domingo, 30 de septiembre de 2012

Tú, cuya mano. (Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio)

Una de la canciones más bellas que se haya compuesto. La letra es de Agustín García Calvo. La música de Chicho. En esta versión cantan Amancio Prada y el propio Chicho. ¡¡¡Qué maravilla!!!




viernes, 21 de septiembre de 2012

Inversión en I+D en España, una realidad incómoda


Dicen que España debe cambiar su modelo productivo. Dicen que ese nuevo modelo no puede basarse en la especulación y el ladrillo. Dicen que la solución está en la innovación. Dicen que el mayor capital del país está en la formación que disponen nuestros jóvenes universitarios. Dicen que la actual es la generación más preparada de la historia.

Deberíamos felicitarnos por tanta unanimidad en el análisis y más porque todo el mundo tiene claro el camino que debemos seguir. Lo que ocurre es que la realidad es tozuda.

Es un daño grande el que se le va a hacer a nuestros jóvenes con la nueva política de tasas universitarias y de concesión de becas; pero si se me pregunta yo diría que lo que ya se está haciendo silenciosamente en España con los jóvenes investigadores constituye una verdadera sangría.


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Todo ocurrió un 18 de septiembre


El pasado 18 de septiembre hizo 12 años que falleció mi padre y su entierro y funeral se produjo un día más tarde. Es decir, el 19. Ayer 18 de septiembre, el mismo día que mi padre, falleció Santiago Carrillo y su funeral se celebrará, parece ser, también un día después. 
La listilla de mi hermana, que en eso se parece a su hija con la diferencia de que la niña es más guapa, me ha recordado esa coincidencia. Y una más, que yo ya había olvidado. Fue también un 18 de septiembre; pero de hace nueve años cuando envié un artículo de opinión al Diario de León. En él narraba mi encuentro con el líder comunista.
A continuación reproduzco, sin quitar ni poner una sola coma, el artículo que envié como digo para su publicación un 18 de septiembre y que salió por coincidencias del destino el día siguiente: un 19 de septiembre.

