Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en
mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en
paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi
corazón.
(Sacado del Libro del frío, de Antonio Gamoneda. 1992)
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