sábado, 31 de diciembre de 2011

La utopía sirve para caminar


Dice Galeano, parafraseando a su amigo Fernando Birri, la utopía sirve para caminar. Este es mi deseo para el 2012, que todos caminemos juntos y avancemos en la consecución de nuestra felicidad un poco más. Que sigamos persiguiendo la utopía. Que nunca dejemos de hacerlo. Que reivindiquemos nuestro derecho a la felicidad y al delirio. Y que consigamos ambas cosas.




sábado, 24 de diciembre de 2011

Pequeño vals vienés

Durante los últimos días no sé cuantas veces he escuchado esta canción. La letra, como es bien sabido, la compuso Federico García Lorca, allá por 1930. No estoy seguro, pero me parece que no vio la luz hasta cuatro años después. La música es inconfundible. Es Leonard Cohen en estado puro. Es fácilmente reconocible. Existen muchas versiones musicadas de este maravilloso poema. A mí la versión que más me gusta es la de Leonard Cohen (su propio hijo Adam tiene otra). A esa, a la de Leonard Cohen, es a la que yo me refiero cuando digo que en estos días la he escuchado en innumerables ocasiones.

La que he colgado aquí, como todo, la encontré en youtube. He puesto esta versión en castellano (existen otras versiones, cantadas por otros artistas) porque me parece que es la más transparente, la que nos permite apreciar la belleza de la composición de Lorca.

El poeta lo tituló "Pequeño vals vienés". Leonard Cohen le puso música y a la nueva composición surgida le llamó "Take this waltz" (Toma este vals).

El enlace que sigue nos manda a youtube. Pienso que merece la pena hacer un nuevo clic para escuchar esta delicia.

Hoy día 24 de diciembre es un buen día para escuchar música: ¿Por qué no?



jueves, 22 de diciembre de 2011

Buena salud

Aunque no se decía de forma expresa, cualquiera que hubiera leído la anterior entrada en este mismo blog, habrá reconocido inmediatamente que el número 22235 al que hago referencia, en realidad no es ninguna de las cosas que se anuncian como posibles. En realidad, es el número del décimo de la lotería nacional que jugaba para el sorteo de hoy. Esto no quiere decir que no sean ciertas las cosas que se dicen en el artículo. Por ejemplo, es rigurosamente cierto que el código postal de la localidad de Tijuana llamada "Divina Providencia" es el susodicho 22235. Como igual de cierto es que ese número también podría corresponderse con el código postal de una localidad de Huesca. Sin embargo, siendo cierto que los CP de Huesca empiezan por 22, no es menos cierto que en su momento no conseguí encontrar una localidad con los siguientes dígitos, hasta completar el número del décimo que me jugaba en la lotería. Por eso no facilité su nombre y barrunto que probablemente no exista.

Dicen que la fortuna hay que buscarla, quizás por eso debería haber sido más perseverante, e intentar descifrar el mensaje que me enviaba el destino. El mensaje estaba cifrado y decía algo así: "No te molestes, no existe ninguna localidad en Huesca con ese código postal, lo que significa ese número es que el Gordo de la lotería se venderá en Huesca". Y así ha sido. El Gordo de Navidad cayó en Huesca. Me equivoqué de polo a polo. Yo lo buscaba en Tijuana, México. La fortuna es así de caprichosa.

¿De salud? Muy bien, gracias.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Número 22235, de la Divina Providencia

Puede ser el número de una resolución, de un auto o de una sentencia judicial. Puede ser el número de un cojinete de un vehículo marca SAB. Puede ser la página del Boletín Oficial en el que aparezcan publicados los presupuestos Generales del Estado para el próximo año. Precediéndolo de las siglas ID, puede formarse el nombre de un gen de un ratón o el de la molécula de carbono que forma un nanotubo. 

No es un número primo. No es un número perfecto. No es un número de Catalán. No es un número de Bell. Pero sí podría ser, si existiese, el código postal de una localidad de la provincia de Huesca.

Lo podríamos transformar en binario, y tendría este aspecto: 101011011011011. O en uno "octal", que tomaría la forma 53333. También lo podríamos transformar caprichosamente en uno Hexadecimal, adquiriendo el siguiente aspecto: 56db.

