sábado, 30 de abril de 2011

¿Wolframio o tungsteno?

Siempre me asombró el conocimiento y la familiaridad con la que mi padre hablaba de los minerales Scheelita y Wolframita. Fue él el primero que satisfizo mi curiosidad sobre el aspecto externo de estos minerales. Transcurrieron muchos años hasta que pude hacerme con algunos ejemplares de Wolframita. Para entonces mi padre ya había fallecido; pero quedé maravillado al comprobar lo exacta que había sido su descripción. El asunto no tiene mayor misterio. Mi padre había conocido de cerca explotaciones de este mineral en diversas zonas del Bierzo.

En las ocasiones en las que hablé con él del asunto jamás empleó el término Tungsteno para referirse al metal obtenido a partir de estos minerales. Acertadamente siempre lo llamó Wolframio.

Sin embargo, cada vez se oye más el término Tungsteno, desapareciendo, incluso de la literatura científica la denominación más adecuada de Wolframio. Por ejemplo, en los textos modernos de metalurgia que se estudian en nuestras universidades ya se ha sustituido el término Wolframio por el otro invasor. Además, los profesores más jóvenes lo aceptan sin más discusión.

La razón de este despropósito reside en las recientes recomendaciones del organismo internacional IUPAC, que recomienda que al elemento 74 de la tabla periódica se le designe con el símbolo "W"; pero se le nombre como "Tungsteno". ¡Qué barbaridad!

El Wolframio, como es por todo el mundo reconocido, fue un descubrimiento realizado por los Ingenieros de Minas españoles, Juan José y Fausto Elhuyar, en 1783. Fue el segundo elemento químico descubierto por un español, después de que Antonio de Ulloa describiera el Platino en 1748.

Cuando los hermanos Elhuyar lograron sintetizar el Wolframio en los laboratorios que la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País tenía en la localidad de Vergara decidieron darle su nombre. Nadie entonces (ni ahora) cuestionó ni la autoría de su descubrimiento ni el derecho que les asistía a darle un nombre. ¿A qué viene, entonces, ahora, la recomendación de la IUPAC? Es inaceptable. La comunidad científica española debe resistirse a modificar el nombre del Wolframio y todos sus miembros deben procurar que se respete el original y genuino dado por los hermanos Elhuyar. Los profesores universitarios deben alertar a las editoriales españolas de los errores que tienen las traducciones y los libros de texto que lo identifican de forma inadecuada. El Wolframio es Wolframio y no otra cosa, por más que la IUPAC se empeñe en llamarle Tungsteno.

jueves, 28 de abril de 2011

Siempre José Saramago

Saramago acaba de publicar un nuevo libro. El silencio del agua es su título. Desde marzo está disponible en las librerías en sus dos versiones castellana y catalana. Es un libro para niños; pero también es algo más. El editor supongo que habrá querido hacer un guiño de complicidad al genial escritor. Es cierto, y al mismo tiempo no lo es, que Saramago falleció el pasado verano, concretamente el 18 de junio de 2010. Por tanto, el pasado mes de marzo se cumplieron ya nueve meses desde el deceso. Pero no es menos cierto que el escritor portugués nos enseñó que la naturaleza nos debe nueve meses más de vida, justamente los que permanecemos en la barriga de nuestra madre antes de nacer. Llegamos nueve meses más tarde y por tanto, en justa compensación, prolongamos nuestra existencia otros tantos meses más. Así que, para los que nos tomamos muy en serio las palabras del escritor, Saramago ha estado con nosotros hasta hace escasamente unos días.

En su día se popularizó la anécdota malevolamente atribuida a la presidenta de la Comunidad de Madrid, y ex-ministra de Aznar, Esperanza Aguirre, consistente en la adjudicación de una obra literaria a la escritora "Sara-Mago". La anécdota no puede ser cierta. No sólo porque debamos confiar en la cultura literaria de la presidenta de la Comunidad de Madrid, sino porque, hasta los adversarios más acérrimos de ella, al menos, deberán reconocerle algún conocimiento sobre las distintas posiciones y planteamientos políticos que le atañen y que se presentan en los medios de comunicación. Y Saramago nunca se ha callado ni debajo del agua. Por tanto, no creo que para nadie pasara desapercibida la opinión de José Saramago sobre cuestiones de la actualidad.

Pero esta anécdota, en mi opinión, sin ser literalmente cierta, sí es verosímil. Lo que en realidad pone de relieve es el gran desconocimiento que hasta no hace mucho tiempo (probablemente hasta la entrega del premio Nobel) existía en España sobre el autor portugués (desconocimiento extensible a todo la relacionado con Portugal o lo portugués).

Yo sólo he visto en persona una vez a José Saramago. Recuerdo que fue en el mes de septiembre del año 1998, el mismo año en el que la Academia sueca le otorgó el premio Nobel de literatura. Hasta esa fecha el autor apenas había publicado media docena de novelas, eso sí: todas geniales. Yo me encontraba con unos amigos en el Hotel Suecia, de Madrid. Uno de ellos, cuyo nombre omitiré por elemental cortesía, era profesor de lengua. En un momento de la charla a mi me pareció ver la figura de Saramago desfilar por delante de nuestra mesa. Pregunté a mi "ilustrado" acompañante si aquél hombre podía ser el autor del Año de la muerte de Ricargo Reis, y ante mi asombro encogió los hombros, sumido en un mar de dudas. Buscamos el consejo de otro amigo, que sí lo identificó y nos acercamos a él. Estaba resolviendo asuntos de intendencia en la recepción del hotel. Nos presentamos y le advertimos de nuestra profunda admiración por él y por su obra. Le hicimos saber que leíamos todos sus libros y le seguíamos en todas sus manifestaciones públicas. Yo por mi parte fui un poco más allá y aproveché la ocasión para felicitarle por el Premio Nobel de literatura. Ahora debo confesar la cara de sorpresa del portugués ante tal felicitación, que intuí no se esperaba.

Días más tarde presumí en el trabajo, ante los amigos, de mi encuentro con Saramago y de la satisfacción que sentí al hablar con él por primera, y, por cierto, última vez. Por fin pude felicitar a mi autor favorito por el Nobel. Fue entonces cuando me advirtieron que la Academia Sueca no había decidido todavía en quién recaería el Nobel y desde luego Saramago no lo era. Es decir, había confundido los rumores difundidos por algunos periódicos y las quinielas que circulaban, con hechos que todavía no se habían producido. Al ser consciente del error, me quedé de piedra. Efectivamente, un par de semanas más tarde, los medios de comunicación de todo el planeta anunciaban el Nobel de literatura para Saramago. Yo me quería morir de la vergënza. ¿Qué habría pensado Saramago al escuchar de sus devotos admiradores la felicitación anticipada por el galardón? Vaya pandilla de ignorantes, diría yo.