Diario de León 19/09/2003
Santiago Carrillo otra vez en El Bierzo
"HACE 17 años -yo entonces no contaba con más de 21-, conseguí un viejo listín con las direcciones y teléfonos de los diputados y senadores de las Cortes Generales. Marqué un número, y al otro lado del aparato sonó clara la voz de una mujer. Era Carmen, la esposa de Santiago Carrillo. Fue ella quien lo requirió para que cogiera el auricular. Y fue ella también la que me proporcionó el tiempo justo para que yo pudiera tomar aire y respirar hondo. A los pocos minutos Santiago Carrillo y yo ya habíamos convenido encontrarnos en Madrid. Tenía el despacho en la plaza de Santa Ana, en el mismo edificio, y justamente en un piso más arriba, que una oficina del Obispado de Madrid. ¡Caprichos del destino, supongo! Cuando subí las destartaladas escaleras y observé tantas cámaras de seguridad instaladas en el inmueble, lo primero que se me vino a la mente fue que su cometido no podía ser otro que la vigilancia mutua entre los Obispos y Carrillo. Segundos después deseché por absurda tal idea, al recordar aquella frase del líder comunista en el Congreso de los Diputados, cuando espetó a sus señorías que «Dios nunca olvida a un buen marxista». Yo de Santiago Carrillo sabía muy poco. Había leído algunas cosas, y algunos ilustres socialistas habían contribuido a dar pábulo a la leyenda negra del viejo comunista. Recuerdo una ocasión, en una cafetería de Ponferrada, en la que Enrique Múgica nos contó con detalle algunos aspectos de las infructuosas relaciones de Santiago (neófito comunista) con su padre Wenceslao (viejo socialista). De aquel día guardo una dedicatoria de Múgica sobre una foto de Felipe González, tan soez la dedicatoria como el personaje mismo. Después Carrillo nos contaría algunas curiosidades del «socialista» Múgica. Al encuentro, aparte de mi hermano, asistió Miguel A. Fernández «Tanque». Lo recuerdo bien, él sabrá perdonarme que lo cuente, porque era tanta la admiración que le tenía, que durante la entrevista apenas articuló palabra. Carrillo, creo, que debió notar que todos, además de jóvenes, estábamos fascinados ante su presencia. Hablamos. Y pude cumplir el encargo de mi padre de saber qué había hecho con el «Oro de Moscú», que según la tradición familiar se lo había embolsado en su cuenta corriente lingote a lingote. A mi vuelta a Ponferrada llevé conmigo dos noticias. La primera de interés exclusivo: le di cumplida cuenta a mi padre del turbio asunto del Oro de Moscú. No quedó convencido. La segunda era que Santiago Carrillo había aceptado nuestra invitación para visitar Ponferrada, en un acto conmemorativo del 50 aniversario de la creación de las Juventudes Socialistas Unificadas. Pedí autorización a la Dirección provincial del PSOE para organizar el acto, y se me denegó (con serias advertencias, por cierto). Solicité la colaboración de los responsables locales del mismo partido, y también se me negó. Finalmente, pedí al entonces alcalde de la ciudad, Celso López Gavela, que lo recibiera en el Ayuntamiento, con los honores que correspondía a un hombre de la talla política y humana del ex-secretario general del PCE. Hay que resaltar que por entonces Carrillo ya no militaba en el PCE, había constituido una plataforma denominada Mesa para la Unidad de los Comunistas, y se había negado a formar parte del grupo constituyente de Izquierda Unida, porque no le parecía la formación lo suficientemente comunista (aparte del PCE estaba el PASOC, el Partido Humanista, los carlistas, los progresistas de Tamames, etcétera) Celso López Gavela, finalmente, lo recibió, por la tarde, en la Casa Consistorial, y el alcalde (el mismo que un año después firmó mi expulsión del PSOE, vigente hasta hoy) no sabe cuánto le agradecí aquel gesto. En la conferencia que se celebró en el IB Gil y Carrasco, con una multitudinaria asistencia, Carrillo nos devolvió con inteligencia el afecto que le profesábamos. A los ataques provocadores de viejos militantes socialistas respondió con mesura, advirtiendo que no aprovecharía el acto para realizar una crítica a los líderes del partido socialista al haber sido invitado por jóvenes de esta formación. Cumplió. Entonces recordé la advertencia que meses antes me había hecho durante la primera conversación telefónica: «¿Sabes a lo que te arriesgas si acepto tu invitación?» Finalizado el acto dimos un paseo por la ciudad, luego vino la cena. Conversamos naturalmente sobre política: el 23F, la Unidad de la Izquierda, la Guerra Civil, sobre la publicación de sus memorias (para las que aún no tenía fecha), etcétera. La noche se prolongó todo lo que pudimos. Abandonamos el restaurante a las 2 de la madrugada, concluyendo una inolvidable larga jornada. No volví a ver a Carrillo hasta muchos años después, en Madrid, con mi amigo ponferradino Manolo, nos encontramos en el hotel Suecia. Lo recuerdo porque aquel día Alonso Puerta me presentó a José Saramago, antes de ser galardonado con el Nobel de literatura. Al final, el nuevo partido que acababa de formar Santiago Carrillo, el PTE, se integró en el PSOE. Él, supongo que por respeto a su trayectoria, se quedó fuera. Mi amigo «Tanque» también se quedó fuera del PSOE. Nunca le he preguntado a Miguel A. si está afiliado al PCE. De lo que sí estoy seguro es que al salir aquel día de 1986 del despacho de la Plaza de Santa Ana, Miguel, supo que su sitio era otro. Cuando Carrillo hace 17 años aceptó la invitación para asistir a un acto similar al organizado hoy por los Jóvenes Socialistas de Bembibre, nos advirtió de las consecuencias y éstas no tardaron en producirse. Entones sólo nos trajo problemas, y eso hoy para los que asistimos a aquella cena (todos ya ex-militantes del PSOE) es un motivo de alegría y satisfacción porque nos libraron de estériles batallas políticas y decepciones personales. Ojalá me equivoque; pero veo muchos paralelismos en esta ocasión. ¡Bienvenido otra vez al Bierzo, Santiago!, aunque no sea a mi a quien corresponda decirlo".

viernes, 14 de septiembre de 2012

Más pobres y..más solos.

Una de las consecuencias que nos trajo la denominada burbuja inmobiliaria fue el acceso generalizado y aparentemente fácil a una vivienda digna. Digo "aparentemente" porque cuando se desinfló la burbuja las cosas se pusieron muy cuesta arriba para muchos de los propietarios pisotenientes. De esto se ha hablado hasta la extenuación. Pero otra de las consecuencias de la burbuja que yo creo que ha pasado desapercibida es el aislamiento social al que en ocasiones ese fácil acceso ha relegado a sus inquilinos.

