miércoles, 24 de abril de 2013

Declaración de Santa Cruz y Potosí

Hace ahora casi 20 años redacté una ponencia bajo el título “Evaluación de ruinas industriales generadas por minas abandonadas”, que se presentó en el IX Congreso Internacional de Minería y Metalurgia, celebrado en León, en el año 1994. El texto completo de la ponencia fue publicado por la Asociación Nacional de Ingenieros de Minas de España.

En esas fechas nacía mi preocupación por la conservación del rico patrimonio geológico minero que dispone la provincia de León. Con los años esta preocupación no ha hecho más que acrecentarse. Por eso, creo que es bueno recordar con insistencia la necesidad de emprender acciones conducentes a su debida preservación.

Años más tarde, el día 22 de febrero de 2002, un grupo de expertos de diferentes países fueron convocados en Santa Cruz (Bolivia) para celebrar un COLOQUIO IBEROAMERICANO SOBRE EL PATRIMONIO GEOLÓGICO Y MINERO y, después de la visita técnica que realizaron a Cerro Rico de Potosí (Bolivia), los participantes firmaron una declaración que se conoce como DECLARACIÓN DE SANTA CRUZ Y POTOSÍ. A continuación la transcribo, con la finalidad de recordar que en España y por supuesto en la provincia de León todavía nos queda mucho camino que andar.

La declaración dice así:

CONSIDERANDO QUE:

1. El Patrimonio Geológico y Minero tiene características de identidad propias y específicas, con componentes de naturaleza geológica y arqueología industrial minero-metalúrgica.

2. Las acciones de la UNESCO respecto a los Geoparques enfatizan la valoración de dicho Patrimonio para usufructo de las futuras generaciones.

3. El Desarrollo Sustentable está involucrado en las cuestiones, problemas y soluciones del Patrimonio Geológico y Minero.

4. La marcada presencia en el contexto iberoamericano internacional de la SEDPGYM, y sus numerosas actuaciones acerca de la defensa de dicho Patrimonio en Iberoamérica.

5. La necesidad de tener un mayor conocimiento, inventario, valorización, defensa y protección de dicho Patrimonio.

SE COMPROMETEN A:

a) Proponer acciones nacionales en sus respectivos países así como afianzar las vinculaciones Iberoamericanas respecto a la gestión (valoración, conservación, promoción, etc.) de dicho Patrimonio Geológico y Minero.

b) Proponer al CYTED-XIII que promueva con carácter urgente una iniciativa (Pre-proyecto o Red) que permita a los Iberoamericanos interesados en la temática intercambiar experiencias e inquietudes relativas a la valoración del patrimonio Geológico y Minero.

c) Proponer acciones que posibiliten la aplicación de los principios del desarrollo sustentable a las cuestiones del Patrimonio Geológico y Minero, incluyendo las referentes al Cierre de Minas por su inherente naturaleza.

d) Actuar junto a otras organizaciones nacionales, iberoamericanas, panamericanas e internacionales, tales como el MMSD, el CAMMA, la UNESCO, la UNEP, IUGS, etc., en la implementación y gestión de la temática del Patrimonio Geológico y Minero en su contexto tanto del pasado como de sus implicaciones futuras, tales como el Cierre de Minas.

e) Promover asociaciones en el área latinoamericana de los interesados en la conservación del Patrimonio Geológico y Minero.

f) Compartir metodologías, información, formatos, homologación de términos y metodologías de inventario, valoración, promoción y conservación.

g) Divulgar esta iniciativa a los servicios geológicos y mineros, universidades, entidades de gobierno, turismo y cultura, y proponer la capacitación mediante la introducción de materias relacionadas con el Patrimonio Geológico y Minero en los distintos niveles de enseñanza.

h) Promover acciones específicas para la recuperación del Real Socavón y de un ingenio de la rivera en Potosí, localidad minera emblemática cuya producción argentífera modificó la economía mundial, y de la mina de El cobre, en Santiago de Cuba, primera explotación de la minería colonial.

lunes, 22 de abril de 2013

Amor


Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.