Como mi admiración no tenía, ni tiene, límites, años después, por otros motivos, le envié una carta. Puse (de  memoria) la dirección en el sobre y lo deposité en la estafeta de correos. Cometí sólo dos errores: el primero al identificar la isla en la que vivía: consigné Tenerife y no Lanzarote. Y el segundo error fue en el nombre de la  localidad. Es decir, acerté a duras penas con el nombre del autor. Lo más sorprendente es que Saramago me contestó. Sin duda, tuve la fortuna de encontrar a un cartero con sentido común y algo más ilustrado que yo, que fue capaz de reconocer inmediatamente el destinatario de la carta y clasificarla para su correcto destino.

En algún sitio he leído que Pilar del Río, después de leer Memorial del Convento solicitó de su librero que le facilitara todo lo publicado por aquel mismo autor, que no era mucho. Hoy confieso que a mi me sucedió lo mismo tras leer El año de la muerte de Ricardo Reis. Ya no pude dejar de leer sus libros con la misma carencia en la que iban apareciendo. Inmediatamente quise conocer el entorno del escritor: Portugal, Lisboa, Fernando Pessoa, etc. Hasta hoy mismo sigo fascinado.

Como ya he dicho, Saramago acaba de publicar un nuevo libro porque la naturaleza le debía nueve meses más. A los que habrá que añadir inmediatamente otros nueve meses, y después otros tantos, y así indefinidamente, porque en realidad, Saramago, aunque parezca una boutade, es inmortal. Y seguirá con nosotros mucho tiempo dando testimonio de su compromiso ético. No sé por qué hoy me acuerdo tanto de Saramago. Quizás se deba al hecho de ver a Portugal en la triste situación económica que está soportando.

martes, 26 de abril de 2011

Hay que votar; pero no hay que votarles

Al cine se puede acudir por diversas razones. Una de ellas es para ver una película. Al finalizar la sesión es habitual que comentemos con nuestros acompañantes si nos ha gustado o no. Es normal que discutamos sobre lo que nos gustó y lo que no nos gustó. Pero lo hacemos sin involucrarnos en la historia. La crítica la realizamos desde fuera de la acción, desde la distancia. Sabemos que en realidad la historia no es nuestra, es del director, y en ningún caso nos afecta. No tenemos ningún interés por cambiar el argumento: simplemente ponemos de manifiesto que nos gusta o que no nos gusta. Punto.

Con la política, por desgracia, ocurre lo mismo. En el mejor de los casos (en el peor ni eso), todos los días leemos los periódicos, escuchamos los telediarios y la radio y opinamos sobre si nos gustan o no nos gustan las iniciativas de nuestros gobernantes. En ocasiones, incluso, nos indignamos con lo que escuchamos. Pensamos, por ejemplo, este Berlusconi es un auténtico payaso, indigno para representar a un país serio que no se lo merece. Este otro político local o regional español, encausado en un asunto de corrupción es un sinvergüenza, impropio de representar a nadie en una democracia asentada. A veces, nuestra indignación nos supera y se convierte en rabia. 

Pero después de apurar la última copa, nos ocurre como cuando vemos una película de cine. Decimos: "esto no nos afecta". "No podemos hacer nada". Así que es como si asistiéramos a la representación de un guión dirigido por un director que está fuera de nuestra influencia. Pensamos, ¿Por qué no nos vamos para casa y nos acostamos, que mañana será otro día?

¿Realmente no hay nada que podamos hacer? ¿Debemos resignarnos a indignarnos en la barra de un bar, sin mayores consecuencias? ¿De verdad no nos afecta nada relativo a esos casos de corrupción, a esos políticos indignos que se presentan nuevamente para ser reelegidos y mal dirigirnos?

¿A qué esperamos para darles un puntapié en el culo, a desalojarlos de la poltrona? ¿A qué esperamos para denunciar a los medios de comunicación encubridores, a esos poderes mediáticos que pretenden presentarnos a estos individuos como víctimas de no sé qué conspiración?

¡¡¡Claro que nos afecta lo que hagan!!! Claro que hay algo que podemos hacer. Para empezar, NO VOTARLOS ni de coña.

sábado, 23 de abril de 2011

Reacciona

Esta semana me han dejado un nuevo regalo: el libro se titula "Reacciona". En él se dan 10 razones por las que debemos actuar frente a la crisis económica, política y social. La introducción la ha realizado Rosa María Artal y, en esta ocasión, el prólogo corrió a cargo de Stéphane Hessel, el autor del magnífico libro-manifiesto titulado Indignaos, y del que ya hemos dado cuenta en su momento en este blog. Los textos son obra de un grupo extraordinario de pensadores. Hoy tan sólo he iniciado su lectura y apenas llevo 50 páginas: demasiado pocas para hacer una valoración.

Aún así quiero dejar constancia de la gran diferencia que hay entre este maravilloso texto y aquella humorada redactada por la fundación Everis. Esta última fundación, en el documento conocido como transforma España, recogió y sintetizó el parecer de un nutrido grupo de empresarios. Por resumirlo, y no olvidar a ninguno: los únicos provocadores y los únicos responsables de la crisis. Creo que no quedó ningún empresario importante sin suscribe el citado texto, que para mayor gloria de sus autores fue presentado al mismísimo Rey. Lo he calificado de humorada, al viejo estilo de Ramón de Campoamor, como podía haber dicho broma, no porque me parezcan poco serios sus autores, sino por el hecho de que justamente sean los que han provocado la mayor crisis económica de la historia, los mismos que dirigen las empresas que han debido ser rescatadas por los fondos públicos, los que nos han dejado sin un duro en el bolsillo, los que realicen una dura crítica a los que gobiernan el país como si nada fuera con ellos y como si ellos no tuvieran ninguna responsabilidad en lo sucedido.

Qué gran diferencia entre aquel texto dirigido por el que fuera ministro de la Guerra, Eduardo Serra, y este otro en el que figuran José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Baltasar Garzón, Juan Torres López, Angels Martínez i Castells, Rosa María Artal, Ignacio Escolar, Carlos Martínez, Javier López Facal, Javier Pérez de Albéniz y Lourdes Lucía.

