domingo, 29 de enero de 2012

"Cui bono?"

¿A quién beneficia? Esta es la pregunta que me hago de forma reiterada cada vez que termino de leer una noticia en un diario. No me preocupa el fondo, el contenido o la trama de la misma. Antes de hacer cualquier valoración sobre ella me pregunto, "Cui bono"? Antes no era así, no me ocurría eso. La noticia en sí misma tenía importancia para mí, con independencia de las razones que hicieron posible que formarse parte de un tabloide. Ahora para mi la credibilidad de los medios de comunicación está por los suelos. No importa el impacto de la noticia. No importa que se trate de un asunto de gran calado y trascendencia. No importa que el periodista anuncie el fin del mundo para mañana. Antes de aventurarme a dar una opinión, no me puedo abstraer a la "Gran pregunta": ¿Quién es el beneficiario? Porque estoy convencido que esa misma noticia podría haber sido redactada en un sentido absolutamente contrario al dado o simplemente haber sido ignorada si no beneficiase a alguien su publicación. Lo que interesa no es la noticia en sí misma sino el beneficiario de la misma. A veces en la prensa se producen silencios atronadores. Silencios cómplices. Silencios que en sí mismos, si uno está atento a la actualidad, son la mejor noticia que [no] da el medio.

El periodismo ha perdido para mi el romanticismo de los primeros tiempos en los que descubrí los periódicos diarios. Hace ya mucho tiempo que no tengo esa extraña sensación que me embargaba cada domingo por la mañana al abrir el periódico. Todo en él era una sorpresa. La lectura constituía un ritual: primero los grandes titulares, después los antetítulos y los subtítulos. Luego seleccionaba algunas noticias y leía todo su desarrollo. Dejaba para el final los artículos de opinión. Los leía con reposo, con tranquilidad, como si se tratase de una lección de la que en algún momento me tendría que examinar. Todo eso se ha perdido para mí.

O los periódicos han cambiado mucho o han sido los periodistas quienes lo han hecho o he sido yo o los tres lo hemos hecho a la vez; pero de todos ellos el que más he perdido, sin duda, he sido yo. Ahora, hoy por ejemplo, como hago cada domingo, recojo en el quiosco los periódicos con la ilusión de volver a sentir las mismas sensaciones que hace algunos años; pero no lo consigo. Cuando termino de leerlos, siento un impulso interno de repulsa que me hace decir !Vaya mierda¡

No sólo la noticia, sino el enfoque, la extensión y la existencia misma depende única y exclusivamente del beneficiario de la misma, que en estos momentos de crisis suele ser quien la paga. Sí, digo bien, de quien la paga. Vendiendo periódicos no se mantiene la empresa, es necesario algo más. Ese algo más es lo que justifica la existencia de la noticia: por eso para poder establecer su trascendencia surge inmediatamente la pregunta, "cui bono"?

Alguien podrá decirme, "!Hombre, ¿ahora te caes del guindo?, los periódicos no dejan de ser empresas de comunicación y como tales empresas dependen de su cuenta de resultados". A lo que yo debo contestar: sí, ahora me he caído del guindo, ahora me he caído del guindo.

martes, 17 de enero de 2012

Reserva estratégica

Al ingeniero Marcelo Jorissen se le conocía en las cuencas mineras de Laciana y del Bierzo como "El belga". Inició su carrera profesional en 1922 en la Minero Siderúrgica de Ponferrada. Empezó a trabajar como ingeniero de Minas en el pozo Calderón y finalizó su etapa profesional en 1968, fecha en la que se jubiló a la edad de 70 años. Pero su vinculación con la empresa se prorrogó hasta 1984, año en el que se produjo su fallecimiento.

No conocí personalmente a Jorissen, aunque por diversas razones ha estado presente en mi vida desde mi infancia.

