miércoles, 25 de febrero de 2015

Júnior y la comparsa

Contratos verbales, pactos de caballero, influencias políticas, paraísos fiscales, traidores y amiguitos “íntimos”, herencias misteriosas, bancos incompetentes, gabinetes jurídicos inexistentes, mensajes y recados cifrados, avisos para navegantes, etc., etc. Todas estas cosas hemos podido oír sin que los comparecientes ni los comisionados se inmutasen.
Júnior, que es como llaman los allegados al mayor de los hijos del cada vez más cuestionado y menos honorable Jordi Pujol, pasó por la Comisión de investigación del Parlamento catalán como el que va de picnic o a pasar una jornada de golf con los antiguos compañeros de trabajo de “papá”. Lo dijo claramente, para que nadie se llamase a engaño: “Artur Mas es muy amigo mío” y con él comparto “intimidad intelectual y espiritual”.
Lo que traigo a estas páginas no es la trascripción de la declaración de este individuo, la de su padre o la de su madre. Sobre esta cuestión creo que cada uno ya tiene formada su propia opinión. Lo que me interesa destacar es el “papelón” de los otros componentes de la Comisión de Investigación de la cámara catalana. ¿De dónde habrán salido?
Que los Pujol se defiendan no tiene nada de extraño, más aún, era de esperar. El que hablen con medias verdades, tampoco. El que oculten aquella información que no les interesa que se conozca me parece hasta razonable, máxime teniendo en cuenta que el asunto está en sede judicial. Este es un derecho que les asiste: el de no declarar contra sus propios intereses. Lo ha dicho y tiene razón Pujol padre: "es a ustedes a quien les corresponde probar las acusaciones". Lo que me resulta inaceptable es la actitud de sus señorías los Diputados, que dejan pasar una ocasión de oro para esclarecer la “oscura” conducta de los comparecientes implicados en la gestión de sus negocios, porque ese, justamente, es su trabajo y es un deber y una obligación que han contraído con todos los ciudadanos. Si se quiere, esta obligación de sus señorías se eleva a la enésima potencia si tenemos en cuenta que, juegos florales aparte y medias denuncias que nunca cristalizaron, los supuestos negocios del Clan Pujol se pudieron materializar gracias a su incompetencia y a la falta de control de quienes como ellos tenían la obligación de realizarlo, especialmente los Diputados que se sientan en los escaños de la oposición.
Ninguna de sus señorías, en los cortes televisivos que he podido ver, le preguntó al mayor del Clan por quienes son los traidores del partido que, como él denuncia, han permitido que el escándalo salte a la primera página de los medios y cuáles son sus ocultos intereses, o por qué su fortuna habría estado a mejor recaudo si la hubiese custodiado un gabinete jurídico o cuál fue su papel como gestor de la presunta herencia de su abuelo. (Presunta, porque no aporta ni un solo documento que la avale)
Sus señorías dejaron escapar a Júnior sin despeinarse un pelo, al que trataron con guante blanco a pesar de que dijo cosas tan asombrosas como que él no está acusado por delitos de corrupción, sólo por delitos fiscales, sin que nadie le reprochara inmediatamente que una jueza de Andorra sí que ve indicios claros de corrupción en su actividad. No le incomodaron cuando soltó el improperio de que él no hace negocios en Cataluña ni en España para no manchar el legado de su padre o que él no sabía que el dinero estaba depositado en paraísos fiscales, cuando, en realidad, el más tonto en este país sabe que cualquier banco informa a sus clientes del lugar en el que están invertidos o depositados sus ahorros.