Cuando concluya su lectura, que espero sea muy pronto, dejaré constancia en este mismo espacio de mi impresión.

miércoles, 20 de abril de 2011

Feliz reencuentro

El lunes, día 19 de abril, empecé la jornada de trabajo temprano. A las 6.30 h ya estaba sentado en mi puesto de trabajo. La agenda de reuniones prevista para la mañana de ese día era intensa. Como de costumbre debía tener debidamente preparados todos los asuntos. Debo decir que siempre me he tomado muy en serio mis obligaciones y nunca he podido evitar preparar y, en este caso, repasar hasta última hora todos los detalles de los asuntos sobre los que se debe decidir.

Poco antes de entrar en la primera de las reuniones recibí una llamada de teléfono. Cuando se producen llamadas momentos antes de entrar en una reunión siempre las recojo: pudiera tratarse de un aviso importante. Pero en esta ocasión no fue así. Se trataba de una voz casi desconocida, que difícilmente podría identificar. Se trataba de un antiguo compañero de colegio que hacía más de 30 años del que no tenía noticias. Sorprendente. Que si me acordaba de él. ¿Cómo no me iba a acordar de él?

Se encontraba en León, en la misma ciudad que yo. Me pregunta si nos podemos ver. Inmediatamente pensé: A tomar por culo la agenda. Dije que sí. Le indiqué el lugar en el que me encontraba y quedamos citados para vernos otro día.

Ese otro día fue hoy, o mejor dicho, vista la hora a la que esto escribo, fue ayer. Convocamos a otro colega. Nos reunimos los tres, venidos cada uno de un punto distinto y cenamos. Supe entonces que el último día que nos vimos hace más de treinta años teníamos 14 años, veníamos de un campamento procedentes de Soria. ETA arruinó nuestro viaje al poner una bomba en la estación de autobuses de Madrid. Tuvimos que improvisar otro medio de transporte: el tren. Él se bajó en la estación más cercana de su pueblo natal y tuvo que recorrer más de 42 kilómetros a pié, cargado con su maleta. Llegó a casa cansado. Había recorrido la distancia de un maratón. Le esperaba la familia muy preocupada. Ya he dicho que sólo teníamos 14 años. Yo hasta esta noche no conocía todas estas circunstancias, porque nunca nos volvimos a ver. Cenamos. Rememoramos aquellos tiempos en los que nos conocimos y convivimos en un internado. Los comparamos con los tiempos que les ha tocado vivir a nuestros respectivos hijos. Era inevitable la comparación. Incluso dio su opinión al respecto el que de los tres no tiene descendencia, al menos, conocida. Creo que hicimos bien en no hacernos acompañar de nuestros hijos. Las comparaciones hubieran sido entonces absolutamente inevitables.

En un momento de la cena su mujer me confió que nunca hablaba de sus años de internado, a pesar de reconocer que habían sido muy felices. Los otros dos discrepábamos y reconocíamos que no dejamos de rememorar aquellos felices tiempos. Al menos los tres coincidíamos en esa percepción de felicidad. Ahora creo que no contesté a ninguna de las preguntas que de forma genérica nos formuló su mujer sobre el carácter y la personalidad de su marido y nuestro amigo en aquellos años.

¡Qué extraño asunto! Justamente el que de los tres amigos allí reunidos menos hablaba en su entorno personal de su vida en el internado es el único que un buen día se le ocurre abrir la aplicación de internet, teclea mi nombre, obtiene mi correo electrónico, solicita mi teléfono personal y me llama.

No queríamos despedirnos, esto es obvio. Le solicitamos amablemente a la dueña del restaurante la hora de cierre del establecimiento. Nos permitió alargar la tertulia en la zona de bar. Finalmente llegó el momento del adiós. Pedí la cuenta para abonar las últimas copas. La camarera me dijo: "Están ustedes invitados". Nos despedimos tal como lo hicimos la última vez, pensando que mañana nos volveremos a ver. Y puede que esta vez sea así: hoy ETA no ha puesto ninguna bomba.

domingo, 17 de abril de 2011

Estado de Guerra en España contra el paro

España está preocupada por los libios. Europa entera está preocupada por el estado en el que se encuentran los libios. Estados Unidos de América, la OTAN, la ONU y el resto de organismos que completan esa extraña sopa de letras en la que en ocasiones se convierten las relaciones internacionales, están muy preocupados todos ellos por los libios. Todas estas fuerzas demócratas de pro se han puesto inmediatamente de acuerdo en decretar la exclusión del espacio aéreo libio para proteger a la población de una muerte segura: una muerte segura y su aniquilación física, nos dicen los voceros oficiales. 

¿Cuántas formas hay de aniquilar físicamente a un individuo? Una de ellas es descerrajarle un tiro en la nuca a escasos metros como hacen los asesinos de ETA. También se puede bombardear indiscriminadamente a un núcleo de población como hace el Gobierno de Gadafi. Se pueden envenenar suministros de consumo básico como ha hecho algún mafioso ruso. No soy un experto, pero todas estas son formas de aniquilar a la población. La característica singular que las identifica es que son formas rápidas. De efecto inmediato. Sin demora en el tiempo.

Pero no hay que olvidar que también existen otras fórmulas más sutiles e igual de eficaces, que consisten en la aniquilación por inanición. Es decir, dejar que el pueblo se empobrezca hasta tal extremo que se muera sólo. Por ejemplo, un 20% de paro en cualquier país roza el exterminio moral. La sociedad te excluye y te envía un mensaje: no sirves para nada. Eres una rémora. Eres una carga. En los telediarios hablan de ti, porque eres un problema. Los periódicos publican unas pésimas estadísticas por tu culpa. España está en esta situación: más del 20% de sus ciudadanos en edad para trabajar no pueden hacerlo y están en paro forzoso. Forman un ejército de cerca de cinco millones de hombres y mujeres.

Para la izquierda política, la administración pública debe ser el motor de generación de empleo. Para la derecha política el empleo lo debe crear la empresa privada y sus dirigentes empresariales. Corresponda a quien corresponda el hecho evidente es que esta tarea no se está haciendo.

