo conocían suficientemente o no habían tenido un trato habitual con él, según el obispo español, no sabían "cómo iba a mover las manos", y después "pudieron comprobar que las movía muy bien". Al oír semejante boutade me quede perplejo: ¿En eso se resume para Rouco Varela los casi ocho años de ministerio de Benedicto XVI: en que mueve bien las manos? Me pareció alucinante. Después recordé que el cardenal español es gallego y pensé: seguro que lo ha dicho con retranca. Recordé la impresión que me causó la primera imagen del recién elegido Benedicto XVI, con una sotana dos tallas más pequeñas que la que le correspondía y ejercitando un movimiento de manos casi ridículo que le ha perseguido en todos los actos multitudinarios. ¿De qué otras cosas podía hablar el gallego Rouco? ¿De las visitas papales a España organizadas por él mismo y la trama Gürtel asidos de las manos, al alimón? No. Por supuesto que no. Qué mejor titular para desviar la atención que decir que Benedicto XVI movía muy bien las manos. ¡Impresionante el gallego! Ante la enjundia de tal declaración no hay periodista que se resista: una carcajada cómplice de todos los asistentes y asunto zanjado. Rouco Varela es mi candidato. Si yo tuviera alguna influencia en la Curia, pediría un voto unánime del colegio cardenalicio para este trovero, que improvisa estos maravillosos cánticos que hacen levantase a uno de la silla. Repetidlo para vuestros adentros. Observad la profundidad del mensaje: ¡Benedicto XVI, qué bien movía las manos!

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