(Sacado del Libro del frío, de Antonio Gamoneda. 1992)

sábado, 13 de abril de 2013

Los descontentos y los débiles hacen la vida más bella

La asociación española de críticos literarios ha anunciado, hoy día 13, en Ponferrada que ha decidido otorgar el premio nacional de la crítica en lengua castellana a Juan Carlos Mestre, por "La bicicleta del panadero". El jurado ha destacado que en este libro se aúna ética y verdad, invitando en los tiempos que corren a la sublevación civil. "Esta defensa de la desobediencia y creatividad trabaja entonces en dos registros, propicia la insumisión y desata la libertad imaginativa". Este último entrecomillado es el decir de uno de los 21 críticos que se reunieron en el castillo templario de Ponferrada para decidir el quincuagésimo séptimo premiado.

Para mí, un lector menos conspicuo, es el libro más arriesgado de Mestre de cuantos he leído. Leí La bicicleta del panadero el año pasado y la noticia del premio ha espoleado de nuevo mi curiosidad. Ya lo he retirado de la estantería. Ya lo tengo sobre la mesilla, junto con una lupa y un ejemplar precioso de Cavansita procedente de la India (¿me traerá mi hermana en las próximas semanas otro ejemplar?) 

La aventura del libro se inicia con un pensamiento del pintor vanguardista francés Francis Picabia que dice "Los descontentos y los débiles hacen la vida más bella". ¿Habrá una dedicatoria, un pensamiento más útil y profundo en estos momentos?






Juan José Delhuyar y Manuelita Sáenz

Este prócer riojano es el auténtico artífice del descubrimiento del Wolframio. Hasta hace bien poco, casi todo el mérito, la historia lo reservaba para su hermano pequeño Fausto. Juan José apenas tuvo tiempo de saborear las mieles del éxito. Nada más sintetizar el nuevo elemento metálico en 1783, con la ayuda de su hermano, preparó el borrador de la publicación de la memoria que pondría en conocimiento de la comunidad científica el descubrimiento y se preparó para cruzar el atlántico con destino a Nueva Granada, donde le aguardaba la dirección de las minas del Real de Mariquita (Colombia).

Juan José murió joven, a los 42 años de edad. Su hermano Fausto le sobrevivió otros tantos años más. El hermano Fausto ocupó importantes cargos al servicio del Rey de España. Primero como Director General de minas de Nueva España, hoy México, y después, tras la independencia del país azteca, en la misma función en España. No es de extrañar, por tanto, que Fausto, con el tiempo, queriéndolo o sin quererlo, se llevase todos o la mayor parte de los méritos del descubrimiento.

Juan José tuvo varios hijos y estos a su vez le dieron nietos. El cuarto de ellos se llama Bernardo J. Caycedo. Gracias a él (y al celo que su antepasado puso en la custodia de cartas y otros documentos) hoy hemos conocido las cartas que se cruzaron los hermanos, y también la correspondencia de cada uno de estos extraordinarios científicos con otros insignes sabios contemporáneos, como eran Bergman o Schéele.

Caycedo nos descubre el porqué del nombre del nuevo metal y algunas confidencias familiares. Entre otras que no fue su tatarabuelo Luciano, hijo de Juan José, el amante de Manuelita Sáenz, la joven que fuera también la amante del libertador Simón Bolívar. Tampoco pudo ser amante de la "Libertadora del libertador" el sobrino de Juan José, el hijo de su hermano Fausto, porque, a pesar de lo que cuentan no pocos libros y algunas plataformas digitales, de lo que no cabe duda es que fausto no tuvo más descendencia que una única hija.

Debo confesar que desde el principio me subyugó esta historia. Manuelita Sáenz, una mujer bellísima, casada con un médico. Amante del hijo del descubridor del Wolframio y a su vez amante de Simón de Bolívar. Pero con la mayor sencillez posible su pariente, el académico de la Real Academia, Bernardo J. Caycedo, lo desmiente. Sencillamente, en palabras de Caycedo, la relación no existió. No pudo existir. Una en Quito, el otro a muchas leguas de distancia. Nunca coincidieron. Cuando la bella joven alcanzó la edad núbil, a él le sorprendió la muerte, defendiendo la independencia de la Gran Colombia. ¡Lástima, con lo que me gustaba a mi esa historia!

miércoles, 3 de abril de 2013

Sobre el wolframio, llueve sobre mojado.

