sábado, 5 de abril de 2014

Felipe en la guerra de Cuba

No sé si en el año 1898 fue Estados Unidos de América quien ganó la guerra en Cuba o fue España quien la perdió, en cualquiera de los dos casos con el resultado bien conocido de la pérdida de la posesión de la Perla del Caribe para el glorioso imperio español. Mi bisabuelo Felipe estaba allí para certificar el fracaso. Prestó servicios como primer teniente de infantería, a las órdenes del general Ramón Blanco Arenas, sustituto del general Weyler. A Felipe Vizán lo repatriaron en el mes de septiembre, con la urgencia que exigió Estados Unidos. El protocolo de Paz entre las dos potencias se firmó en agosto de 1898 y la operación salida del ejército español debía materializarse antes de diciembre de aquél mismo año. La guerra le estaba costando mucho dinero a la Hacienda del Estado español. Había que pararla. España quiso perderla y quiso hacerlo rápidamente, de la forma menos onerosa y más honrosa posible de cara a salvar la imagen pública del Gobierno y qué mejor forma que la de recibir una derrota rápida (la más barata) y estrepitosa (que justifica el "hemos luchado heróicamente"). Por entonces, España ya tenía a su héroe de Cuba: Cascorro. Erigieron el monumento a Cascorro para recordar la lucha heróica de los soldados españoles en la isla caribeña; pero la realidad es que Cascorro, ni siquiera era un soldado. Cascorro es un lugar que existe en cuba y el héroe anónimo al que se rinde homenaje es al protagonista de la supuesta hazaña de ese lugar: Eloy Gonzalo. Cascorro es Eloy Gonzalo y la hazaña apenas está descrita, más que en los manuales turísticos para los visitantes de esta conocida Plaza de Madrid. Pero nada sabemos de la flota española del pacifico, enviada por el Gobierno al sacrificio.

Perdida la guerra, llegó la desolación. Las arcas del Estado quedaron vacías. No había dinero para pagar los retornos de los militares y de los numerosos civiles que prestaban servicio en la administración española en Cuba. España se endeudó por encima del doble de su PIB anual. Vendió otras posesiones de ultramar a los alemanes para aliviar la situación económica; pero ni por esas. El Gobierno español ordenó por falta de dinero cesar en la repatriación de los muchos compatriotas comprometidos que se vieron atrapados en un territorio hostil que ya no era el suyo, alejados de sus familias. Me viene ahora al recuerdo la frase del revolucionario cubano José Martí: "los españoles no son nuestros enemigos. Nuestro enemigo es el Gobierno de Madrid". Y aunque José Martí y el general Maceo en 1898 ya estaban muertos, sus enseñanzas perduraron en el tiempo y la nueva administración cubana no impuso revancha alguna y aceptó, hasta de buen grado, la presencia de los españoles en la isla.

El primer teniente de infantería Felipe Vizán regresó a España con los primeros contingentes. Lo hizo en alguno de los más de cincuenta vapores que arribaron en aquel mes en los puertos de La Coruña, Cádiz o Santander. No había banda de música para recibirles, sólo la Cruz Roja da cuenta del estado en el que la mayor parte de ellos llegó. En el petate Felipe traía la Cruz al Merito Militar, lo que suponía una pensión mensual de 7 pesetas. Pero hasta eso hubo de reclamar. La pensión de la Cruz y el sueldo del mes de septiembre, que por no estar en territorio español no se le pagó. Lo reclamó y el general Weyler tres años después de finalizada la guerra, en 1901, se lo concedió. Felipe Vizán Alonso fue un afortunado. Otros, que también consiguieron sobrevivir, no recibieron ni pensión nio soldada. Pero todos ellos fueron objeto del olvido. Nadie quiere recordar aquella abultada derrota. Siempre nos quedará Cascorro.

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