Durante la comparecencia, la actitud de los señores Diputados fue bochornosa, tan bochornosa como la del propio compareciente, con la diferencia que la de éste era de esperar, la de los otros, no. Ambas actuaciones a la misma altura: por los suelos. ¡Qué país!

jueves, 19 de febrero de 2015

Pobres, tradicionales y religiosos

Así es como nos ven los alemanes. El último barómetro de la imagen de España realizado por el Real Instituto Elcano ha dado este resultado. Los alemanes nos ven como un país pobre, con costumbres tradicionales y religiosos (sólo les faltó decir y bárbaros). El lado bueno de la noticia es que ha pasado a un segundo plano aquella otra estereotipada imagen que tenían de nosotros de ser un país de charanga, pandereta, toros y fiesta. La parte negativa, en mi opinión, está en que no creo que con esta nueva imagen salga bien parada la "Marca España". Los franceses según este mismo barómetro no nos ven de modo diferente, incluso suben un grado algunas apreciaciones alemanas al considerarnos no ya "religiosos" sino "muy religiosos" o, incluso, "débiles" (No hay duda que los franceses también nos tienen estima).

¿Es correcta esta imagen que se proyecta en el exterior sobre los españoles? ¿Somos pobres? ¿Somos tradicionales? ¿Somos religiosos?

Lamentablemente no creo que nuestro perfil de país se aleje mucho de ese estereotipo. Algunos incluso se habrán sentido reconfortados y muy satisfechos con este resultado.

El resultado del barómetro de Elcano yo sólo lo matizaría en una cuestión: en España hay muchos pobres; pero de ninguna de las maneras creo que seamos un país pobre. De la misma manera que no creo que a pesar de las evidentes restricciones que sufre su población Venezuela o Cuba sean países pobres. Lo que ocurre sencillamente es que la riqueza-país está poco aprovechada o mal repartida. En España nos encontramos con personajes que ocupan las primeras plazas en las listas que recogen los hombres más ricos del mundo y a la vez nos encontramos con bolsas de pobreza verdaderamente alarmantes. Un día aparecemos en una revista americana como el país en el que reside uno de los hombres que atesora una de las fortunas mayores del mundo y otro día aparecemos en un reportaje televisivo de otra emisora americana con imágenes espantosas de familias rebuscando comida en los contenedores de basura. Las imágenes que han circulado por medio mundo en las que se recogen los violentos deshaucios de familias sin recursos integradas por niños pequeños, no han ayudado a cambiar esa sensación de pobreza. Esa tragedia está presente en el día a día de cientos de familias españolas y nos afectan a todos. Por tanto, yo considero que España no es pobre; pero los españoles sí somos pobres.

Por otro lado, a mí me parece innegable que los viejos usos y tradiciones circulan por la masa de nuestra sangre. No sólo me refiero a esas tradiciones que día a día aparecen destacadas en los telediarios como son el vandálico trato dado al toro en Tordesillas o las tiradas desde los campanarios de distintos "bichos" en otras tantas localidades por aquello de mantener la tradición, sino a esas otras costumbres que también por tradición y contra toda modernidad mantenemos con gran arraigo en nuestro país: "el no sabe usted con quién habla", el enchufismo como modo de acceder a determinados servicios y prebendas en la administración, la corrupción y el fraude en toda actividad pública, sin distinguir personas, partidos, sindicatos, etc. Esa puñetera manía de no tributar al fisco por los beneficios obtenidos en las rentas ¡Siempre se ha hecho así!, dicen, a qué vienen ahora a cuestionarlo. No se me quita de la cabeza la imagen del futbolista Mesi vitoreado a su entrada en los juzgados en los que debía dar explicación por no tributar por los beneficios obtenidos en los últimos ejercicios o el amigable recibimiento dado por los diputados al honorable Puyol en el parlamento Catalán cuando se le llamó para que diera cuenta de sus cuentas en el extranjero y de la descomunal fortuna acumulada en ellas. Pienso en Marbella y en cómo los ciudadanos elección tras elección le daban la mayoría absoluta a los mayores saqueadores de la ciudad. Me vienen a la mente imágenes de políticos encumbrados, jaleados y sostenidos por toda la población, contra viento y marea, en Valencia, en Andalucía, en Galicia, en Castilla y León, etc. Pienso en la gestión económica realizada por los gerifaltes de los partidos políticos, los sindicatos, los Gobiernos regionales, etc. Alguien podrá reprocharme: "esto no tiene que ver con la tradición, sino con la corrupción". Y yo debo decir que en España la corrupción es ya una vieja costumbre que se ha convertido en tradición, desde los tiempos en los que Lucas Mallada a finales del siglo XIX escribió los "Males de la patria". De hecho no sé por qué algunos de los personajes que en estos días han desfilado como si se tratara de la pasarela Cibeles por la Audiencia Nacional para dar cuenta del saqueo a Bankia, no se han acogido al Derecho consuetudinario para poder estafar, aunque alguno de ellos sí que ha mencionado para justificar esa actitud que "era costumbre" en la Caja gastar de forma tan desaforada como incontrolada, incluso que la dirección les animaba a hacerlo.