El seno del número 22235 existe, y es -0,92940. El coseno también existe y es 0,369057 y la tangente es el resultado de dividir el seno entre el coseno, es decir: -2,5183. Haciéndole mil perrerías podría determinar su raíz cuadrada, cúbica o las operaciones aritméticas que más me placiese, que para eso son los números, para hacer con ellos lo que uno quiera. Por ejemplo, podría dividirlo entre dos y resultaría el número 11118. Operando también lo puedo reducir a un sólo dígito: 2+2+2+3+5=14; 1+4=5. El número cinco puede representar al número de hijos que tuvieron mis padres, o los años de un lustro o el período de un mandato presidencial en los Estados Unidos de América. Con los números uno puede hacer juegos malabares, sólo hay que tener cuidado de que no se te caigan.

Los números pueden ser mágicos, amigos o perfectos (para Juan José Millas, también pueden ser IDIOTAS). Mis dos hijos nacieron en un día 28, que es un número perfecto (en realidad, el segundo de los números perfectos conocidos. El anterior es el 6). Los números también pueden ser deficientes, abundantes, pares, impares o primos.

Si yo fuera un espía. Si esto fuera la Guerra Fría, el número 22235 podría contener un mensaje cifrado. Y los servicios secretos de medio mundo estarían destripándolo sobre sus mesas. 

Lo cierto es que el 22235 es el número del código postal de la localidad de la Divina Providencia, en Tijuana, en el Estado de la Baja California Norte, en México.

Tal como se puede ver, en el imperio de los números nunca se pone el Sol.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sana juventud

Este martes asistí al partido de fútbol que disputó la Ponferradina contra el Real Madrid en la capital berciana. Fui acompañado de uno de mis hijos y un amigo suyo. Al lado tenía a dos de mis hermanos y a un sobrino. Fantástico este sobrino mío. Es feliz, se le nota en la cara. Es feliz desplazándose desde Madrid a ver el encuentro (¡¡¡ida y vuelta en el día!!!). Es feliz viendo jugar a la Ponferradina, al Real Madrid y hasta disfruta comiendo el bocadillo frío de pan revenido que nos prepara cuidadosamente Manolita. Todos somos hinchas de la ponferradina. ¿Qué otra cosa podemos hacer? La prensa local resaltaba que el presupuesto anual de la Dépor daría tan sólo para pagar una nómina mensual a Cristiano Ronaldo. ¡Qué desproporción! En el Toralín, que es como se llama el flamante campo de fútbol de la Ponferradina, ampliado para la ocasión, al menos había dos ignorantes de la ciencia futbolística (aparte de Mou, claro): uno era yo y la otra persona era una periodista, que, por elemental cortesía, omitiré su nombre. Pese a ello, vi un partido con el que disfruté y en el que, en mi modesta opinión, los locales no sólo dieron la cara, sino que salieron ilesos del choque con ese tren cargado de estrellas que es el conjunto madridista.

Tal como marca el manual de buenas costumbres, la afición ponferradina hostigaba e increpaba constantemente a los jugadores del Madrid. En cualquier lance en el que perdía el equilibrio un jugador de la ponferradina inmediatamente aparecía en el imaginario la mención a la madre del jugador del equipo de primera. En los momentos decaídos, la afición sobrellevaba el partido prodigando insultos de forma indiscriminada a los jugadores de elite del equipo contrario, sobretodo a los que se aproximaban a la banda en la que nos encontrábamos. El momento culminante se alcanzaba cuando Kaká se acercaba a sacar un córner. Toda la afición de nuestro entorno se levantaba a increparlo sin piedad.

¿Pero qué ocurría cuando el partido se disputaba en el área contraria, lejos de la posición en la que nos encontrábamos nosotros? Pues lo que parece habitual en estos casos, lo que dice el manual, se insultaba a la Cultural Leonesa, el equipo de la capital que milita en la actualidad en la 3ª división y de cuya rivalidad no es necesario dar cuenta aquí. Poco importaba que nada tuviese que ver en ese encuentro, aunque según me han dicho su presidente se encontraba en el palco. A los aficionados locales les parecía un buen recurso mentar al eterno rival para estimular y levantar la moral y la autoestima de los suyos.

¡Hasta ahí podíamos llegar!, debió pensar mi hijo y su amigo venidos desde León expresamente para presenciar el evento. ¿Ahora por qué se meten con la Cultural? me preguntó mi hijo. A mí, que soy de Ponferrada, tengo más años que él y estoy habituado a ello, me pareció que la respuesta era obvia; pero me hice el despistado para no contestarla.