Por tanto, lo que se trata de dirimir, para solventar esta situación, es si el Gobierno debe declarar el Estado de Excepción, el de Guerra o el de Sitio, por tratarse de un asunto de su incumbencia, o si por el contrario corresponde a la Comunidad Internacional declarar el Estado de exclusión aérea. De lo que no hay duda es que hoy en España, en estos momentos, se está masacrando a un porcentaje muy elevado de su población. A más de 4,5 millones de personas. ¿A qué esperan todas las instituciones para tomar cartas en el asunto? Yo soy firme partidario de declarar el Estado de Guerra ya. Un estado de guerra contra la indignidad del paro.

miércoles, 13 de abril de 2011

La dulce dulcedumbre de Juan Carlos Mestre

La primera vez que oí recitar un poema fue a Juan Carlos Mestre. No habría cumplido yo los 18 años. Fue una inmensa suerte la que tuve. Como cabe suponer, éramos pocos los asistentes a aquel acto. Acudí con miedo, me temía lo peor. Salí reconfortado y maravillado. Me enganché. Como dijo Pilar del Río refiriéndose al primer libro que leyó de José Saramago, déme todo lo que tenga de ese señor.

Yo humildemente invito a la lectura de Mestre, el hermano de Amancio Prada, el hijo de Antonio Gamoneda, el padre de los poetas jóvenes. Este puede ser un buen ejemplo por donde empezar. Es un poema que he extraido de su libro "La casa Roja". Se titula Cavalo Morto.


"Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una sola calle forrada con tela de gabardina.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo es un río que madruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñas mentiras de lluvia heridas por una púa de acacia. En Cavalo Morto los aviones atan con cintas de vapor el cielo como si las nubes fuesen un regalo de Navidad y los felices y los infelices suben directamente a los hipódromos eternos por la escalerilla del anillador de gaviotas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es el amante de un reloj de sol que abandona de puntillas los hostales de la mañana siguiente. La mañana siguiente es lo que iban a decirse aquellos que nunca llegaron a encontrarse, los que aún así se amaron y salen del brazo con la brisa del anochecer a celebrar el cumpleaños de los árboles y escriben partituras con el timbre de las bicicletas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es una escuela llena de pinzones y un timonel que canta en el platillo de leche. Lèdo Ivo es un enfermero que venda las olas y enciende con su beso las bombillas de los barcos. En Cavalo Morto todas las cosas perfectas pertenecen a otro, como pertenece la tuerca de las estrellas marinas al saqueador de las cabezas sonámbulas y el cartero de las rosas del domingo a la coronita de luz de las empleadas domésticas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastre de las mariposas para que lo resucite. Háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe."

lunes, 11 de abril de 2011

Berlusconi y su claque

Silvio Berlusconi no quiere hablar ante los jueces. Prefiere hacerlo a la salida de los juzgados. Ante la descripción de los acontecimientos, ¿quién diría que el primer ministro italiano es el jefe supremo del ejército, de la policía y de los servicios de inteligencia? En el escándalo Ruby, por el que ahora tiene que dar cuenta en los tribunales, el máximo mandatario no sabía que su acompañante era menor de edad. Dice que intercedió por ella ante la policía porque creía que era sobrina del expresidente de Egipto. Le dio dinero a la joven no para compensar sus favores sexuales sino para que no ejerciera la prostitución. Es decir si Hosni Mubarak es su tío, Berlusconi es su padre, putativo, claro. De esta historia todo es lamentable, excesivo y sorprendente: 1) sorprende, por ejemplo, que sea el Primer Ministro de un país civilizado el implicado en un afaire de este tipo, 2) Es sencillamente lamentable que éste se niegue a declarar en sede judicial como debería corresponder a un hombre respetuoso con las leyes del país que dirige, 3) Sorprende la facilidad con la que una jovencita puede acceder a la alcoba presidencial sin mayores controles, 4) igualmente sorprende el despiste de los servicio secretos italianos que no son capaces de identificar a un falso familiar de primer grado de un alto mandatario de un país extranjero.

Todo esto no importa. Berlusconi lo niega todo. Como he dicho no en el juzgado que es donde corresponde, sino a la salida de los mismos, ante los micrófonos y las cámaras de los informadores. Y lo hace también ante su propia claque, un centenar de entusiastas aplaudidores entregados a su ídolo. Para ello recurre a la gracieta y al chascarillo. Es bien conocido que la claque se origina en Francia, en los espectáculos operísticos. Eran reclutados por el beneficiario protagonista de la obra para que le regalaran al final de la misma, previo pago, un largo aplauso después de su "magnífica" actuación.

Sin embargo, con frecuencia, se olvida que mucho antes de que en Francia se tuviera conocimiento de estas prácticas, Nerón, muy próximo geográficamente a la residencia del actual Primer Ministro italiano, ya hacía que un coro de hombres de su poderoso ejército le brindaran una cerrada ovación después de sus excéntricas actuaciones. Hoy el ejército mediático de Silvio Berlusconi es igual de poderoso y sus actuaciones públicas de opereta u ópera bufa igual de excéntricas que las del emperador romano.

Nerón destruyó roma provocando un gran incendio. Culpó de ello a los heterodoxos de la época, es decir, los cristianos. Torturó a unos, quemó a otros y de esta manera justificó todos sus desmanes y excesos.

¿Alguien se imagina que en España un presidente de Gobierno, un ministro o un representante de una Alta magistratura estuviese envuelto en similares turbios asuntos? ¿A qué esperan los sufridos italianos para deshacerse de semejante individuo?¿Tienen que verle con una tea en la mano y un bidón de gasolina para tomárselo en serio?

domingo, 10 de abril de 2011

Islandia se resiste y resiste

Islandia, ayer, por segunda vez, dijo no a pagar los 4000 millones de euros a más de 300000 inversores holandeses e ingleses. En esta segunda ocasión los islandeses debían decidir si cada familia contribuiría con la nada desdeñable cantidad de 50000 euros al año para amortizar la deuda contraída por su gobierno tras la banca rota de sus principales bancos. Ya dijo no una vez. Esta ya es la segunda. De nada han servido las amenazas de los países afectados de promover su aislamiento internacional, o de impedir su ingreso en la Unión Europea o el afeamiento de su conducta en todos los foros económicos.

Los responsables del Tesoro inglés y holandés responsabilizan de la deuda al Gobierno islandés. Al fin y al cabo, fue el Gobierno de Reykjavíck el que dejó caer la banca nacional y posteriormente la nacionalizó. Por tanto, debería asumir los compromisos y con ellos todas las deudas.

Lo más curioso es que los ingleses y los holandeses se olvidan de mencionar la responsabilidad que correspondía a sus respectivos Gobiernos de vigilar las actuaciones de la banca extranjera en sus respectivos territorios. Cuando menos se puede decir que los controles o no existieron o aquéllos fueron demasiado laxos.