Sin duda, en aquellos buenos tiempos, en los que un ministro del Gobierno llegó a decir que si la vivienda era tan cara es porque la gente la podía pagar, el primer objetivo de quien no disponía de ella era conseguirla, aunque para ello hubiera de endeudarse hasta las cejas; pero para quien ya la tenía el objetivo supremo consistía, dada la facilidad de crédito, en mejorar sus expectativas y desplazarse a un Chalé.

Las zonas residenciales, alejadas de los núcleos poblados, formadas por chalés apareados, dúplex, acoplados, aislados, reunidos, unifamiliares o plurifamiliares, de una, dos o tres plantas, planta baja, alta y cochera, crecieron como setas en el campo, sin control, en todas y cada una de nuestras localidades. Era raro el pueblo, por recóndito que éste fuera, en el que no existiese una "promoción de chalés de lujo". Tal proliferación llegó a un extremo que se devaluó la palabra "lujo". Para el ávido constructor, lujosa era cualquier edificación que estéticamente destacase de las de su entorno, aunque la singular diferencia fuese su fealdad. No era raro encontrarse en parajes naturales, dominados por majestuosas montañas de piedra caliza, "lujosas" edificaciones de ladrillo enfoscado con cemento o descubrir, atónitos, cubiertas de pizarra de Bernardos, colocadas en una casa solariega restaurada de un pueblo de interés turístico, techado todo él con teja del país.

Los inicios en la nueva vivienda, en el majestuoso chalé de lujo, siempre eran prometedores. Por fin lejos del bullicio, ocultos de las miradas indiscretas de los vecinos, provistos de un hermoso jardín en el que uno pudiera reencontarse con la naturaleza y con aquella faceta agreste que todos llevamos dentro y que hemos perdido. En un chalé uno nunca se aburre, siempre hay cosas que hacer. Y, efectivamente, nos ponemos a ello entusiasmados desde primera hora: todo nuestro tiempo lo ocupa la valla perimetral con la espesa masa vegetal que impide ver el interior de la finca, los arbolitos del jardín, las plantas, la hamaca, el rinconcito de las herramientas, etc. Todo eso exige recuperar de la memoria un fondo que ya creíamos olvidado y perdido. Y efectivamente, para qué engañarnos lo habíamos olvidado. Por eso hemos adquirido ese maravilloso manual sobre "Jardinería al alcance de todos". En muy poco tiempo, gracias a estos manuales, me he encontrado auténticos expertos botánicos hechos a sí mismos en muy pocos días. Pero debo decir que esta etapa pasa pronto y da para lo que da. Al fin y al cabo uno sólo debe dejarse llevar por el vecino. Que el vecino pone una canasta de baloncesto, pues al IKEA a por ella. De igual modo sucede con los enanitos de la entrada, el papa Noél escalando la ventana en Navidad, el buzón de fundición (¿por qué demonios los chalés no se entregarán ya con un buzón instalado, fabricado en acero de fundición? Tengo que recordarlo para la próxima vez que hable con mi hermano que es constructor), etc., etc.

Todo esto transcurre con normalidad y sin sobresaltos hasta que llegado el momento se comete el gran error. "La barbacoa de piedra". Por algún motivo, en una de nuestras salidas de los sábados para aprovisionarnos (cualquiera que viva en un chalé sabe a qué se dedican los sábados por la mañana), hemos visto una hermosa construcción de cemento imitando a piedra que nos viene como anillo al dedo: será nuestra BARBACOA LLAVE EN MANO. Bueno, en realidad en la toma de decisión de la adquisición del pesado artilugio algo ha influido el ver ese hilillo de humo que sale del jardín del chalé de al lado.A partir de entonces empieza la frenética carrera: ¿Vecino, este finde, en la tuya o en la mía? Y con ello empieza también la especialización en las carnes, el carbón vegetal, el hecho, poco hecho o muy hecho. Los chistes, la cerveza, las confidencias... Vaya, ya me ha salido la maldita expresión. CONFIDENCIAS. Este es el segundo gran error. Con estas confidencias entre vecinos, llegan los chismes y con los chismes las calumnias y con las calumnias, SE ACABARON LAS BARBACOAS y sin ellas, como en los chalés siempre hay mucho que hacer, volvemos a nuestro jardín, a quitarle polvo al enano de la entrada, a darle minio a la valla exterior semioxidada y volver a pintarla y otra vez minio, y otra mano de pintura (ya sé que hay pinturas que incorporan el minio, pero quería hacer largo el relato). Y así hasta que un día nos preguntamos, ¿qué  habrá sido de nuestros amigos, de aquellos con los que paseábamos por el centro de la ciudad, comprábamos en la tienda del barrio y llevábamos a los hijos al mismo colegio? ¿Por qué no les llamamos? La respuesta es obvia: pues porque ya lo hemos intentado y ya sabemos que no disponen del mismo número de teléfono o han cambiado de compañía, vete tú a saber.