Somos efectivamente un país religioso, apesar de vivir en un Estado aconfesional. Hoy mismo, en el diario de mayor tirada de León, aparece una noticia relativa a un posible candidato a una importante alcaldía en la que entre los méritos que le arropan destacan los relacionados con su ferviente fe, su participación en diversas cofradías religiosas locales y su papel como Abad en alguna de ellas. Y al final se dice, además, es abogado. Pero si a su partido, y debemos reconocer que los partidos políticos en esto no son tontos, lo que le interesa destacar de sus cualidades como alcaldable son todos esos valores religiosos de su candidato, será porque es consciente del tirón que estos méritos tiene entre el electorado. Esta es la realidad, al margen de que esta actitud religiosa, se estereotipe y se difunda en el exterior a través de otras imágenes, como pueden ser las "procesiones de Semana santa", los múltiples actos religiosos que organizamos como nadie: Jornadas Mundiales de Jóvenes Cristianos, etc. A este respecto yo no tengo nada que decir, porque estoy absolutamente convencido que obedecen a un profundo sentimiento religioso de la población española, guste o no guste oírlo. Todos estos eventos tienen cabida en nuestro país, en nuestros pueblos y en nuestras ciudades porque en el fondo no sólo no nos estorban sino que comulgamos con ellos. ¿O es que alguien cree que el Toro de Tordesillas se celebra en contra de la opinión de los tordesillanos? ¿O que desde el mismo nacimiento un padre inscribe a su hijo en una cofradía por desafección religiosa?

La imagen que proyectamos sobre los alemanes, los franceses, los ingleses y los italianos no es la mejor de las posibles; pero es la que más se aproxima a lo que realmente somos y cuanto antes lo asumamos antes nos pondremos en marcha para intentar cambiarla. A no ser, claro, que eso sea lo que queramos ser: pobres, tradicionales y religiosos. En ese caso ¡Viva España! O dicho en palabras del insigne Rafael Sánchez Mazas, ¡Arriba España!, tradicionalista y de las JONS.

viernes, 6 de febrero de 2015

Pregúntenme sobre la deuda griega

Grecia no puede pagar al resto de Europa la deuda que supera los trescientos mil millones de euros. Eso es lo que ha dicho su actual presidente. También lo han dicho los anteriores mandatarios griegos, por eso tuvieron que aceptar un suplemento económico de los socios europeos para disponer de liquidez para hacer frente a los pagos en los plazos convenidos. Todos los analistas consultados por los distintos medios de comunicación, que dan cuenta de la situación económica del país heleno, dicen que con toda seguridad Grecia no podrá hacer frente al pago de su descomunal deuda, que casi duplica su PIB anual. Parece que en este asunto todo el mundo está de acuerdo.

La discrepancia aparece cuando se plantea la solución a este grave problema. Para el Gobierno de Tsipras y para su ministro sin corbata el asunto se resuelve pactando una quita. Para Ángela Merkel la cuestión se soluciona con el cumplimiento íntegro de la condena (condena a la humillación, a la dependencia o beneficencia, a la pobreza del país). O lo que es lo mismo, el cumplimiento de los compromisos de pago en los plazos pactados por los anteriores gobernantes griegos, sin atender y menospreciando la actual voz de su pueblo. La mandataria alemana ha dicho alto y claro que el cambio de Gobierno en un país no le hará cambiar el rumbo de su camino.

