lunes, 12 de agosto de 2013

Sara Baartman

Hoy ha sido noticia de actualidad el anuncio de un propietario de un disco-pub, que promocionaba su establecimiento haciendo una oferta de servicios sexuales con la camarera a aquellos clientes que más alcohol consumieran. La gente se ha echado encima del depravado propietario que utilizaba a una de sus trabajadoras como mero objeto y reclamo sexual. Esto me ha recordado una historia tan antigua como moderna.

Se trata de la vida de Sara Baartman. Una mujer que nació en un pequeño pueblecito de Sudáfrica a finales del siglo dieciocho. Un médico británico la compró y se la llevó a Inglaterra. Sara pertenecía a una tribu que exhibía una peculiar característica anatómica: la más prominente, y de fácil visualización, consistía en una acumulación excesiva de grasa en los glúteos. Para los nativos esto era una cosa natural; pero para los europeos era una exótica rareza por la pegaban dinero por contemplar. El médico sacó provecho de la situación y organizó pases circenses para ver a la negra desnuda (contra su voluntad) durante el tiempo que las autoridades se lo permitieron. Posteriormente la vendió a un circo francés, que de la misma manera la exhibía desnuda para regocijo de su concurrencia y agradecido público. Cuando el negocio bajó y dejó de ser rentable, sus “dueños” decidieron prostituirla. Murió en Francia a los 25 años de edad, tan sólo cinco después de que la sacaran de su África natal. Sara murió de frío. Sara murió de hambre. Sara murió debido a la explotación y la humillación a la que fue vilmente sometida. Pero ni aún muerta la dejaron descansar. Las autoridades francesas la exhibieron desnuda durante más de 160 años en diferentes museos.



Dibujo: caricatura de Sara Baartman (siglo XIX)


Nelson Mandela realizó una solicitud formal al entonces presidente francés Francois Mitterrand para que acabara con esta ignominia y autorizara su retirada del museo y facilitara la vuelta a su pueblo. Finalmente, en el año 2002, coincidiendo con el día nacional de la Mujer, Sara fue enterrada en Sudáfrica, en el mismo pueblo en el que había nacido. Hoy es un símbolo nacional.



Foto: Tumba de Sara Baartman en Sudáfrica


Me viene al recuerdo la historia de Sara hoy, cuando no dejan de aparecer en los periódicos noticias sobre comportamientos indeseables, pederastas que por "errores" inexplicables quedan fuera  del alcance de la justicia. Cuando no se sabe muy bien porqué se les da cobijo y amparo a estos indeseables, cuando los padres de las víctimas, los mismos que debería velar por su seguridad, intentan pactar con su maltratador para que se casen con ellas, me pregunto si desde que Sara fue vendida hace más de 200 años al doctor inglés, habremos evolucionado algo.

2 comentarios:

  1. Humm, parece que no se lee mucho aquí. O lo que es peor, nadie se siente implicado. Prefiero creer que es la primera opción. Mejor aún, podría ser la ignorancia de los lectores que desconocen la posibilidad de comentar. Aunque si no recuerdo mal, no hace mucho era imposible comentar nada. Me alegro de verte en Internet, aunque preferiría verte en persona. Cúidate, majete.

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    1. Me cuesta creer que con la que está cayendo haya alguien que no se sienta concernido o implicado con lo que sucede. No es necesario leer para indignarse con lo que vemos a nuestro alrededor. Respecto a la posibilidad de hacer comentarios, una de las ventajas del uso de las nuevas tecnologías es esa: no es posible silenciar las opiniones. En este blog, además, nunca se ha limitado la participación (ni eliminado las opiniones). No se puede poner puertas al campo...

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