miércoles, 10 de octubre de 2012

Es tu día

A cualquiera que le digamos "hoy, es tu día", nadie le podrá reprochar a nuestro interlocutor que interprete que puede hacer lo que más le apetezca o que no se apure porque lo que se proponga por disparatado que parezca, le saldrá bien. ¡Ánimo, atrévete, hazlo, hoy es tu día! No sé cuantas veces habrán oído esta frase mis hijos: es-tu-dia. O dicho de otro modo: ESTUDIA. A veces, el tono que empleo es el de súplica: hijo, al menos por un día céntrate y estudia.

¿Qué diferencia hay entre "es tu día" y "estudia". En apariencia, la única diferencia son los espacios dejados a ambos lados de la segunda sílaba. Sin embargo, las diferencias son abismales. Cuando el padre lanza el mensaje al hijo está convencido de que aquel lo entiende. Es tu dia, es tu dia. Y el hijo, al recibirlo está convencido de lo que le quiere decir el padre: Es-tu-día; es-tu-día. El esquema es de lo más básico del mundo, se resume en EMISOR-MENSAJE-RECEPTOR. El problema se limita a resolver la descodificación del mensaje.

La práctica de la vida nos lleva a los padres a no conformarnos con enviar el mensaje, sino que nos aseguramos que aquél llegue a su destinatario y lo más inteligente en estos casos es solicitar que nos lo repitan. Con ello comprobamos que ha sido efectivamente entendido. Y este es el mismo problema que tenemos los gobernados con nuestros gobernantes: los dos estamos convencidos que nuestro mensaje es claro, está planteado de forma sencilla y ha sido entendido. La desesperación se produce al comprobar que no es así. Aunque ambos empleamos las mismas palabras, los espacios entre ellas las dota de un significado totalmente diferente. La reiteración de los mensajes de un lado y otro con idéntico infructuoso resultado convierte la desesperación en indignación y nos lleva a plantearnos a los ciudadanos si los políticos que nos representan en realidad nos representan o sólo se representan o si la representación no es más que la expresión máxima de una función de puro teatro.

Me gustaría que me invitaran a una reunión de representantes. Me gustaría que alguien los convocara en una sala y me permitiera mirarles fijamente a la cara y decirles lentamente: REACCIONEN, que el tiempo corre implacable en contra nuestra.

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