Un sábado cualquiera, siguiendo nuestra habitual rutina, la vida nos da una gran sorpresa y nos topamos en el súper con uno de aquellos amigos que nunca debimos abandonar, de la alegría que nos produce el acontecimiento se nos acelera el corazón, recordamos viejos afectos, intercambiamos saludos y de nuevo los teléfonos (por si los hubiéramos perdido, decimos cínicamente) y nos prometemos llamar. Cuando por fin contactamos con ellos, nos hacen partícipes de una feliz noticia que cuando nos vimos la última vez no tuvieron tiempo de compartir: se han cambiado de casa hace muy poco tiempo y se han trasladado a un "lujoso" chalé a las afueras, y es en ese momento también cuando nos hacen la terrorífica pregunta: ¿Por qué no os venís este fin de semana, que estamos preparando una barbacoa con los vecinos, que, por cierto,  son majísimos y os van a encantar? Porque justamente este fin de semana tenemos previsto dar la segunda capa de minio a la verja, le contestamos.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ingeniería financiera

A Einstein nadie le creyó cuando publicó su archiconocida Teoría de la Relatividad. Entonces no había medios para demostrarla y a todo el mundo le pareció pura fantasía. No obstante, al fin su genio tuvo que ser reconocido y la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Física; pero no por su famosa teoría, sino por el más práctico e inteligible "Efecto fotoeléctrico".

Una de las ecuaciones de Einstein, quizás la más universalmente conocida, es la de la equivalencia entre masa y energía:

E= m·C2


Es increíble. La expresión resulta de una sencillez apabullante. Si en esa fórmula prescindiésemos del factor de conversión, es decir, de la constante C (velocidad de la luz), resulta que ENERGÍA y MATERIA son lo mismo. ¡Impresionante!

Poco importa que sepamos algo o nada de matemáticas o de física, la ecuación del genio alemán por sí misma es bella, y si además es cierta apaga y vámonos.

Si tuviéramos que escoger un ramillete de ecuaciones que han cambiado nuestras vidas y cuya aplicación han supuesto un salto cualitativo en la calidad de vida, probablemente nos quedásemos nada más con diez o quince de entre todas las que se han registrado a lo largo de la historia, empezando sin duda por el teorema de Pitágoras.

La economía también se ha hecho su hueco en la Academia Sueca. No sé desde cuando; pero año tras año los economistas ven reconocida y gratificada su labor con el gran galardón que distingue a los más sabios del Planeta. No todos los premios Nobel en economía nos han dejado una ecuación que perpetúe su recuerdo entre el resto de los mortales. Pero, de entre todas las posibles, los especialistas, se han puesto de acuerdo en que las fórmulas más maravillosas que ha producido la mente de un economista son las formuladas hace ya muchos años por Robert C. Merton, cuyo valor alcanzó tal grado que por su formulación, en el año 1997, le otorgaron a su creador el PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA.

Las ecuaciones de Merton, llamadas de Black-Scholes, representan las condiciones que se deben tener en cuenta para adoptar la sabia decisión de COMPRAR (C) o VENDER (P) acciones. Las referidas ecuaciones tienen el siguiente aspecto:

(1) C = S·N·(di)-K·e –rdT·N·(dz)
(2) P = K·e –rdT·N·(-dz)-S·N·(-di)

Ni siquiera me molesto en copiar el significado de cada símbolo. Desde luego la aplicación de las formulitas es sólo para iniciados. Me pregunto si, además de su autor, alguien las habrá empleado, ¿y con qué resultado?