Islandia es un país con poco más de 300000 habitantes, tantos como damnificados por el holocausto bancario. Es decir, cada islandés debería, en los próximos 37 años, sostener a un alterego afectado ingresándole cada año la nada desdeñable cantidad de 12000 euros. Una buena renta.

Islandia, desde que se conoció la magnitud de la crisis, ha dicho claro y alto que deben pagarla los que la provocaron: Dijo, no, al rescate de sus bancos por parte de su Gobierno. Dijo no al plan de asunción de la deuda de estos y el reparto de la misma entre los ciudadanos. Exigió que se encarcelara a los responsables de la crisis y finalmente, ayer, ha vuelto a decir no al nuevo plan de amortización de la deuda.

Resultará muy interesante comparar durante los próximos meses la evolución de la situación económica de Islandia con la de otros países que han pasado por similares circunstancias, como son Grecia, Irlanda y últimamente, Portugal. Estos tres países han optado por soluciones ortodoxas, las que recomienda el manual del buen capitalista. Veremos cuál es el resultado final. Estaremos muy atentos.

sábado, 9 de abril de 2011

Maria Callas


María Callas reinventó esta ópera de Donizetti: Lucia di Lammermoor. La recuperó del olvido y a partir de su interpretación dramática ya nada fue igual. La parte más interesante ocurre en el tercer y último acto de la obra, en La escena de la locura. Sin embargo, a mí particularmente me entusiasma esta aria, del primer acto, Regnava nel silenzo.

Me gusta el belcanto. En una ocasión le pidieron a María Callas que lo definiera. Ella dijo que consistía en cantar la obra completa sin respirar o por lo menos que no se notase. Para mi la música del romanticismo no existe sin María Callas. Cuando la escucho, efectivamente, me quedo sin respiración o algo así. Es un gesto de solidaridad.

viernes, 8 de abril de 2011

La Pasión según San Mateo de J. S. Bach


J.S. Bach la terminó de escribir un 11 de abril, probablemente, de 1727 (otros dicen en 1728 o en 1729. Nos da igual). No debería hacer ningún comentario más. Es la obra más grande que se haya escrito jamás. Es eterna, atemporal. Cierra los ojos y deja que te inunde todos los poros. Ya no podrás dejar de oírla. Simplemente extraordinario.

Eurocaraduras

Según los últimos sondeos de opinión, la tercera preocupación de los españoles, después del desempleo y de la economía, que vienen a ser lo mismo, es la clase política. Siempre he sido de la opinión que en España los que se dedican al servicio público están mal pagados. No hay más que comparar sus salarios con los que se perciben por el desempeño de idéntica responsabilidad en la iniciativa privada. Y considero que los primeros funcionarios, en sentido estricto, son los políticos.

Por tanto, como soy de los que sí creo en la clase política, no tengo ningún empacho en proclamar mi profunda decepción ante la negativa de los europarlamentarios de congelarse el sueldo el próximo año y renunciar a otros privilegios que disfrutaban, como pueden ser la acumulación de dietas o viajar en clase preferente.

He tenido la mala fortuna de asistir a la ardorosa defensa que han hecho algunos de nuestros representantes políticos sobre la necesidad de la contención del gasto público, la reducción de los salarios a los funcionarios y a los trabajadores de las administraciones públicas, la congelación de las pensiones, etc.

En su momento entendí que los parlamentarios europeos de uno y otro signo político participasen en el debate nacional sobre estas cuestiones aunque no les fuera mucho en ello. El cargo y sobre todo la disciplina de partido supongo que algo tendrían que ver con que estos señores pisaran la arena para defender aquellas medidas tan impopulares. El país lo necesitaba, nos dijeron. Hay que apretarse el cinturón, insistían. Otros incluso, en su momento, consideraron los recortes insuficientes y pedían más.

Los sindicatos han mantenido una postura contundente contra estas medidas. No sólo por considerarlas injustas, sino y más bien, porque consideraban que era necesaria una medida de fuerza para cortar de raíz los intentos de futuros gobiernos de profundizar en los recortes, que algunos, sin embargo, dan por seguros. Es decir, los funcionarios públicos verán dentro de no mucho tiempo un nuevo recorte de sus sueldos. Yo no tengo ninguna señal que me haga pensar que esto va ha suceder; pero lo que me apena, de ahí la mala suerte que invoco es que he escuchado en la radio a los otrora defensores a ultranza de los recortes salariales convertidos ahora en "descuidados" opositores de la aplicación de la misma medicina. Decepción que llega a la irritación cuando un líder político incluso atribuye su voto al desconocimiento de lo que votaba. Hablo de que he oído a los mismos políticos en corto espacio de tiempo defender una cosa y su contrario, según a quien se le aplique. Inaudito. Inaceptable. In-dig-nan-te.

Hay que ver cuánta claridad y contundencia para imponer restricciones y recortes a los demás y cuánta caradura para justificar el mantenimiento de los privilegios de los propios. ¡Cuanta caradura!

Por eso hay que felicitar a los 4 catalanes y a los socios de Izquierda Unida por su coherencia y su voto a favor de terminar con los privilegios. Es un ejercicio de responsabilidad que les honra. A los otros: que rectifiquen ya.

miércoles, 6 de abril de 2011

Huérfanos de la eternidad

Una noche caminábamos tú y yo juntos
La Luna era tan brillante
Que podíamos ver la senda entre los árboles.

Luego las nubes la escondieron
Y tuvimos que tantear el camino
Hasta que sentimos la arena bajo los pies desnudos
Y escuchamos el rumor de las olas.

¿Recuerdas que me dijiste:
“todo, fuera de este momento, es mentira”?
Nos desnudamos en la oscuridad
Al borde del agua
Cuando arranqué el reloj de mi muñeca
Y sin ser visto ni decir nada, lo arrojé al
Mar.

Un vaso de agua fresca en este extraño caluroso día 6 de abril. Un bello poema de Charles Simic, en una versión traducida por Martín López-Vega. Su título es Huérfanos de la eternidad.

(Lo he recibido a través de un correo electrónico de la Residencia de Estudiantes. ¡Que vengan más!)

Competitividad

Hace tan sólo unos días, en la entrada intitulada "Singapur", me hice eco del estudio Doing Bussines 2011, del Banco Mundial. De él me llamó la atención el hecho que en España se precisasen 65 días más que en la ciudad-estado de Singapur para obtener la conexión al suministro eléctrico. Así mismo decía que Singapur figuraba en el citado informe como la primera economía mundial en cuanto a facilidad de negocios. Yo relacionaba este dato con la productividad del país. ¿A alguien le parece exagerada o inoportuna la comparación?