No hace mucho tiempo, en una ocasión, el periodista Luis María Anson ( del que por cierto se escribe sin tilde su apellido) gran amigo de Marcelo Jorissen, me contó las razones de la viva defensa del combustible fósil que hacía el entonces director de la Escuela de Minas de Madrid. Me dijo que en un viaje que realizó Jorissen a Estados Unidos observó que las máquinas de tren de vapor habían sido sustituidas por otras eléctricas más potentes y modernas. Sin embargo, las viejas máquinas ni se desguazaron ni se destruyeron, sino que se conservaban forradas de plástico en unos grandes almacenes. La razón de esta peculiar forma de preceder residía en la necesidad de disponer de un medio de transporte inmediato, que funcionara con un combustible alternativo al petróleo en caso de declararse un conflicto bélico. Anson me contó que la idea americana cautivó a Jorissen. Pensó que si los norteamericanos, gran potencia económica, sobrados de petróleo, eran previsores y guardaban sus viejas máquinas de vapor para un hipotético escenario de emergencia, porqué no hacer lo mismo en España. A partir de esta visita trasatlántica Jorissen defendió ante el dictador Franco en España la necesidad de declarar el carbón como reserva estratégica. Hoy, al igual que hace 50 año, en España el único recurso energético autóctono utilizable en una cantidad suficiente es el carbón. Hay otras razones relacionadas con las aplicaciones tecnológicas que aconsejan mantener activas las minas de carbón. La posibilidades que ofrece este recurso para ser gasificado y obtener energía eléctrica es un alivio a nuestra dependencia energética exterior. La combustión limpia, la captura y el secuestro geológico del CO2 son otras posibilidades tecnológicas que convierten el carbón en un recurso de creciente interés económico.

No todos los países europeos con reservas carboníferas están en condiciones de aprovechar las sinergias de la minería para competir con estos nuevos aprovechamientos tecnológicos. España, sí. Pienso que pese a las opiniones pesimistas de algunos de nuestros dirigentes políticos y de un frente "duro" en la Unión Europea, España debe defender con inteligencia sus opciones para mantener viva la minería del carbón. Para mi el carbón hoy constituye una de las opciones más dinámicas y más vigorosas desde el punto de vista del conocimiento para las regiones ricas en este recurso con son Asturias y León.

No se trata de sostener las explotaciones mineras para ver cómo languidece esta industria y ver pasar el tiempo mientras desaparecen poco a poco los mineros por selección biológica, sino de abrir nuevas oportunidades para las generaciones futuras. Han pasado muchos años y todavía no hemos aprendido la lección que nos dejó Jorissen, nos hemos quedado sólo con sus ruinas industriales, algunas de ellas convertidas hoy en museo. Qué pena.

lunes, 9 de enero de 2012

Carbón

Por extraño que pueda parecer, estoy seguro que muchos niños de las comarcas berciana y lacianega y de la montaña central leonesa este año habrán pedido a los Reyes Magos carbón. Yo también lo he hecho. Las cuencas mineras asturianas y leonesas llevan años discutiendo sobre el futuro de su recurso más preciado. En la provincia de León ha sido durante muchos años la principal fuente de ingresos. Hoy día sigue siendo muy significativa la aportación del sector al producto interior bruto provincial. Va siendo hora ya de clarificar de una vez por todas el panorama y presentar una postura firme respecto a esta cuestión, sin ambigüedades.

La Unión Europea exige al Gobierno de España un plan de cierre de la minería del carbón, porque resulta, según ellos, deficitaria su explotación. Desconozco qué costes habrán considerado para sentenciar a muerte con esa determinación a la industria extractiva, y con ella a buena parte de la población.

Yo no estoy de acuerdo con el cierre de las minas del carbón en León. Creo que es un recurso estratégico para el país. No sólo por nuestra dependencia energética del petróleo y del gas, que también, sino porque la tecnología ha avanzado de forma extraordinaria en este campo y el carbón ha encontrado aplicaciones sostenible económica y ambientalmente. Otra cosa es que al otro lado de los Pirineos no les interese saber sobre el tema.

Desde muy antiguo el carbón de "piedra" ha tenido que sortean innumerables obstáculos para convertirse en una fuente de riqueza. Algún día en este mismo espacio hablaremos de ellos. El carbón tuvo que competir con la tala y la poda de árboles; con el carbón vegetal, con las supersticiones de una población excesivamente ignorante en épocas pretéritas, con el carbón inglés, con los cítricos españoles, etc., etc. La historia del carbón, en España, siempre ha sido una historia de lucha.

A pesar de los beneficios que ha reportado a las economías que disponían de él, este mineral nunca ha estado bien visto por una parte importante de la población. Ha traído riqueza a la economía del país y paralelamente no pocas desgracias a las familias de los trabajadores y esforzados mineros que día a día se han dejado la vida en las entrañas de la tierra para extraerlo. Pero nunca ha sido suficientemente reconocida su labor.

Hoy sigue siendo el sustento y el futuro de la economía leonesa y de una buena parte de las familias de esta provincia. El Gobierno de España tiene argumentos de peso para oponerse a la decisión adoptada por la Unión Europea. Y estos argumentos España debe hacerlos valer con inteligencia, para que éstas no sean las últimas navidades en las que los Reyes Magos nos dejen carbón en la provincia.