Pese a todo ello, el entrenador del Real Madrid ha declarado a la prensa haber recibido un trato exquisito y cariñoso del público berciano, que promete devolver en Madrid. Me pregunto si al polémico entrenador no le llegarían las voces y comentarios soeces de algunos de los sujetos de mi entorno y del resto del estadio. Por ejemplo, las jóvenes que se encontraban a mi izquierda se desgañitaron la voz insultando a todo jugador del Real Madrid que se aproximaba, parecía que les iba la vida en ello. Yo, en cambio, no reaccioné de la misma manera, y no lo hice precisamente por la misma razón que ellas sí lo hicieron, por costumbre, claro. Sobre mi pasividad, Manolita diría que yo "no siento los colores", pero dado que no acudo regularmente al fútbol, que nadie se extrañe que me siga sorprendiendo ese tipo de expresiones y más en gente tan joven, acompañados algunos incluso de padres y hermanos pequeños. Cuando estas cosas suceden siempre me viene el recuerdo mi profesor de física del instituto de bachillerato, quien todos los viernes, al despedirse, nos decía que si teníamos previsto acudir a ver un partido de fútbol, no nos olvidáramos de leer antes, al menos, un periódico, según él, para que pudiéramos perder algo de cultura. Según Isaías, que era como se llamaba este archiconocido profesor, dando por descontado que en el fútbol siempre se pierde cultura, le parecía una desconsideración que uno fuese desprovisto de unas "letras" para siquiera poder perder algo de ellas. Tantas veces tuve que oír esa expresión que debo dejar claro que desde entonces yo he cumplido con la parte que me toca, y en las pocas ocasiones que he ido al fútbol he tenido la precaución de cumplir minutos antes con el consejo del sabio profesor, por si acaso.

Pero hay un detalle de la afición ponferradina que no quiero dejar de comentar, que me sorprendió y al mismo tiempo me reconfortó. En un momento del partido en el que un par de aficionados profirieron algunos insultos de corte racista, dirigidos a algunos jugadores del Real Madrid, un joven de unos 18 o 19 años que se encontraba en la grada, justamente debajo de mi asiento, ataviado hasta las trancas de símbolos de la sociedad Deportiva Ponferradina, y que había estado muy activo durante todo el partido coreando las consabidas consignas, se levantó, alzó las manos y cortó de raíz ese tipo de proclamas y lo que es más impresionante, los aficionados le obedecieron inmediatamente.

¡Qué detalle! Tenía razón Mourinho, hay que ver qué afición tiene la ponferradina. Cuando llegue mi hijo a casa tengo que acordarme de decírselo. Aún no está todo perdido.

martes, 13 de diciembre de 2011

Agotado

Cuando todavía no son las 12 de la noche, me cuesta mantener los ojos abiertos. No soy capaz de concentrarme en la lectura y una vez más he abandonado "La leyenda roja" de Denise Urcelay. Tengo mucho interés en concluir la lectura de este magnífico libro; pero los astros se deben conjurar para que lo coja en mala hora. Y esta, ahora mismo, es una mala hora. 

Durante el fin de semana descansé lo suficiente. La rutina presidió todos los actos. Nada extraordinario aconteció. Pude pasear y descansar cómodamente. Tomarme un café con tranquilidad y leer la prensa sin prisas. Por eso, hoy pude comenzar la jornada un poco más temprano. No mucho más. La ausencia de tráfico y sobre todo la ausencia de contertulios en la cafetería desde la que tomo impulso todas las mañanas favorecieron que me dirigiera al trabajo más pronto y llegase también más temprano (creo que fueron diez o quince minutos antes ¿alguién me los retribuirá?). No me lo había propuesto; pero puesto que ya estaba sentado frente al ordenador comencé a trabajar sobre los asuntos pendientes. Finalice alguno de ellos.

La concentración en la tarea fue tal que apenas me incorporé de mi silla en toda la mañana. La atención del teléfono. Las consultas, las citas y las reuniones, etc., etc., casi sin darme cuenta me llevaron a las siete de la tarde, con un pequeño receso para tomar un poco de aliento y un bocado. Por la tarde, cuando llegué a la oficina todavía estaba el personal de limpieza haciendo su tarea. Sólo cuando salí y cesé la actividad me dí cuenta de lo cansado que estaba y de lo prolongada que había sido la jornada. Una más.