El BM realizó el estudio consultando a las compañías más importantes de cada país por la tramitación necesaria para obtener el enganche al suministro eléctrico de 140 kVA para una industria totalmente equipada y con las conexiones eléctricas interiores ya realizadas. Por tanto, lo único que se solicitaba de la compañía era la conexión a la red general.

En la entrada del día 3 de abril emplee la comparación entre España y Singapur porque ambos países precisaban un número idéntico de trámites: concretamente 4, para obtener el suministro. Estos cuatro trámites en Singapur se resolvían en 36 días. En España en 101. Por seguir comparando, en Alemania para obtener el mismo servicio se precisan tan sólo 3 trámites, que se resuelven en 17 días. En China, un país que se dice muy burocratizado, se emplean 132 días en resolver los 5 procedimientos necesarios. Un plazo no muy superior al español. En Estados Unidos de América se precisan los mismos 4 procedimientos que en España; pero en los que tan solo se emplea una media de 68 días. Estos números hablan por sí solos.

Pero para el que no esté del todo convencido, el banco Mundial da más información: el coste de la obtención del suministro eléctrico. Para los mal pensados, debo indicar que el Banco Mundial advierte que de estos costes se han descontado las cantidades destinadas por el solicitante (en algunos países) a "sobornos", para que los datos obtenidos puedan ser comparados en términos homogéneos. Siempre según el Banco Mundial, el gasto ocasionado, dado en términos de % de ingresos per cápita, sería el que se expresa en la siguiente tabla:

Coste en España:             229,8
Coste en Estados Unidos:  16,9
Coste en Singapur:             33,9
Coste en Alemania:            51,9

A partir de aquí que cada uno saque sus propias conclusiones: sobre productividad, sobre costes por trámite, sobre competitividad, etc. Lo que yo he querido poner de manifiesto es una situación desgraciadamente muy común en España. Y para ello he elegido un elemento fundamental para cualquier tipo de actividad: el acceso al consumo de energía eléctrica.

martes, 5 de abril de 2011

Infraestructuras ambientales

Acaba de fracasar la implantación de otra infraestructura ambiental básica que se pretendía instalar en la provincia de León: la enésima. No es la primera vez que ocurre, ni será tampoco la última. En una ocasión fracasaron hasta 16 emplazamientos distintos para ubicar la planta de tratamiento de residuos en los alrededores de la capital de la provincia. Es una vieja historia conocida. Los opositores a este tipo de infraestructuras con incidencia ambiental siempre esgrimen dos argumentos de fácil comprensión y mejor calado. A saber:

a) El emplazamiento elegido no es el mejor de los posibles.
b) En su diseño no se han tenido en cuenta las mejores tecnologías disponibles.

No es necesario que se conozca ni que se describa la actividad que genera la frontal oposición para concluir que los dos argumentos indicados, se trate de lo que se trate, son ciertos. Resulta indiscutible el primero de ellos: por buena que sea la elección del terreno, siempre podrá decirse que en otro lugar más o menos próximo al elegido o más o menos alejado, existe un emplazamiento mejor. Siempre podrá existir un lugar mejor en donde radicar nuestra actividad. ¿O acaso hay alguien que se atreva a afirmar de forma categórica que justamente en unas coordenadas concretas y determinadas y sólo en ellas la industria encuentra su mejor emplazamiento? Por tanto, a los que se oponen, al menos, habrá que darles el beneficio de la duda. Es lo que en términos de la política comunitaria se conoce como el principio de precaución. Es decir, no se ha seleccionado el mejor lugar de todos los posibles para emplazar nuestra actividad ambiental. El segundo de los argumentos que se esgrimen habitualmente para oponerse a una actividad resulta igual de impecable: no se emplean en su diseño las mejores tecnologías disponibles. Además, dada la velocidad a la que evolucionan los avances tecnológicos este argumento constituye una buena garantía para los profesionales del frente del no. Hay una parte que suele olvidarse. Y esta es que la legislación ambiental incorpora una coletilla referida a las mejores tecnologías disponibles que dice "que, además, sean económicamente viables". Pero para ser claros, ¿qué promotor se atrevería a presentarse delante de una comunidad enfervorizada y vociferante y decir que no incorpora a su proyecto las mejores tecnologías disponibles en el mercado porque son muy caras y lo harían inviable? Se lo comerían con patatas.

Para que un proyecto de incidencia ambiental, como puede ser un vertedero de residuos, una planta de fabricación de cemento, una incineradora o una planta de tratamiento fisico-químico de aquéllos, por citar sólo algunos ejemplos, sea viable, debe reunir tres condiciones: la primera es que económicamente sea posible para su promotor. Si el promotor es privado, entonces diríamos que haya negocio. La segunda condición es que el proyecto desde el punto de vista ambiental (el técnico se da por supuesto) sea correcto, y por último y en tercer lugar, la actividad y el proyecto deben ser socialmente aceptables.

Para conseguir estas condiciones cualquier promotor, público o privado, debe superar, al menos tres síndromes o factores limitantes. 

El primero de ellos es el archiconocido NIMBY (Not In My Back Yard), cuya traducción castellana más o menos literal sería: "en el patio de atrás de mi casa, no". Es el más conocido, el que más se repite y el que hace referencia a lo "inapropiado" de la selección de la ubicación elegida.

El segundo síndrome lo entenderán inmediatamente todos aquellos promotores que en estos días intenten impulsar un proyecto de estas características. Es el conocido por las siglas inglesas NIMEY (No In My Electoral Year). Es decir, "en mi año electoral, tampoco". Podríamos citar muchos ejemplos de alcaldes que en su día fueron fieros opositores de una instalación, como consecuencia de ello se auparon al poder municipal aprovechando el tirón popular que les otorgó el promover y encabezar las manifestaciones contra el proyecto, y luego durante muchos años gestionaron los empleos, los ingresos y las ventajas de esa misma instalación que, por supuesto, "fue la anterior corporación quien la autorizó" y no ellos.

Hay un tercer síndrome que podríamos citar que es el llamado NIMOT, No In My Ofice Time. Lo que significa algo así como "no me molestes con esos asuntos cuando estoy trabajando". Las cuestiones ambientales, y más cuando son controvertidas, lo mejor es no tener tiempo para abordarlas, de esta forma nos causarán menos problemas.