Es descorazonador. A veces, a uno le entran ganas de tirar la toalla, de mandarlos a la mierda. En España, a pesar de ser éste un país en el que desde tiempos muy antiguos se han explotado minas y yacimientos minerales, no se ha realizado una aportación significativa al descubrimiento de nuevas especies minerales y mucho menos si se trata de nuevos elementos de la tabla periódica. La razón de esta sequía descubridora no es otra que la falta de atención y medios que las instituciones han destinado a la investigación mineralógica. España ha realizado al menos tres aportaciones. Dos de ellas han sido en algún momento de la historia cuestionadas. Me refiero a la del Platino, por Ulloa, y la del Vanadio (Eritronio) por Andrés Manuel del Río. Pero la que nunca nadie ha cuestionado ha sido la del Wolframio. Un elemento químico descubierto en los laboratorios que la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País disponía en la localidad de Vergara, por los hermanos Juan José y Fausto Delhuyar, en 1783. Desde hace muchos años hay una pelea en la comunidad científica por defender el nombre que al elemento le dieron inicialmente sus descubridores. Para unos, para la mayoría, para mí, "Wolframio". Para otros, ellos sabrán el porqué, "Tungsteno". Es cierto, como digo, que existe esa discusión sobre el nombre que debe darse a este elemento; a pesar de que su símbolo químico es como todo el mundo sabe "W". Lo que desde luego nunca ha estado, ni está, en cuestión es la paternidad de su descubrimiento, que todo el mundo reconoce fue hecho por aquellos dos ilustres españoles.

Esta larga introducción la hago para dar tiempo e intentar despojarme y aliviar el monumental cabreo que me embarga y no perder la compostura. Una notable institución berciana acaba de editar un libro sobre la mineralogía de la zona (No voy a dar más datos para no hacer una publicidad de esta obra). El libro está prologado por un reputado miembro del Museo del Instituto Geológico y Minero de España, una venerable institución, y escrito, por lo que parece, por dos expertos en el asunto. Sin embargo, en la página 84 del ejemplar que me acaban de regalar se puede leer: "La Scheelita debe su nombre al descubridor del Wolframio, el alemán K.W. Scheele". ¡Yo estoy harto! Cuando dispuse del libro en las manos, sin abrirlo, lo celebré. Aplaudo cualquier gesto que se haga para divulgar el conocimiento de esta maravillosa ciencia venga de quien venga. Pero, ¿cómo pretendemos asomarnos, acercarnos siquiera, a la comunidad científica con semejantes exabruptos? ¿Cómo queremos que se nos respete por ahí fuera cuando ni si siquiera somos nosotros capaces de hacerlo aquí dentro?

Es como predicar en el desierto. Lo diré una vez más, la enésima: el Wolframio es un descubrimiento español. Su conocimiento no se debe a la casualidad, sino a la fructífera y abnegada labor investigadora de los hermanos riojanos Delhuyar. No es el momento de contar la relación de la wolframita (que no es lo mismo que Wolframio) con el químico y mineralogista Scheele ni la relación evidente de Scheele con el mineral que contiene Wolframio llamado en su honor Scheelita ni tampoco es el momento de desvelar la verdadera mala suerte que le ha deparado la historia de la ciencia al ilustre e ilustrado Scheele. Pienso, incluso, que la historia no ha hecho mucha justicia con el eminente sueco (¡que no alemán!, como dicen los autores del libro que cito, pero no nombro); pero eso es otra historia, que nada tiene que ver con el asunto que nos ocupa. Pero el hecho de que al mineralogista sueco la historia no le haya tratado bien ni le haya hecho justicia no significa que nosotros, para compensar, debamos maltratar y cometer una injusticia aún mayor con dos de los nuestros. En este asunto, lamentablemente, ya llueve sobre mojado, por eso, y lo siento mucho, no voy a dedicar ni una sola palabra para elogiar la obra.