Hay soluciones intermedias. El ministro de economía griego ha adelantado alguna de ellas basada en ingeniería financiera. Los franceses y los italianos también verían con buenos ojos algunas de estas medidas, como por ejemplo vincular el pago de la deuda al crecimiento económico del país, con todos los matices que se quieran poner.

El resto de Europa lo que quiere es que haya un acuerdo y que Grecia no se salga del euro y que todo el mundo cumpla con sus compromisos.

Al poco tiempo de tomar posesión, el ministro de economía griego recibió al representante de la Troica o lo que es lo mismo, al Camarlengo de Merkel (empleo el término de Camarlengo con el significado germanófilo que le da el DRAE. Es decir, camarero). Aparte de otras cuestiones, para mi lo más relevante de aquella conversación fue que el Gobierno de Atenas le dijo que no reconoce la autoridad de la Troica en este asunto. Inmediatamente han aparecido autorizados portavoces de prestigiosas instituciones que aclaran que en realidad la Troica como tal no existe, que no es más que una denominación que se le ha dado a un grupo de instituciones que operan en común; pero que no responden a una única organización. Sólo les ha faltado decir que es un espejismo. Si eso es así, me parece una pérdida de tiempo entrar ahora a discutir aquí en calidad de qué estos señores se han paseado con total impunidad por España, Portugal, Italia y Grecia dando órdenes a sus Gobiernos, y lo peor de todo: en calidad de qué estos gobiernos los han recibido y han reconocido su autoridad. La autoridad de los "hombres de Negro" como los ha llamado el ministro español Montoro.

Grecia lo tenía muy claro y le ha dicho al Camarlengo que quiere hablar con el que manda. Y éste (ésta) se ha puesto al teléfono. El que manda, como a estas alturas todo el mundo sabe, no es otra persona más que Ángela Merkel. Por fin esta señora ha tenido que bajar a la arena y sin mensajeros ni intermediarios ha tenido que ponerse a pecho descubierto a torear al toro griego (y más que tendrá que torear) y correr el desgaste y los riesgos inherentes a esa actividad, incluido que te den una cornada. Parece que por lo menos esta vez va a tener que despeinarse.

Alemania dice lo mismo que España. Merkel dice lo mismo que Rajoy. "Nosotros le hemos prestado mucho dinero a los griegos y queremos que nos lo devuelva". Cuando lo prestaron por primera vez sabían que era muy difícil que lo devolvieran; pero la segunda vez, los gobiernos eran plenamente conscientes que le prestaban el dinero a Grecia para que con él hiciera frente a las obligaciones del primer préstamo y ¿después qué?  ¿Cómo van a pagar este segundo préstamo, con otro préstamo más? Y así ¿hasta cuando?

Ese dinero prestado sale de los bolsillos de los alemanes, de los portugueses, de los italianos, etc., etc. y también de los españoles. Por tanto, de lo que se habla es también de mi dinero. Y Grecia pide que del dinero prestado se haga una quita para que pueda hacer frente a su deuda. Pues como esto sí me incumbe, yo digo que sí. Que si se trata de dinero prestado por el Gobierno español, que afecta a mi calidad de vida, yo estoy dispuesto a apretarme el cinturón en la parte alícuota que me corresponda y condonar esa parte de la deuda que reclama el Gobierno de Atenas. En definitiva, pienso como los griegos, no soy partidario de prestar más dinero a quien dice que no lo quiere y que además no lo puede devolver. 

Es mi dinero. Afecta a mi bolsillo. Se trata de la calidad de vida de mi familia. Y yo digo que la solidaridad consiste en eso, en ayudar cuando el que lo necesita lo pide y el que lo tiene que dar puede. Y pienso que ahora España puede (al menos eso dice Rajoy). Que me pregunten, que mi Gobierno me pregunte. Yo sí soy partidario de condonar parte de la deuda a Grecia, tal y como propone Alexis Tsipras. Alemania y los alemanes que hagan lo que les dé la gana.