Dijimos que eran tres los síndromes que había que superar para culminar con éxito un proyecto ambiental. Y los hemos citado. Pero todos ellos se pueden resumir en una única sigla, que podemos denominar como el efecto BANANA (Building Absoluty Nothing Anywhere Near Anybody), que significa algo así como NO HAGAS NADA EN NINGÚN LUGAR NI CERCA DE NADIE. Esta sí es la fórmula aúlica para no fallar nunca. No hacer nada. Esta es la clave. Lo que ocurre es que desgraciadamente esta actitud no resuelve ningún problema, más aún, los agrava.

¿Cómo resolver estas contradicciones?, ¿Cómo culminar con éxito un proyecto ambiental? Pues con convicción, una buena dosis de paciencia y mucha pedagogía.

domingo, 3 de abril de 2011

Singapur

El Banco Mundial acaba de hacer público su informe Doing Business 2011 en el que analiza y compara la facilidad para hacer negocios en 183 economías de todo el mundo. Este banco, como ya se sabe, no es una institución financiera al uso. Sus fondos son propiedad de los 187 países que lo integran. Constituye una fuente de asistencia financiera para los países en vías de desarrollo. Su principal función es la lucha contra la pobreza.

La lista del informe la encabeza un pequeñito país: Singapur. Detrás de él le siguen las economías de China (2) (Hong Kong), Nueva Zelanda (3), Reino Unido (4), Estados Unidos (5) y Dinamarca (6). Ni rastro en los primeros lugares de España. En la lista formada por el Banco Mundial, España ocupa el puesto 49. A modo de curiosidad dejaremos constancia de que la cierran países como Burundi (181), República Centroafricana (182) y el Chad (183).

¿Qué es lo que lleva a Singapur, una pequeña isla de poco más de 700 km cuadrados, una ciudad-estado, a alcanzar el primer puesto en competitividad frente a las economía más desarrolladas occidentales?

Por citar un sólo ejemplo. Según datos del propio Banco Mundial en España el acceso a la energía eléctrica para un ciudadano medio le supone 101 días de peregrinar por despachos y oficinas. Sin embargo, en Singapur bastarían 36 para obtener la conexión eléctrica. 65 días de diferencia. 65 días improductivos. 65 días de costes adicionales de tramitación administrativa. 65 días de consumo energético ineficiente. 65 días perdidos para la competitividad. 65 interminables días de absurda burocracia.

El análisis y la posición relativa de España respecto a los nueve índices o indicadores estudiados por el Banco Mundial en el informe 2011 puede ser un buen punto de partida para realizar una reflexión sobre el camino que le queda por recorrer a España para mejorar su economía.

sábado, 2 de abril de 2011

¿Por qué se va Zapatero?

Zapatero acaba de anunciar esta misma mañana, en el transcurso del Comité Federal del PSOE, su unilateral decisión de no presentarse como candidato a la reelección en las próximas elecciones legislativas de 2012. Podía haber anunciado lo contrario, y probablemente la respuesta de su partido hubiera sido la misma: felicitaciones y asentimiento unánime. Dicho de otro modo: Roma locuta causa finita.

En los últimos días, las ministras Leire Pajín y Trinidad Jiménez anunciaron que en la decisión de Zapatero pesaría primero el interés de España y luego, en un segundo lugar, el del partido. Otros líderes socialistas se han manifestado en similares términos sobre el orden de prelación que regiría en la toma de decisiones del aún presidente del Gobierno. Del anuncio se pueden extraer dos consecuencias claras. La primera es que a) José Luis Rodríguez Zapatero renuncia a la reelección por el bien de España y solo por el bien de España: es el corolario lógico de lo que nos han anunciado de forma insistente y reiterada. La segunda es que b) en la toma de decisión nada ha influido la opinión de los barones del partido o la de los dignos representantes de la oposición o la de los ciudadanos. Ha sido consecuencia única y exclusivamente de un proceso de reflexión personal. 

Sin embargo, en el anuncio realizado, que hemos podido escuchar a través de los medios de comunicación, el presidente y secretario General de los socialistas no ha dado ni una sola pista de las causas que, en beneficio de España, justifican su decisión. Más bien al contrario. Zapatero vino a decir algo así como que era una cuestión madurada por él desde hacía tiempo, dado que consideraba que para un presidente, con dos mandatos es suficiente. Vino a decir también que las circunstancias económicas y el devenir político, en los últimos meses, no habían hecho otra cosa que reafirmar esta opinión. Del interés de España y del partido ni una palabra, aunque no tengo ninguna duda que a no mucho tardar Leire Pajin nos lo aclarará.

Zapatero, según sus más próximos colaboradores, los más acérrimos amigos y enemigos y según él mismo (para ello puede leerse la entrevista que aparece publicada hoy en El País) ha ejercido un hiperliderazgo, que es algo así como un "hago lo que me da la gana, porque nadie rechista". El mismísimo Felipe González en alguna ocasión ha hecho referencia a esta circunstancia, y ha señalado que él, en su momento, tuvo mucha más oposición y resistencias internas de las que ha padecido Zapatero. Se puede decir sin miedo a equivocarse que ningún líder socialista, desde los tiempos de Pablo Iglesias, ha disfrutado de un período tan largo de "Pax romana" interna, en ausencia y sin espacio para la disidencia.

A la vista de estos argumentos ¿puede concluirse que Zapatero ha ejercido plenamente y de forma omnímoda el poder? 

En mi modesta opinión, no. Creo que en democracia un buen indicador del poder que uno detenta es el contra-poder crítico que convive en los aledaños de aquél. Por tanto, a ausencia de contra-poder necesariamente ausencia de poder. Lo mismo podríamos decir del binomio Gobierno-oposición. Un Gobierno sólo es fuerte cuando existe una oposición fuerte y viceversa: una oposición fuerte es síntoma de que existe un Gobierno fuerte. Y aquí no hay ni poder ni contrapoder ni gobierno ni oposición fuertes.