Si se comparan las dos familias de ecuaciones, las empleadas en ECONOMÍA y la empleada en INGENIERÍA, tenemos una explicación racional del porqué la economía está como está. Mirándolas fijamente, nos damos cuenta por qué los analistas financieros no atinan una y por qué cada vez que nos tratan de explicar lo que sucede en nuestras finanzas cada vez lo entendemos menos.

Me hago una pregunta más: ¿todos aquellos que en plena burbuja inmobiliaria hablaron de "capitalismo popular" y propusieron a miles de pensionistas que invirtieran los ahorros de toda su vida en Bolsa y comprasen y vendiesen de forma desaforada acciones, acompañaron al consejo un manual de instrucciones de aplicación de las fórmulas de Merton? O lo suyo sólo era pura intuición.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La tristeza de Cristiano Ronaldo nos hace llorar

Cristiano Ronaldo dice que está triste. ¿Qué le pasará? Hay un romance que canta desde  hace muchos años Amancio Prada que dice algo así: "Doña Juana está muy triste, sabe Dios por qué será". Y continúa diciendo: "cuando a tantos se persigue, ya no es de cuerdos amar".

¿A quién amará y a quién perseguirá el futbolista, para perder de esta manera la cordura? Porque el hecho es que en la mayor parte de medios de comunicación al astro madridista le dan como para al zorro. Algunos comentaristas, incluso, han manifestado su indignación por las declaraciones de Cristiano.

Desde la ignorancia, porque no sigo los acontecimientos futbolísticos (a excepción de la marcha de la Ponferradina, que hasta ahí podíamos llegar), a mi la actitud de Ronaldo no me sorprende. Cristiano, aparte de a sí mismo, lo único que ama es el Vellocino de Oro. La situación económica de España y Portugal es la que es. Cualquier persona con un mínimo sentido común, cuando conoce las cifras astronómicas que reciben los futbolistas que juegan en la liga española se echa las manos a la cabeza. Son sencillamente escandalosas. Hace mucho tiempo que este debate está en la calle. El asunto se suele zanjar diciendo que también ellos, los futbolistas, generan una cantidad ingente de ingresos para los clubs, de la que deben participar. Sin embargo, esta realidad se contradice con las declaraciones que realizan esos mismos clubs a la administración de Hacienda. Esa casa en la que vivimos todos. Son muchas las voces que se alzan exigiendo que los clubs paguen sus deudas a la seguridad social como el resto de los mortales. Son muchos (somos muchos) los que denuncian un trato de favor a los clubs de fútbol de elite respecto a otras empresas que también generan riqueza y empleo en el país. Yo mismo, en privado, me he hartado de criticar el trato de favor que se da a los futbolistas en las retenciones que se le practican en sus abultadas nóminas en concepto de IRPF. Y ello sólo para que vengan a jugar a España. Eso sí en beneficio de ellos y en perjuicio de otros profesionales y consecuentemente de todo el país.

Todo esto era soportable en una sociedad dominada por la opulencia,  que vivía en una burbuja, un país en el que las cosas marchaban divinamente. Pero ahora, con la grave crisis que afecta a todos los sectores, cuál es la expectativa de un profesional que se quede a trabajar en España. ¿Qué puede esperar? ¿Que le suban el salario? ¿Que le aumenten las primas? ¿Que mejoren sus contratos de publicidad?

Cristiano Ronaldo es una máquina de hacer billetes de quinientos euros (que hay quien dice que existen, incluso quien los ha visto) y deberá desplazarse allí donde pueda conectar su máquina para imprimirlos. Y deberá hacer lo que otros muchos futbolistas españoles ya han hecho: marcharse para Alemania, que es donde están los que mandan en el Banco Central Europeo y quienes tienen el interruptor para enchufar la corriente que hará posible que la máquina de Ronaldo funcione. Ya conocen el dicho: a enemigo que huye, puente de plata. Es decir, le deja la corona y el cetro a su gran rival Mesi. Ronaldo huye. Ronaldo abandona. Ronaldo ya no se mide con Mesi.

¿Cómo no va a estar triste Cristiano Ronaldo? Imagínenselo haciendo su maleta, embalando en una caja de cartón sus recuerdos, sus trofeos, y, sin conocer el idioma, tener emigrar a un país tan poco parecido a la idiosincrasia mediterránea como es el teutón. Y jugar en una liga con otros emigrantes españoles, que no están a su nivel. Vamos, una tragedia.

Sólo de pensar lo que debe estar pasando el pobrecito se me abren las carnes y se me ponen los pelos como escarpias.