Así que en estos momentos estoy realmente agotado...cansado. Pienso que mañana será otro día. Por hoy ya está bien. Se acabó.


martes, 6 de diciembre de 2011

Santa Bárbara, patrona de los mineros

Si la hija del rey sátrapa resucitase quedaría muy sorprendida de la trascendencia histórica que ha tenido su involuntario martirio. A la joven, y, por lo que dicen bella, Bárbara, tras convertirse secretamente al cristianismo contra la opinión de su rey padre, apenas le quedó tiempo para hacer proselitismo. Vivió la mayor parte de su corta vida encerrada en una torre y cuando su padre descubrió su conversión a la nueva religión decidió torturarla. La ató de pies y manos, la flageló, la depositó en una cama de cerámicas punzantes y cortantes, quemó su cuerpo extendido con hierros puestos al fuego y cuando creyó que era suficiente aberración la entregó a un juez para que dictara sentencia sobre su conducta. El juez la condenó a la pena capital y determinó que se ejecutase la sentencia mediante su decapitación.

A Bárbara por estos hechos la Iglesia Católica Apostólica y Romana la hizo santa. Desconozco cuál pudo ser su aportación a la causa, más allá de haber sufrido tortura sin razón alguna. ¿Su conversión al cristianismo? Quizás. La segunda centena de nuestra era, en la que se produjeron los hechos que he descrito, eran tiempos en los que la nueva religión estaba ávida por distinguir héroes para la causa. Así se inauguraba el santoral.

No sé en qué época los artilleros y los mineros decidieron hacerla su patrona. No he tenido el más mínimo interés en buscar cuándo se produjo la elección de esta patrona ni quién la promovió. Recuerdo haber ojeado en el Colegio Profesional un libro en el que se cuenta la (corta) biografía de la Santa; pero no recuerdo cuándo ni quién lo decidió.

Lo que sí sé es que la festividad se celebra cada año el día 4 de diciembre. Este día nunca me pasa desapercibido. Primero por mi procedencia de una cuenca minera, después por mis estudios universitarios y finalmente por mi pertenencia al colectivo profesional. El cuatro de diciembre de cada año, por unas cosas u otras, está muy presente en mi vida desde hace muchos años. 

Este año no ha sido diferente. Sin embargo, he renunciado a varias celebraciones. No pude asistir por razones de trabajo a los actos programados por la Escuela de Ingenieros ni a la comida de fraternidad de uno de los colegios profesionales a los que pertenezco. No asisto a celebraciones religiosas, de modo que al final entre unas cosas y otras, este año toda la celebración consistió en asistir a la comida ofrecida por otro de los colegios profesionales en el Hostal de San Marcos de León.

Hay un dicho que dice que uno sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Debo decir que la pobrecilla que se sepa poca o ninguna relación tuvo con la pólvora, la dinamita o con ese fenómeno meteorológico que es el trueno. De ser cierta la leyenda, posiblemente el mayor estruendo que oyó en toda su vida fue el provocado por sus propia voz al ser salvajemente torturada. Por eso no dejo de preguntarme cuál es la relación entre los mineros y su patrona.

Alguna relación tendrá que haber. Y efectivamente quien la busca suele encontrarla. Para ello es necesario volver a la leyenda del sacrificio de la santa, retomándola donde la habíamos dejado, es decir en los momentos previos a la ejecución de la sentencia dictada por un juez contra ella.

La decapitación a la que fue sentenciada fue ejecutada por su propio padre. Por eso la santa, la pobre Bárbara, nunca oyó trueno alguno. Dice la leyenda que tras el horrible parricidio su padre fue fulminado por un rayo. De manera que puede decirse que no sólo Santa Bárbara no oyó el rayo sino que tampoco lo pudo oír su padre. Supongo que en el lugar que se eligió de patíbulo habría testigos que pudieron dar testimonio de lo sucedido para la historia. Así lo debieron contar y así lo relatamos nosotros. En todo caso todo esto constituye una historia cruenta para la que no veo motivo alguno de conmemoración. Pienso que estas son cosas para las que uno, por mil años que viva, nunca encuentra explicación. Me pregunto si no habrá acontecimientos en la historia más dignos de conmemorar y con una relación más directa y menos alambicada con la profesión minera. Pero no hay que olvidar que somos hijos de una tradición cristiana. Al que no lo entienda le recomiendo que lea a Saramago.