De lo que no hay duda, entre otras cosas porque así lo afirman los afectados, es que el hiperliderazgo de Zapatero se manifiesta en todas las esferas de su Gobierno. Zapatero gobierna la parcela que le dejan. Zapatero administra ese Gobierno: elige, nombra y cambia los ministros a su antojo. Pero no detenta el Poder. El poder está en otra parte. Hoy la política es una sucursal del poder económico y éste es un inferior jerárquico del financiero. Mandan las corporaciones financieras. Manda el FMI. Manda Coca-cola. Manda el Corte Inglés. Pero si lo que se quiere es personalizar, diré que mandan Bill Gates, Botín, César Alierta, Botín, Isidoro Álvarez, Botín. Botín. Botín. Botín. Por eso nos tranquiliza tanto ver a todos esos presidentes de grandes corporaciones cerca de nuestro presidente de Gobierno. Ellos son los que verdaderamente detentan el poder. Zapatero no es más que el Comisario Político de este poder real, del que sólo se habla en privado, el que los japoneses denominan honne. La fachada, el escaparte del edificio del poder, el tatemae japonés, lo que se puede hacer público es lo que representa Zapatero y nos anuncian sus ministros. Ninguno de los altos ejecutivos nombrado se presenta a las elecciones o es elegido por los ciudadanos para el puesto que ocupa. La democracia es un elemento extraño a su gestión. No tienen porqué darnos cuentas.

Zapatero no ha gobernado con los ciudadanos. Por lo que parece, por las unanimidades que se registran en sus órganos de dirección, tampoco lo ha hecho con su partido. La política de cada momento se la han dictado, la ha tomado, ha sido inspirada o llamémosle como se quiera desde otro lugar. Zapatero nos va a legar menos democracia de la que los electores en su día le hicimos depositario.

Una de las pocas unanimidades que existen dentro y fuera del PSOE es que Zapatero no ha hecho su política o al menos la que a él le hubiera gustado. Si el hiperlíder, el superlíder, el megalíder sin parangón en su partido, el gran hacedor que hace y deshace a su antojo no ha podido, en esta ocasión, hacer lo que le hubiera gustado hacer (por ejemplo, cumplir su programa electoral). Y lo hecho ha sido a pesar de su gusto e interés (por ejemplo, reducir prestaciones sociales). ¿Quién le ha dictado la política a seguir a Zapatero?

¿Qué tipo de democracia es esta en la que no participan los ciudadanos? Y más en tiempos de crisis en los que debería ser aún más visible esta participación. Nunca mejor dicho, la salida de la situación debería ser discutida, pactada y sometida al refrendo de todos los ciudadanos. Esa debería ser la verdadera democracia. Esta otra democracia, la formal, no por repetido es menos cierto, es el sistema de Gobierno menos malo. Sin embargo, nunca he oído decir a nadie que demás sea el mejor. Entonces ¿por qué conformarnos con esto que nos dan? ¿Por qué no inventar algo mejor? Yo creo que, al menos, hay que intentarlo.

viernes, 1 de abril de 2011

Un poco de pedagogía, por favor.

Marie Curie recibió el premio Nobel de física en el año 1903. A Albert Einstein la Acedemia sueca se lo concedió en 1921. En los 18 años que median entre un galardón y otro, la sociedad científica avanzó en el conocimiento de la materia más que en los 18 siglos anteriores. Y todo ello gracias al descubrimiento hecho por madame Curie del elemento químico altamente radiactivo que se denominó a partir de entonces Radio. Los trabajos con este elemento químico permitieron avanzar los estudios científicos a velocidades desconocidas hasta entonces, gracias a la gran actividad mostrada. Las aplicaciones terapéuticas y al diagnóstico de enfermedades pronto siguieron a los avances científicos. A la Nobel polaca la recibieron en Estados Unidos de América, en el mismo año que Einstein recibía el Nobel como si fuese una heroína. El presidente estadounidense le regaló un gramo del preciado metal que ella misma había descubierto como muestra de agradecimiento a su labor humanitaria. El valor de esta cajita de plomo que contenía el preciado elemento, hoy día alcanzaría en el mercado un precio próximo al millón de euros. Curie, a su vez, lo donó para la causa científica, sin recibir retribución alguna por ello. Durante la Primera Guerra Mundial, se aprovechó el conocimiento de la radiactividad para aplicaciones médicas, mejorado los diagnósticos y los tratamientos de los soldados. La sociedad en general le estaba muy agradecida al matrimonio Curie por sus aportaciones al conocimiento científico de la radiactividad. Por eso no ha de extrañar el recibimiento del pueblo americano a la investigadora (su marido había fallecido hacía muchos años).

Creo que la radiactividad permaneció en este estado de gracia durante muchos años, hasta su empleo en la fabricación de la bomba atómica que se arrojó durante la segunda Gran Guerra sobre Japón. A partir de entonces las cosas cambiaron. La sociedad empezó a valorar no sólo las ventajas, sino también los peligros de esta nueva forma de energía.

Hoy, probablemente, el matrimonio Curie no sería recibido en ningún país con la misma devoción. Pronto nos hemos olvidado (o acostumbrado) de las aplicaciones médicas de la radiactividad, del tratamiento de tumores cancerígenos mediante radiación, de las radiografías para diagnosticar lesiones internas, etc. Hemos olvidado que esto es posible por la dedicación y los estudios previos que fue necesario realizar sobre los isótopos radiactivos. 

No cabe duda que el desastre de Fukushima quedará registrado como un hito en la historia de la energía nuclear en el mundo. Marcará un antes y un después en la apreciación que tiene la sociedad de esta fuente de energía y de sus aplicaciones.

Sin embargo, durante esta crisis nuclear hecho de menos algo más de pedagogía. Al igual que la crisis económica nos acercó a todos el conocimiento de variables, términos y conceptos de carácter económico: aprendimos lo que eran las agencias de calificación, la deuda soberana, el diferencial en puntos entre la deuda española y la alemana, por poner un ejemplo; sin embargo, Fukushima no nos ha aportado ningún conocimiento adicional. Más bien todo lo contrario, hoy todo está más oscuro, menos claro, más confuso.

A los españoles, como le ocurría con frecuencia al cubano Dinio por otras causas, la energía atómica nos ha "confundío". Los lobbies del petróleo están haciendo una gran labor de puesta en escena de esta ceremonia de la confusión. Yo no creo en las múltiples teorías de las conspiraciones; pero necesariamente me viene al recuerdo el calculado asesinato del ex-espía ruso, Alexander litvinenko, que fue envenenado con Polonio 210. El coste de la dosis necesaria para perpetrar el vil asesinato con la sustancia radiactiva superó los 10 millones de euros. La fórmula elegida por la mafia rusa es toda una declaración de intenciones (sin duda, dos sicarios les hubiesen salido más baratos). Estoy convencido que para esta misma mafia el desastre de la central japonesa es una publicidad para su causa impagable. Y mientras reina el desconcierto, que siga subiendo en la bolsa el barril de petroleo Brent, el de texas y el gas natural.